La paciencia como estrategia en un mercado que premia o castiga lo inmediato
No es buen momento para dejarse llevar por la urgencia, y conviene mantener activos de calidad en horas bajas

En lo que va de año, las principales Bolsas a nivel global –incluyendo Estados Unidos, Europa, Japón y China– registran incrementos cercanos al 7%. Pese al revuelo generado y la percepción de que Estados Unidos podría no ser un socio confiable, lo cierto es que, hasta la fecha, apenas se están notando diferencias significativas. En el mercado de divisas, sin embargo, sí que se está produciendo más movimiento. Podríamos decir que, más allá de la debilidad del dólar –que también existe–, este año está siendo de especial fortaleza del euro, que se ha ido apreciando frente a la mayoría de las monedas.
La alta volatilidad de los mercados en abril ha dado paso a una cierta tranquilidad, a pesar de la intensa agenda geopolítica y arancelaria en la que estamos inmersos. Trump está avanzando de manera significativa en los principales objetivos que se había marcado (aranceles y recortes de impuestos), sin que ello esté afectando negativamente a las Bolsas.
De hecho, desde abril, la Bolsa estadounidense ha vuelto a marcar la diferencia frente al resto de los mercados, aupada por la buena evolución de los valores más ligados a la inteligencia artificial. Más allá del ruido y de la incertidumbre que genera asistir al día a día de Trump, las acciones evolucionan al ritmo que marcan sus beneficios empresariales. Y, al menos durante los dos primeros trimestres del año, los resultados siguen sorprendiendo positivamente, sobre todo en Estados Unidos.
Aunque con matices. Podríamos decir que un número reducido de compañías está presentando cifras muy positivas, que el mercado está premiando con grandes revalorizaciones, mientras que el resto del mercado, de media, está creciendo poco. En un entorno incierto, con continuos titulares sobre aranceles a países o sectores, el mercado está optando por la visibilidad a corto plazo, esa que está ofreciendo un reducido número de compañías (Nvidia, Microsoft, Meta, por citar las más grandes).
Lejos queda el momento DeepSeek de finales de enero, en el que se quiso aventurar una mayor democratización de la inteligencia artificial. Nada de eso: hemos vuelto a la dictadura de los ganadores actuales. Es curioso apreciar que en Europa esa visibilidad en los beneficios la está mostrando el sector bancario, que presenta una revalorización del 50% en el año.
El mercado, ahora mismo, tiene muy poca paciencia. En los últimos 15 años no se habían visto reacciones tan extremas ante la presentación de resultados o previsiones. Lo que va bien, y comunica buenas expectativas para los próximos trimestres, sube con fuerza. Los que se quedan cortos o presentan guías menos optimistas, caen con fuerza. Mucho premio o mucho castigo. Se respira un ambiente de gran disrupción. Se entiende que los que van más lentos en la adopción de la inteligencia artificial se van a quedar atrás, o acabarán anulados o fagocitados por competidores más avanzados en la materia.
El motor del momento
La inteligencia artificial, a pesar de todo lo que da de sí Trump, es el principal motor narrativo del momento. Compañías desarrolladoras de hardware, software e infraestructura vinculadas a la IA están mostrando resultados sólidos y captando la atención de los inversores. Esta auténtica fiebre por la IA está impulsando una carrera global por expandir esta capacidad tecnológica, acelerando el ritmo hacia una integración cada vez más profunda y transversal de ella en todos los sectores.
A estas alturas, ya no hay voces disidentes respecto a la importancia que la inteligencia artificial tendrá en nuestras vidas. Preguntes a quien preguntes, se entiende que la IA está aquí para quedarse, como en su momento lo hizo internet. Sin embargo, entre algunos escépticos existen dudas sobre la verdadera capacidad de monetizar en un plazo razonable las importantes inversiones que se están realizando. O, en una segunda derivada, si los que se beneficiarán son los que están haciendo el fuerte gasto o serán otros.
El segundo trimestre ha sido un periodo de fuerte recuperación en la Bolsa de Estados Unidos. El movimiento ha estado liderado de manera clara por las compañías de momentum, como las más ligadas a la inteligencia artificial, pero también por aquellos segmentos de peor calidad del mercado, como las compañías que no tienen beneficios, las asociadas al mundo cripto y las meme stocks. Sin embargo, muchas empresas de calidad –al menos hasta que no se demuestre lo contrario– han tenido una evolución mediocre o negativa en un entorno en el que el mercado parece adolecer de un poco de urgencia y de miopía.
No creo que sea un buen momento para dejarse llevar por la urgencia, persiguiendo los activos más especulativos. Es probable que un poco de paciencia –mantener activos de calidad castigados– en este mundo actual tan volcado en lo inmediato dé mejores frutos en adelante.
Ángel Olea es director de inversiones de Abante

