Bear Stearns, 'bear market'
Ante las turbulencias financieras. El mercado espera una nueva bajada de tipos en la reunión de hoy de la autoridad monetaria de EE UU. Los autores analizan en estas páginas las consecuencias de la crisis financiera así como los efectos de las últimas intervenciones de la Reserva Federal para recuperar la confianza de los inversores
Como es sabido, se denomina bear market a aquella situación de mercado en la que los precios están inmersos en una tendencia bajista, en contraste con un bull market, en el que todo sube. Curiosamente, las noticias sobre Bear Stearns han acabado con el escenario de rebote de las Bolsas que se podía manejar en los últimos días, cuando observábamos que los mínimos del 21/23 de enero ejercían de soporte.
Lo que le ha sucedido a este banco de inversión estadounidense es bien significativo del problema al que nos enfrentamos. Por un lado, que está en riesgo la solvencia de las grandes instituciones, y ya no en los bancos regionales de pequeño tamaño de los que pocas veces habíamos oído hablar. Bear Stearns tiene 85 años de historia (ha superado, por tanto, la Gran Depresión de los años treinta), 14.000 empleados y en 2006 ganó 2.100 millones de dólares (aunque sólo 233 en 2007). Por otro lado, se constata que la crisis subprime también afecta a entidades que, paradójicamente, no conceden hipotecas. De hecho, la actividad de Bear Stearns se centra en banca de inversión y en aspectos como intermediación para hedge funds.
Aunque el origen de la actual crisis financiera sea el repunte de la morosidad, especialmente en el segmento subprime, el drama es que, fruto de la innovación financiera, el mecanismo de contagio está siendo muy rápido, de magnitudes sorprendentes y del que nadie está a salvo, especialmente los bancos estadounidenses.
La Reserva Federal trata de atajar este perverso diagnóstico con una política monetaria que podríamos valorar como poco ortodoxa. Reduce hasta apenas 25 puntos básicos (pb) la diferencia entre el nivel objetivo de los fondos federales y la primary credit, generaliza el acceso a esta facilidad de crédito y rebaja las garantías exigidas contra el riesgo de impago para captar la financiación. Todo ello, con una rebaja de los tipos de intervención (seguramente hoy recorte otros 100 pb) sin precedentes en cuantía, pero sobre todo en tiempo (a principios se septiembre se situaban en el 5,25%) y en un contexto de intenso repunte de la inflación. ¡¡Bienvenida sea la heterodoxia monetaria si consigue evitar (aunque ya parece imposible) o, al menos, aliviar, una recesión en EE UU!!
En este contexto, poco ayuda el incomprensible encarecimiento de las materias primas, y no sólo del petróleo, sino del cobre, paladio, zinc, o trigo, arroz y soja. Es posible que los especuladores estén invirtiendo en este mercado financiándose en dólares, moneda que habría tomado el relevo al yen en los famosos carry trade (¿qué sentido tiene un yen/dólar por debajo de 100?). El problema de los máximos en las materias primas es que provoca un persistente aumento de la inflación que deteriora, aún más, las expectativas de los consumidores y una adicional dificultad a la hora de recortar los tipos de interés para algunos bancos centrales, como es el caso del BCE.
Flaco favor el que está haciendo nuestra autoridad monetaria al mantener la agresividad de su discurso, más aún cuando el euro no hace más que apreciarse y el euríbor se eleva por la prima por riesgo interbancario. Con un tipo de intervención en el 4,0%, el euríbor a 12 meses debería cotizar en el 4,15% e, incluso, por debajo (3,75%) si tenemos en cuenta las expectativas del mercado de futuros recortes del tipo de intervención.
Sin embargo el tipo interbancario ha experimentado un reciente repunte hasta la zona del 4,60%, es decir, niveles cercanos a los del cierre del pasado año. Ninguna entidad financiera está a salvo de ser sospechosa de tener problemas de solvencia, lo que le obliga a pagar una sobreprima por captar fondos que han superado los 100 pb. Esta situación distorsiona los tipos de interés, con un impacto claro sobre el crecimiento del PIB, ya que los agentes endeudados de otros sectores se ven obligados a pagar esta sobreprima.
Por este motivo el BCE debería recortar su tasa de intervención, con la intención de compensar el repunte del euríbor derivado de la actual crisis financiera. Es verdad que la inflación se ha situado claramente por encima del objetivo del 2% y que lo mejor que puede hacer un banco central para el crecimiento futuro es anclar la expectativas de los agentes sobre crecimiento de los precios, pero la situación a la que nos enfrentamos es tan excepcional, y los riesgos para el crecimiento tan importantes, que es recomendable dejar atrás la ortodoxia, como está haciendo la Reserva Federal (y al contrario de lo que hizo el Banco de Japón hace ya casi 20 años).
David Cano Martínez, Socio de AFI (Analistas Financieros Internacionales) y director general de Afinet