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Columna
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La liquidez no podía complacer a todos

En la crisis de finales de 2011 y 2012, el Banco Central Europeo, bombeó alrededor de un billón de euros en préstamos a tres años a los bancos de la zona. Ahora abundan los rumores de una nueva inyección de liquidez. Sin embargo, las opiniones varían sobre por qué y cuándo será necesaria –y qué forma tomaría–.

Hay una razón para sacar el tema. Cuando los viejos préstamos están a punto de vencer, los bancos devuelven el dinero al BCE y se financian en los mercados monetarios. Ello elevará los tipos en la zona euro, dañando una frágil recuperación. El exceso de liquidez ha caído de cerca de 800.000 millones de euros en marzo de 2012 hasta quedarse justo por encima de los 200.000 millones de euros. Los mercados se vuelven más volátiles a medida que se contrae el exceso de liquidez, con un punto decisivo que es posible que se sitúe en el nivel de 100.000 millones de euros.

No es probable que un movimiento similar a las “operaciones de financiación a más largo plazo” de 2011 y 2012 tenga el mismo efecto. No haría falta que fuera tan largo o tan grande. Por otra parte, se supone que la “revisión de la calidad de activos “y los test de estrés del próximo año apuntarán a que las entidades no necesitan financiación del banco central. Hay formas más simples de hacer frente a la caída de liquidez, como reducir las reservas.

No es probable que una financiación similar a la llevada a cabo en 2011 y 2012 tenga el mismo efecto

El BCE también podría querer usar el arma de la liquidez para reforzar su “forward guidance”, la herramienta de comunicación que comenzó a utilizar para contrarrestar los efectos del aumento de los tipos estadounidenses. Eso probablemente requerirá una inyección muy grande, con un tipo fijo; un paso audaz para un banco central que favorece la ambigüedad y la polémica si se utiliza de nuevo para comprar deuda soberana. Es probable que sea el último recurso si la zona euro se enfrenta a la deflación.

Cualquier movimiento del BCE implicaría un complicado equilibrio en términos de plazos, estructura y garantía. No es de extrañar que su presidente Mario Draghi no hable mucho. Puede que esté esperando que con la economía en lenta recuperación, acaben los días de las intervenciones.

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