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Columna
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La deflación se pierde en la historia

La caída de los precios de consumo es en su mayoría benigna, excepto cuando es el resultado de unos salarios deprimidos. Esta es la deflación mala que amenaza a la economía mundial en la actualidad. Ignorarla puede llevar los políticos por mal camino.

Es fácil pasar por alto la afilada punta de la aguja de la deflación en el pajar del registro histórico. La caída de los precios de consumo no parece haber tenido mucho que ver con un menor crecimiento del PIB, según un estudio reciente que analiza el comportamiento de 38 economías durante más de más de 140 años realizado por investigadores del Banco de Pagos Internacionales. Es más probable que la producción se vea golpeada cuando los precios de los activos tropiezan.

Pero la deflación de los precios al consumo también puede tener una contraprestación en forma de salarios deprimidos.

La caída de los precios de consumo no parece haber tenido mucho que ver en la historia con un menor crecimiento

La diferencia entre la deflación buena y mala está en los ingresos laborales y su importancia relativa en la producción. China ofrece un ejemplo de la variedad buena. La productividad aumentó mientras el país se preparaba para unirse a la Organización Mundial del Comercio en 2001, llevando a grandes beneficios empresariales. Un mayor beneficio impulsó a las empresas a invertir más en el país, mientras la deflación dio a la mano de obra barata una ventaja adicional en los mercados de exportación.

Pero la deflación buena es contraproducente si todo el mundo la prueba. Los bajos precios de consumo en los países ricos son un síntoma de un déficit salarial acumulado en las últimas tres décadas. La cuota de los salarios en la producción ha caído mientras la del beneficio ha crecido. Sin embargo, las empresas no están dispuestas a invertir. Los exportadores chinos o indios tampoco pueden utilizar mano de obra barata para aumentar la producción si los consumidores de las economías avanzadas no gastan.

Esta situación es una reminiscencia de la época de entreguerras entre 1920 y 1938. El estudio del BPI reconoce que la deflación en este período estuvo fuertemente vinculada con un crecimiento más lento de la producción. En aquel entonces, las ganancias corporativas también eran desproporcionadamente elevadas. Esa es una buena razón para tomarse la amenaza de deflación de hoy en serio: podría llegar a ser tan espinosa como lo fue durante la Gran Depresión.

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