Los aranceles son palos de ciego para Toyota y Honda
Las dos firmas japonesas prevén un impacto conjunto de 10.700 millones de euros, pero las previsiones son endebles
Los esfuerzos por cuantificar el impacto de los aranceles del presidente estadounidense Donald Trump sobre los fabricantes de automóviles parecen una broma de mal gusto. Las japonesas Toyota y Honda esperan ahora un impacto combinado de más de 12.500 millones de dólares (10.700 millones de euros) para todo el año. Sin embargo, la variabilidad de los factores y los cambios en las hipótesis hacen que estas previsiones puedan cambiar fácilmente. Esto dificulta la adopción de medidas decisivas, como el aumento de los precios.
El miércoles, Honda (valorada en 500.00 millones de euros) elevó su previsión de beneficios operativos a 700.000 millones de yenes (4.070 millones de euros) para los doce meses hasta marzo de 2026, lo que sigue siendo un 40 % inferior a los beneficios del año pasado, ya que los aranceles estadounidenses sobre los productos japoneses fueron inferiores a lo temido.
Su rival Toyota (que vale 204.000 millones de euros) presentó a su vez el jueves sus estimaciones para el periodo actual y ahora espera que el beneficio operativo anual caiga un tercio. Las acciones de ambos fabricantes de automóviles apenas reaccionaron a la noticia, lo que implica que el impacto de los aranceles estadounidenses, aunque dañino, se ajusta en gran medida a las expectativas. El problema es que las empresas, y los inversores, están llenando algunos grandes vacíos para llegar a estas proyecciones.
El acuerdo comercial entre Estados Unidos y Japón, que fijó el arancel sobre las importaciones de automóviles del país asiático en un 15%, frente al 27,5% amenazado anteriormente, aún no se ha plasmado por escrito, por lo que los detalles podrían cambiar. Honda da por hecho que los nuevos tipos entrarán en vigor en septiembre, mientras que los cálculos de Toyota se basan en agosto.
Ambas incluyen también un arancel del 25% para los automóviles terminados procedentes de Canadá y México, donde cada una fabrica una parte importante de sus vehículos destinados a Estados Unidos, además de exenciones para las piezas importadas de esas regiones. Estas también pueden cambiar: el secretario de Comercio de Estados Unidos, Howard Lutnick, dijo el mes pasado que el presidente va a renegociar “sin lugar a dudas” el acuerdo entre EE UU, México y Canadá.
Esto hace que responder a los aranceles, ya sea modificando las líneas de producción, cambiando las cadenas de suministro o subiendo los precios, sea especialmente peligroso. Honda está considerando medidas como aumentar la capacidad de producción en Estados Unidos, añadiendo turnos en las fábricas, según la dirección, o subcontratar las instalaciones de Nissan Motor en el país, informa Nikkei. Pero eso probablemente daría lugar a un aumento de los costes de fabricación y a una mayor urgencia por encontrar fuentes alternativas para componentes clave fabricados en Japón, como baterías y motores. Es comprensible que el consejero delegado, Toshihiro Mibe, quiera tomarse su tiempo antes de dar el paso.
Mientras, Toyota se ha mantenido en silencio sobre las subidas de precios provocadas por los aranceles, que no se han tenido en cuenta en sus previsiones. De hecho, la mayoría de las empresas del sector han optado por mantener su posición en el primer semestre de este año: los primeros en actuar corren el riesgo de perder cuota de mercado o incluso incurrir en la ira de Trump. Y una vez que una empresa se compromete a subir los precios, es extremadamente difícil dar marcha atrás.
Lo único seguro es que las últimas previsiones y las hipótesis en las que se basan no pueden tomarse demasiado en serio. Esto deja a los fabricantes de automóviles y a los accionistas conduciendo con grandes puntos ciegos.
Los autores son columnistas de Reuters Breakingviews. Las opiniones son suyas. La traducción, de Carlos Gómez Abajo, es responsabilidad de CincoDías
