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A fondo

El antihéroe del best seller elude cargos

El abogado comunicó buenas noticias el viernes: "no habrá acusación criminal". El cliente es Joseph Cassano, el gestor de la división de productos financieros de AIG. Este área de negocio se convirtió en el agujero negro que engulló a la gran aseguradora y el motivo por el que el Gobierno de EE UU tuvo que poner en marcha un rescate de unos 180.000 millones de dólares. Cassano elude los cargos pero su papel en la historia de esta crisis le ha convertido, para siempre, en un antihéroe según están descubriendo miles de lectores del gran best seller de los últimos meses en EE UU, The Big Short.

El libro está escrito por Michael Lewis, un hombre de Wall Street que probó suerte con la literatura hace años y ahora es la estrella de las librerías. En The Big Short, Lewis narra la historia de los pocos inversores que vieron que lo que tenían delante de sus ojos era una tremenda burbuja inmobiliaria de colosales consecuencias. El autor da a entender que en el mundo de las altas finanzas pocos entendían los riesgos en los que incurrían por muy sofisticados y Masters del Universo (así les llamó Tom Wolfe en La hoguera de las vanidades) que se creyeran.

Cassano es uno de los primeros en caer en esa categoría en la narración.

El área de negocio que dirigía estaba asegurando a buen ritmo unos derivados de crédito inmobiliario que si caían, ellos no podría cubrir, como se demostró. Pero ese no era un escenario que se manejara porque el dinero era fácil entonces (los bonus también) y todo el mundo estaba convencido que para que eso ocurriera, el precio de la vivienda en EE UU tendría que caer a la vez en todo el país. Además, los paquetes de deuda asegurados tenían calificación de Triple A. Pero ese pésimo escenario era real y los CDO que estaba asegurando AIG estaban lejos de estar formados por las mejores hipotecas del país. Muy lejos.

Contar a Cassano que se estaba metiendo en un soberano lío no era fácil. Hijo de un policía de Brooklyn, Cassano pasó la mayor parte de su carrera en Drexel Burnham, el banco forzado a instar la quiebra por sus actividades ilegales en el mercado de los bonos basura, y luego en AIG. Según describe Lewis, su carácter tiránico convirtió "el negociado en una dictadura". "La forma en la que uno habla con Joe pasa por empezar una frase diciendo 'Llevas razón Joe'", explicaba un hombre que trabajaba para él.

En 2005, uno de sus empleados de confianza, Gene Park, le dijo que la mayoría de lo que aseguraban era subprime (enmascarado en triple A) y que no quería participar en ello. Cassano le acusó de ser vago y no querer trabajar en un área de mucho papeleo. Tras la tormenta, Cassano empezó a pensar que podía ser verdad y en 2006 dejó de asegurar esos bonos aunque mantuvo los 50.000 millones de dólares que tenía ya bajo su protección.

La fiscalía ha investigado si Cassano y sus colegas trataron de ocultar sus problemas a auditores, inversores y accionistas en 2007. Y no han tenido pruebas para ello. Lewis, no obstante, ha dejado un retrato de AIG y su antihéroe que no conviene olvidar.

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