Planes de pensiones al rescate de la pyme
En un contexto en que empresarios y particulares no pueden acceder a financiación, no deja de ser sorprendente que, cuando cada día nos despertamos con una nueva noticia sobre la reforma del sector financiero, pocas voces pidan contrapartidas concretas a la banca. Evidentemente, todas las medidas de saneamiento tienen un único objetivo, abrir las válvulas del crédito, pero poco se habla del cómo y hacia quién, dando por hecho que, una vez saneadas, como si fuesen ONG, las entidades financieras devolverán a la sociedad lo que esta les ha dado.
Una de las diferencias entre la banca española y la europea y americana es el poco importe que sus fondos de pensiones dedican a empresas no cotizadas. La diferencia es notable: según estadísticas de la asociación europea de capital riesgo (EVCA), el 15,6% de los fondos invertidos en capital riesgo proviene directamente de planes de pensiones, mientras que en España, según la asociación nacional (Ascri), solo el 1% de los fondos gestionados provienen de planes de pensiones nacionales. Este dato es revelador ya que en la mayoría de países europeos no existe obligación alguna de los gestores de fondos de pensión de invertir en empresas no cotizadas. Se trata pues de una cultura de optimización de la cartera de inversión que incluye canalizar parte de sus enormes fondos hacia pequeñas y medianas empresas no cotizadas en forma de capital y no de deuda. No parece que esta cultura esté generalizada en España ya que tampoco las compañías de seguros aportan capital a las empresas no cotizadas mediante vehículos tipo capital riesgo: según las mismas fuentes, las compañías de seguros representaban el 10% de los fondos invertidos por el capital riesgo europeo, mientras que en España solo representan el 0,5%.
Un destacado miembro de un prestigioso fondo de inversión me comentaba recientemente que esta anomalía era doblemente grave teniendo en cuenta las ingentes cantidades captadas por los bancos gracias al, hoy en día, único dispositivo fiscal existente de desgravación para particulares: las aportaciones a planes de pensiones. El patrimonio gestionado asciende a más de 80.000 millones de euros y, como hemos visto, este dinero financia grandes empresas cotizadas y deuda soberana. Creo que la desgravación fiscal tiene un efecto perverso: el partícipe se conforma con la rentabilidad inmediata que le procura el ahorro fiscal y no exige una gestión activa de los fondos aportados a la entidad financiera, orientada hacia la búsqueda de rentabilidades por encima del mercado.
Por su lado, los principales vendedores de estos productos -los gestores de cuentas de particulares de las entidades bancarias-, carecen de la formación suficiente para explicar que una cartera de inversión a largo plazo óptima debería incluir una pequeña parte de activos más arriesgados pero con más esperanza de rentabilidad. Sin embargo, a mi parecer, el problema esencial reside en que el banco no tiene ningún incentivo para incluir, en sus planes de pensión, fondos que inviertan en capital riesgo ya que la selección y monitorización de estos fondos requiere un esfuerzo (es decir, un coste) que no les revierte en una mayor captación de recursos de los partícipes.
En otras palabras, la clientela de los planes de pensiones se ha convertido en cautiva gracias al dispositivo fiscal, lo que es una panacea para el sector financiero y asegurador. Siendo esto así, es justo pedir al sistema financiero que el dinero que manejan se reinvierta en el país, no solo como deuda soberana o acciones de grandes corporaciones sino también, en proporción modesta para no poner en riesgo las pensiones de nadie, como apoyo en capital a las pequeñas y medianas empresas no cotizadas. Estas no pueden acceder ni a deuda ni a un mercado de capitales organizado como las empresas cotizadas, por lo que la única opción para el empresario -hipotecarse personalmente ya no lo es- es el inversor financiero.
Un incentivo -quizás una regulación que conlleve obligaciones y límites a riesgos innecesarios- para que el dinero aportado a los planes de pensiones potencie el desarrollo de fondos de fondos, del capital semilla y del capital riesgo de bandera nacional sería, sin duda, una buena noticia para la pequeña y mediana empresa y la justa contrapartida a este dispositivo que tanto ha beneficiado a la banca.
Una de las diferencias entre la banca es-pañola y la europea y america-na es el po-co importe que sus fondos de pensiones dedican a empresas no coti-zadas"
Eduard Saura. Presidente de Accuracy