¿Cómo se puede renegociar la deuda griega?
El debate sobre la reestructuración de la deuda pública en uno o varios socios de la zona euro vuelve a estar sobre la mesa de las cancillerías europeas, después de la holgada victoria de Syriza en las elecciones de anoche. El partido que lidera Tsipras ha hecho de la renegociación de la deda una de sus banderas política y, aunque todas las capitales implicadas, desde Atenas a Berlín, Fráncfort o Bruselas, aceptan que hace falta buscar una solución para unos números rojos que lastran de manera irremisible a la economía griega.
La negociación de esa salida se prevé larga y complicada porque cada parte tiene un escenario en mente y unas limitaciones políticas o legales que no puede o no desea rebasar. De entrada, esta misma mañana Benoît Coueré, del BCE, ya ha avisado que el banco no participará en una quita parcial de la deuda. Pero, ¿qué se puede hacer con la deuda greiga?
1 Parche urgente. El nuevo gobierno griego deberá negociar con la Troika un acuerdo de transición para evitar la bancarrota de Atenas con los fondos pendientes del segundo rescate. En el caso de la zona euro, el remanente asciende a 11.800 millones de euros (disponibles hasta el 28 febrero) y en el del Fondo Monetario Internacional, a 16.440 millones (hasta el 31 de marzo de 2016).
2 Medio plazo. Una vez garantizada la solvencia asistida de Grecia a corto plazo se abrirá el debate sobre la viabilidad económica del país a medio plazo. La salida más probable apunta a una revisión de las condiciones de los préstamos concedidos por los socios de la zona euro, tanto de manera bilateral (56.000 millones) como a través del fondo de rescate común (142.000 millones). Zsolt Darvas, analista del instituto de estudios Bruegel y una de las persona que ha estudiado con más detalle la cartera de préstamos a Grecia, calcula que se podría conceder a Atenas un alivio equivalente a 17 puntos de su PIB o 31.700 millones de euros mediante la supresión de los intereses en los préstamos bilaterales y la prolongación de otros 10 años en los períodos de amortización de todos los préstamos de la zona euro. Darvas subraya que esas medidas no supondrían ninguna pérdida para los acreedores. Y recuerda que, “en contra de lo que afirman algunos comentaristas de la prensa, los prestamistas europeos [gobiernos y fondo de rescate] no han registrado todavía ninguna pérdida en Grecia.
3 Parsimonia Merkel. Fiel a su estilo, la canciller alemana aboga por ganar tiempo y, por ahora, solo se muestra dispuesta a retocar las condiciones del rescate de Grecia siempre y cuando Atenas reafirme su compromiso con el proceso de ajuste presupuestario y de reformas económicas. Berlín podría aceptar medidas de alivio, como la prolongación de los períodos de carencia de los prestamos (que expiran en 2020 para los bilaterales) o los plazos de amortización (que ya llegan hasta 2054 para algunos tramos del fondo de rescate). Pero Alemania quiere administrar esas medidas con un cuentagotas que parece incompatible con la tensión social y política que vive Grecia tras seis años consecutivos de recesión (2008-2013), una tasa de paro del 25% y una tasa de actividad que se ha desplomado al 50%.
4 La quita de Syriza. La coalición de izquierdas liderada por Alexis Tsipras plantea la convocatoria de una Conferencia Internacional para renegociar los términos de devolución de una deuda que supera los 320.000 millones de euros. En realidad sería una Conferencia con el resto de la zona euro, que con dinero de sus contribuyentes han adquirido ya casi el 80% de la deuda griega a través de los dos rescates y de las intervenciones del BCE. Berlín y otras capitales se resistirán a esta salida, por varias razones. Primero, porque se prestaría a comparaciones no deseadas con la Conferencia de Londres que en 1953 pactó la reestructuración de la deuda acumulada por Alemania hasta el final de la II Guerra Mundial. Segundo, porque podría visualizar unas pérdidas que dañarían políticamente a los Gobiernos acreedores (solo en préstamos bilaterales, España se juega 6.650 millones) e institucionalmente al BCE.
5 Club de París. Una variante de la Conferencia Internacional propuesta por Syriza sería la negociación a través del Club de París, una asociación informal de países acreedores creada en 1956 y de la que forman parte las nueve principales economías de la zona euro, incluida España. El Club ha negociado reestructuraciones de deuda con 90 países, aunque pide como condición que estén sometidos al control del FMI.
6 Mediación de Bruselas. La Comisión Europea aboga por una vía intermedia entre Angela Merkel y Alexis Tsipras. La opción de Bruselas pasaría por sustituir el segundo rescate por un programa menos estricto y la progresiva autonomía financiera de Grecia. Atenas intentaría volver a colocar deuda a largo plazo en los mercados y Bruselas respaldaría esa tentativa con una línea de crédito de unos 10.000 millones de euros. Se trataría de una solución a corto plazo, pero que no resuelve el gran problema de Grecia: una deuda equivalente al 175% de su PIB y subiendo. Algunos analistas calculan, además, que Grecia necesitará un tercer rescate de unos 40.000 millons de euros.
7 Tabla rasa. El economista Hans Werner-Sinn, presidente del influyente instituto de estudios alemán IFO, defiende desde el comienzo de la crisis una solución drástica para el problema de la deuda griega: la salida de Grecia del euro, al menos temporal, para permitir una devaluación de la nueva moneda (de hasta el 30%) que alivie la grave situación de las empresas y familias del país. Werner-Sinn da por supuesto que Grecia no va a poder pagar la deuda y considera que es mejor que la suspensión de pagos se haga fuera de la Unión Monetaria. La propuesta cuenta con el favor del ministro alemán de Finanzas, Wolfgang Schäuble. Pero nadie más la apoya. Al menos, de momento. “Ni Grecia ni ningún país va a salir del euro”, señaló tajante la semana pasada el presidente del gobierno, Mariano Rajoy. Una tesis defendida también, aunque con menos ardor, por la canciller Merkel.
8 Solución global o Charlie Hebdo. Entre las víctimas de la matanza en París se encontraba Bernard Maris, miembro del Consejo de Gobierno del Banco de Francia y colaborador habitual, con el nombre de Oncle Bernard, de la revista satírica Charlie Hebdo. Maris defendía una solución global para el problema de la deuda pública en la zona euro, que desde el nacimiento de la moneda única en 1999 ha pasado de 4,5 billones de euros a nueve billones.
La propuesta no era ninguna broma. De hecho cuenta con el apoyo del grupo de economistas que asesora a Merkel, que ya en julio de 2012 sugirieron la creación de un “fondo europeo de redención de deuda” para amortizar durante 25 años los números rojos por encima del límite del 60% previsto en el Pacto de Estabilidad. Los sabios alemanes calculaban que ese fondo podría llegar a amortizar 2,6 billones de euros, con 952 millones de euros de Italia; 580 millones, de Francia; 537 millones, de Alemania; o 271 millones de España. Quién sabe. Tal vez, la creación del Fondo de deuda acabe siendo un inesperado homenaje póstumo a los dibujantes y colaboradores de Charlie asesinados en París.
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