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Tribuna
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El hardware de Google

Qué pasaría si los fabricantes de vehículos se viesen obligados a comercializar sus automóviles solo a través del alquiler en lugar de la venta? En una situación similar se encuentra el sector mundial de la informática empresarial que está experimentando el proceso de integración más importante desde hace 30 años. El motivo, la llegada del Cloud Computing y de modalidades de contratación que este ofrece como el Software como Servicio (SaaS), la empresa paga por el uso efectivo del software, no por su compra, que es la modalidad preferida por la mayoría de las empresas y la que generará un impacto doble: económico y en la cadena de valor del sector.

Partamos de la idea de que, bajo mi punto de vista, estamos en un proceso de comoditización del software empresarial. El cliente cada vez aprecia menos el valor de una solución, ya que tiende a pensar que todas aportan lo mismo. Ello se debe a la existencia de soluciones en la nube, más sencillas, autoinstalables y flexibles con un menor coste de implantación y por tanto menor riesgo para el cliente, que puede cambiar y elegir para cada necesidad al best of breed, esto es, mejor proveedor de cada especialidad. Algo impensable cuando cualquier gran corporación para conocer en tiempo real la situación de cualquiera de sus procesos en cualquier lugar del mundo debía amoldarse a soluciones informáticas rígidas y de alta complejidad.

El impacto económico se debe a que las soluciones en la nube ponen en peligro el modelo tradicional de negocio de las empresas de software y que hasta ahora pasaba por tres elementos: la venta de licencias, los servicios profesionales y las cuotas de mantenimiento y soporte. Si bien las dos últimas se mantendrán, la venta de licencias en modo perpetuo deja de tener valor con el nuevo modelo debido al argumento citado en el párrafo anterior. La desaparición paulatina de la venta de licencias perpetuas va a provocar una importante repercusión financiera: el modelo SaaS va a generar, al menos durante un tiempo, un impacto negativo en las cuentas de resultados del fabricante, especialmente por la falta de liquidez a corto y medio plazo. Junto al tsunami económico se produce otro similar entre los numerosos actores que conforman la cadena de valor. Algunos de ellos son los fabricantes de Hardware, de sistemas operativos, de middleware o los proveedores de servicios profesionales. Una tónica común en los últimos años es que para continuar siendo dueños de su propio futuro los distintos actores necesitan manejar y controlar la cadena de valor completa. Muestra de ello son las recientes compras de los principales fabricantes de soluciones y aplicaciones de otras empresas de hardware, de bases de datos o de componentes tecnológicos. Lo hacen con un solo objetivo: convertirse en empresas integradas, que ofrezcan un servicio global, completo y único.

Más en detalle y a partir de los antes citados, parece que fabricantes de hardware, de bases de datos, de middleware, de sistemas operativos y de bases de datos entrarán en una fase de debilidad por dos motivos, el primero porque su papel cada vez será menos crítico y segundo porque deberán entenderse cada vez con menos actores más grandes y más expertos.

En cuanto a los creadores de aplicaciones y soluciones están bien posicionados, aunque son conscientes de que, como consecuencia de la comoditización, todas las soluciones y aplicaciones tienden a “hacer lo mismo”.

En lo que a servicios profesionales se refiere considero que la suerte será dispar. En cuanto al managment quedarán aquellos expertos en el sector que puedan aportar mejoras en los procesos siempre que aporten una ventaja competitiva sostenible, con la amenaza futura de las best practice y del e-learning aunque estos factores tardarán en imponerse. Por otro lado creo que la figura del costumizador tiende a desaparecer, ya que las aplicaciones son, cada vez, más preconfiguradas y autoinstalables, para ser funcionales desde el primer momento. Y en lo que a integradores se refiere, su imagen se verá debilitada ya que los sistemas de comunicaciones entres diferentes sistemas utilizan, cada vez más, protocolos estandarizados. Aún así, ante todo este convulso escenario sí que se da un ganador claro, el cliente final, a quien le es indiferente de dónde proviene la base de datos que utiliza o la marca de los ordenadores que aloja su información en la nube siempre y cuando reciba un buen servicio. ¿Y es que alguien se pregunta de qué marca es el hardware de Google?

Juan Antonio Fernández es Consejero Delegado de Unit4 Ibérica

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