_
_
_
_
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Incógnitas sobre el futuro universitario

El Consejo de Coordinación Universitaria presentará en breve el nuevo catálogo español de titulaciones. El autor advierte contra el peligro de alargar la duración de las carreras, porque sería más gravoso para los alumnos y las Administraciones, y los graduados españoles perderían competitividad frente al resto de los europeos

A partir del 1 de mayo está previsto que el Consejo de Coordinación Universitaria presente el nuevo catálogo de titulaciones universitarias, adaptadas al marco de la Declaración de Bolonia. Dicho catálogo ha sido elaborado por unos grupos de trabajo constituidos en gran medida por rectores de nuestras universidades, y nadie duda del peso de la Conferencia de Rectores de las Universidades Españolas (CRUE) en la nueva configuración de la educación superior española.

Ante estas circunstancias, es necesario plantearse qué modelo de educación defenderá la CRUE. ¿Seguirá la línea emprendida por la mayoría de los países de la UE u optará por un sistema netamente español? De la respuesta a esta pregunta depende el futuro de cientos de miles de estudiantes y profesionales.

El artículo 10 del Real Decreto 55/2005, de 21 de enero, por el que se establece la estructura de las enseñanzas universitarias y se regulan los estudios oficiales de Grado, permite moverse entre 180 y 240 créditos para la obtención de los títulos de Grado. Sin embargo, la mayor parte de los Estados miembros del Espacio Europeo de Educación Superior (EEES) ha optado, en la mayoría de las carreras, por los 180 créditos.

Esta línea mayoritaria de actuación resulta especialmente patente en el caso de los estudios empresariales. Según un reciente estudio de la Conferencia de Decanos de Facultades de Ciencias Económicas y Empresariales (Confede), en el que han participado decanos de dichas facultades de la práctica totalidad de las universidades españolas, y que se incluye dentro del Libro Blanco que sobre dichas disciplinas ha elaborado este colectivo universitario-, son muchos más los países que han optado por los 180 créditos, o están en camino de hacerlo, que los que están debatiendo la posibilidad de elegir 240 créditos; además, entre los primeros se encuentran algunos de los más importantes, como Francia, Italia, Alemania, Bélgica o Países Bajos.

Estos países han actuado en consecuencia con la Directiva 89/48/CEE, del Consejo de Comunidades Europeas, que establece un sistema general de reconocimiento mutuo de los títulos de enseñanza superior que acreditan una formación mínima de tres años. Una directiva que tuvo su reflejo en la legislación española en el RD 1665/1991, de 25 de octubre.

Por otra parte, uno de los principales objetivos de Bolonia y del Real Decreto de Grado es lograr la capacitación de los estudiantes para integrarse en el ámbito laboral. Y si tenemos en cuenta que el último informe del mercado de trabajo de los titulados universitarios del Inem sitúa a los titulados en Ciencias Empresariales en el cuarto puesto del ranking de las titulaciones más demandadas, surge inmediatamente una pregunta: ¿Para qué alargar la duración de las carreras de primer ciclo si hasta ahora el sistema ha funcionado?, máxime cuando esta modalidad coincide con la tendencia que siguen los países de nuestro entorno.

Si se alarga la duración de nuestras carreras, los graduados españoles perderán competitividad con respecto al resto de graduados europeos, ya que, en un futuro próximo, nos veremos obligados a homologar en nuestro país títulos con menos créditos que los nuestros. Además, esta nueva modalidad resultará mucho más gravosa para los alumnos, para las Administraciones (estatal y autonómica), y, en definitiva, para toda la sociedad. Entonces... ¿por qué esta nueva propuesta?

Pero existen otras cuestiones en las que parecemos empeñados en distanciarnos de Europa. Mientras que todos los países citados anteriormente, y muchos más, han optado por varias denominaciones de Grado dentro de cada campo, en España se está optando por sólo una o dos denominaciones. A modo de ejemplo, en Alemania los títulos que se están aprobando tienen múltiples denominaciones (Bachelor o Grado en Contabilidad, Bachelor en Administración de Empresas, Bachelor en Economía Internacional, etcétera). Lo mismo ocurre en Italia, con hasta siete posibilidades de Lauree Triennali en algunas universidades (entre ellas Comercio, Finanzas...). Y de igual forma en Francia, Reino Unido, Austria... ¿Por qué tenemos en España este afán reduccionista? Deberíamos considerar la importancia histórica de disciplinas como la Contabilidad o el Comercio.

También hay que destacar que, para el desarrollo de un país, es básico contar con expertos en contabilidad, auditoría o comercio, disciplinas que, por otra parte, tienen una indiscutible significación en el ámbito laboral. Entonces, ¿por qué ceñirnos sólo a un Grado en economía y otro en empresa?, ¿por qué no seguir el ejemplo de los países de nuestro entorno?, ¿es que todavía sigue vigente el Spain is different?

æpermil;sta y otras muchas cuestiones van a ser debatidas en el XVI Congreso Nacional de Titulados Mercantiles (Córdoba, del 4 al 7 de mayo). Allí se pondrá de manifiesto que aún quedan muchas dudas por despejar, si lo que queremos realmente es crear una universidad de referencia.

Esperemos que nuestro rectores reflexionen a tiempo y no nos alejen de Europa. De no ser así, confiamos en que el Ministerio de Educación actúe en consecuencia, en favor de los intereses generales.

Archivado En

_
_