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A fondo

Marsans: que alguien haga algo

Marsans necesita urgentemente que alguien haga algo. La situación de total inactividad en la que se ha instalado la red de oficinas del grupo es efecto del marasmo en el que el vive la compañía desde hace meses y presagio de lo peor, es decir, de que si han existido dificultades para que sus trabajadores cobren las nóminas de abril, percibir los salarios de mayo se antoja realmente complicado. No hay caja, simplemente. Los trabajadores lo saben y ellos son las principales víctimas, junto con clientes y acreedores, de una situación que se podía haber evitado. No era necesario llegar hasta aquí ni maltratar la marca hasta hacer que valga cero euros.

En los últimos meses, especialmente desde que el grupo se viera obligado a cerrar Air Comet, la dinámica de Marsans ha entrado en una espiral que ha llevado a la compañía a una situación cada día peor. Los problemas vienen de lejos, no es de ahora, pero sus proveedores aseguran que aunque tarde y mal, Marsans iba cumpliendo con sus pagos, lo que ha disuadido a algunos de ellos de solicitar hace ya meses concurso de acreedores para la compañía de la que son propietarios Gerardo Díaz Ferrán y Gonzalo Pascual. Ahora, el sector está inundado de pagarés devueltos de Marsans que, de hundirse, puede generar un efecto arrastre peligroso en todo la industria turística, nada más y nada menos que a las puertas del verano.

A excepción de Celebi, basta echar un vistazo a la nómina de pretendientes que ha tenido el grupo o alguna de sus empresas para hacerse una idea de en qué situación se encuentra. En noviembre apareció en escena Arnold Leonora, un empresario angloholandés que supuestamente llegó a comprometerse en la compra de Air Comet, pero que se echó atrás en el último momento porque justo el día antes de hacer el primer pago llegó el embargo de la flota. A la vez que los abogados registraban la solicitud de concurso de Air Comet, hizo acto de aparición Batalla Juanola, una firma de Barcelona que representaba a un fondo de Luxemburgo especializado en entrar en empresas en crisis. Tampoco cuajó, parece ser que no les gustó lo que había en los cajones. Luego apareció Josep Xicola, un personaje en busca y captura por la policía, que fue detenido hace días.

Ni empleados ni clientes ni proveedores se merecen haber llegado a esta situación

Después de varios anuncios a través de filtraciones interesadas, se conoció que en Marsans llevaban unos días pululando por los despachos de unos señores capitaneados por Iván Losada Castell, al que sus actuaciones precedentes en algunas empresas (Teconsa, por ejemplo) no le sitúan en una posición de infundir tranquilidad ni a trabajadores ni a proveedores. "Siguen negociando" con Losada, es la versión que exporta Marsans. Pero no se sabe ni sobre qué ni en nombre de quién. Y luego llegó el capítulo Tremón, un grupo inmobiliario en concurso cuyo propietario estaba supuestamente dispuesto a inyectar 100 millones en reflotar Marsans. Los bancos no están por la labor y mucho menos la entidad que, según la versión que se filtró a los sindicatos, iba a financiar la operación. Al final, la conclusión es que no parece que haya habido nadie solvente -a excepción de Celebi- del sector turístico en la puja por Marsans y que ha habido varias cortinas de humo.

Ni empleados ni clientes ni proveedores se merecen haber llegado hasta aquí. Los gestores de Marsans tenían que ser conscientes de que, ante el derrumbe del negocio, lo mejor hubiese sido ir directamente a un concurso ordenado o reducir temporalmente plantilla a través de un ERE.

Y no se puede hacer un análisis de la situación sin mencionar la doble condición de Gerardo Díaz Ferrán como copropietario y presidente de la patronal CEOE. La persona que representa a los empresarios españoles, y más en este momento en que toda la escena internacional mira con lupa los pasos que da España, no puede estar a la vez al frente de un grupo que no paga a los proveedores, cumple tarde con sus trabajadores, ha perdido totalmente la confianza de las entidades financieras y sus clientes se encierran en las agencias de viajes para que les devuelvan el dinero. ¿Qué imagen estamos dando de un sector como el turístico, clave para la economía, y de España como destino de inversión en un momento en que nos hallamos bajo el escrutinio internacional? Que alguien haga algo.

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