Las investigadoras, ‘invisibles’ en los premios científicos
Solo el 18% de los galardones más importantes van a las mujeres
La discriminación a la mujer también alcanza los ámbitos más prestigiosos de la intelectualidad, como en el caso de la investigación. Ni siquiera en una carrera eminentemente basada en la meritocracia, las científicas son suficientemente reconocidas públicamente por su trabajo, según destaca el reciente estudio Las mujeres en los premios científicos en España 2009-2014.
En este informe se ha analizado la presencia de mujeres en las 37 distinciones académicas y científicas más reconocidas. Solo el 17,63% de las personas premiadas son mujeres. Además, este porcentaje de galardonadas desciende a medida que aumenta la cuantía del premio, alcanzando solo el 7,14% de los dotados con más 100.000 euros.
“Los premios ya recogen una segregación previa, un número desproporcionadamente bajo de catedráticas o profesoras de investigación, y un ridículo número de mujeres en las Reales Academias”, asegura Capitolina Díaz, una de las coordinadoras del estudio. En España, el 38% del total del personal científico es femenino, un 40% en el caso de las universidades y un 48% en los centros públicos. “Venimos de una visión de la ciencia tan androcéntrica que, pase lo que pase, cuesta reconocer la excelencia en el cerebro de mujer”, opina Díaz.
La discriminación es más patente cuanto mayor prestigio y cuantía tiene el galardón. El Premio Príncipe de Asturias en Investigación Científica y Técnica se ha otorgado tradicionalmente en gran medida de forma colectiva. Teniendo en cuenta todos ellos, desde 1981 se ha premiado a 64 hombres y dos mujeres: Jane Goodall en 2003 y Linda Watkins (en distinción compartida) en 2010.
Desde el año 1982 se han otorgado un total de 103 premios nacionales de investigación, de los cuales 95 se han concedido a científicos y solamente 8 a científicas, lo que supone que los hombres representan el 92,23% del total de las personas distinguidas. Igualmente ocurre con los premios Jaime I, que han recaído solo en 7 investigadoras (un 5,88%) del total.
Las científicas tienen varias barreras para lograr el reconocimiento de su valía. “En primer lugar, el que se mantenga una obsoleta visión de la ciencia como cosa de hombres y que a ellas no se las vea. Es lo que yo llamo gineagnosia, o ver pero no reconocer a las mujeres”, apunta la coordinadora. También destaca alguna otra causa, no menos importante, como que los hombres con los que forman pareja no suelen ocuparse de la parte alícuota de trabajo doméstico y de cuidados de su hogar, “reduciéndoles así a las mujeres el tiempo, no tanto para la investigación como para crear redes sociales que las apoyen en sus carreras”.
En el estudio también se destaca la baja representación femenina en los jurados, alcanzando solo un 21,71% de los miembros. De hecho, se señala como una de las razones para hacer invisibles a las candidatas, ya que los hombres suelen apostar por sus pares masculinos.
Ana Puy, directora de la Unidad de Mujeres y Ciencia (UMyC) del Ministerio de Economía y Competitividad, pide que haya una presencia equilibrada de sexos en los jurados, además de utilizar seudónimos para los aspirantes, cuotas mínimas entre los candidatos para hacer visibles a las mejores, y que se destaque explícitamente el objetivo de igualdad de género en la ciencia. Destaca también las carencias “de apoyo informal a la promoción profesional, por parte de personas mentoras o en redes, y que son difíciles de reconocer”, además de otras limitaciones, como la falta de mujeres en puestos de liderazgo, las desigualdades en la elección de las ramas de estudios o la falta de medidas que faciliten la conciliación.