Intel se ha fabricado su debilidad ante la Casa Blanca
La mano dura de este Gobierno con las empresas es muy preocupante, pero los anteriores también intervinieron en firmas de importancia estratégica

La posición de Intel se está volviendo cada vez más inestable. Donald Trump pidió el jueves la dimisión del “muy conflictivo” CEO Lip-Bu Tan, tras solo cinco meses en el cargo. La mano dura de este Gobierno con las empresas es muy preocupante, pero los anteriores también intervinieron en firmas de importancia estratégica.
El sector está sintiendo cada vez más presión. Trump dice que impondrá un arancel del 100% a los chips, eximiendo solo a los que eleven su capacidad en EE UU. Al menos aquí hay cierta continuidad. Con Barack Obama, los reguladores comenzaron a rechazar las adquisiciones chinas de fabricantes de chips, y Joe Biden creó apoyo financiero para la industria mientras cortejaba a otras naciones para que apoyaran a Intel.
La cuestión general es que el dominio de esta firma en la era de los PC sustentó en su día la superioridad técnica de EE UU. Ahora, TSMC es el proveedor preferido de Apple o Nvidia. Ceder la corona le ha costado muy caro a Intel. Las ventas y la rentabilidad se han desplomado. Ha caído un 70% en Bolsa desde 2020. Con los fabricantes chinos tratando de ponerse al día, depender de Taiwán es inaceptable para las autoridades de Washington. Los 39.000 millones de dólares en subvenciones de la Ley Chips pretenden restablecer el equilibrio.
Pero Intel sigue en apuros. Su revisado proceso de fabricación, conocido como 18A, está fallando, según Reuters. Está recurriendo a tal apoyo de los contribuyentes y a complicados acuerdos de financiación que ahora informa de capex “neto” y “bruto”, ajustados para tener en cuenta estos estímulos, una clara señal de que su autonomía se está desvaneciendo.
El arrebato de Trump se hace eco de las preocupaciones –confusas– sobre los vínculos de Tan con China. El senador republicano Tom Cotton señaló la cuestión al presidente de Intel, Frank Yeary, haciendo referencia a un artículo de Reuters sobre las inversiones del CEO en cientos de firmas chinas. Los asuntos graves deben abordarse, pero las insinuaciones son un indeseable factor desestabilizador.
Hay precedentes de intervenciones razonables. Cuando la Casa Blanca rescató General Motors, en 2009, Obama destituyó al CEO, Rick Wagoner. Si Intel estuviera en mejor forma, podría defenderse mejor. Pero se ha fabricado en gran medida este incómodo limbo.
Los autores son columnistas de Reuters Breakingviews. Las opiniones son suyas. La traducción, de Carlos Gómez Abajo, es responsabilidad de CincoDías

