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Tribuna
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El adiós de Bernanke

Este miércoles 29 de enero presidirá Ben Bernanke su ultima reunión como chairman de la Reserva Federal de EEUU. Se espera que en esta reunión la Fed continúe con su programa de tapering de compra de activos, y se prevé una reducción de otros 1.000 millones de dólares, que reduzca las compras de activos a unos 650.000 dólares al mes, lo que conformaría la confianza de la Fed y la recuperación de la economía estadounidense. También hay expectativas de que la Fed indique que va a pasar con los tipos de interés una vez que el desempleo baje al 6,5%.

Pero el foco de atención no estará sólo en lo que decida la Fed, sino también en la despedida de Bernanke. Profesor en la universidad de Princeton, es considerado probablemente el mayor experto en la Gran Depresión y un firme creyente en el principio de la estabilidad relativa de precios. Ya antes de la crisis Bernanke había reconocido los errores de la Fed en su respuesta a la crisis de los 30, que causaron la intensificación y alargamiento de aquella crisis. Bernanke estudió detalladamente esa experiencia y puso en práctica todo lo que había teorizado cuando la crisis financiera se intensificó en 2008 y llevaba tan sólo dos años en el cargo.

Bernanke fue el principal valedor de la serie de rescates y préstamos que mantuvieron a flote a numerosas instituciones financieras que de haberse hundido hubiesen llevado al abismo al sistema financiero de EEUU, y podrían haber causado la repetición de la Gran Depresión. Su objetivo de mantener la estabilidad de precios a cualquier coste le llevó a inyectar mas de 4.000 millones de sólares de reservas en el sistema bancario.

Su gran éxito durante la crisis fue el evitar el colapso del sistema financiero y la deflación. Es indudable que su conocimiento de la historia económica ha sido instrumental para evitar los errores del pasado. Al mismo tiempo, durante su mandato la Fed ha progresado en sus comunicaciones, convirtiéndose en una institución más transparente y más responsable al público y al Congreso de EEUU, lo que ha aumentado su legitimación (pese a todas las críticas). También ha sido notable su decisión de introducir un régimen de objetivo flexible de inflación (flexible inflation targeting): en 2012 la Fed fijó por vez primera un objetivo a largo plazo de inflación del 2%, un modelo que se ha convertido en el nuevo dogma de los bancos centrales.

Sin embargo sus críticos sostienen que sus decisiones han distorsionado los precios, y que llevan plantadas las semillas de la inflación y del surgir de nuevas burbujas. Además antes de la crisis su optimismo sobre la capacidad de la política monetaria en mantener la estabilidad económica (la gran moderación), le llevó a minimizar los riesgos inherentes en una economía fuertemente endeudada. A la vez ignoró los riesgos de las hipotecas basura.

Pese a todo, una vez que estalló la crisis, reconoció estos errores y actuó de forma decisiva para evitar el colapso: reduciendo los tipos de interés y aumentando el crédito, asegurándose que las instituciones financieras tuviesen la liquidez necesaria para seguir siendo solventes. Una vez que consiguió rescatar al sistema financiero, también tomó medidas agresivas para rescatar la economía y minimizar los daños de la crisis. Su sucesora, Janet Yellen, tendrá que gestionar ahora la salida de las medidas excepcionales de Bernanke para afrontar las crisis. Los analistas coinciden que hay dos grandes retos: por un lado estudiar cómo combinar el régimen monetario de objetivo de inflación con la estabilidad financiera, y por otro verificar si las medidas adoptadas hasta ahora serán suficientes para atajar la fragilidad del sistema financiero. Muchos pensamos que pese a todas las reformas y mejoras, el sistema sigue siendo frágil y que el problema de too big to fail no ha sido resuelto. Al contrario, el sistema sigue dominado por un número aún menor de instituciones con reservas reducidas.

Todavía es pronto para emitir el juicio de la historia. Sin duda que Bernanke será considerado uno de los grandes chairman de la Fed. Pese a las críticas, muchos pensamos que su actuación ha sido instrumental para evitar una crisis mucho mayor. Al mismo tiempo es muy importante reconocer que el hecho de que haya tenido que actuar de forma tan agresiva fue porque se minimizaron los riesgos y se ignoró la fragilidad del sistema. Una vez más pensamos que “esta vez era diferente”. Bernanke nos ha ayudado a salvar la crisis, pero también nos deja pendientes muchas incertidumbres sobre el futuro del sistema financiero, de las políticas monetarias y económicas, y sobre el papel de los bancos centrales. Ojalá que no lo olvidemos y aprendamos de los errores que llevaron a esta crisis.

Sebastian Royo es vicedecano catedrático de Ciencia política en la Universidad de Suffolk.

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