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Análisis
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

A favor de una cultura de la rehabilitación sostenible

La burocracia, la falta de información y el desconocimiento de los propietarios han ralentizado los avances

Vivienda madrid

En España, el 80% de los edificios y viviendas reciben una calificación energética E, F o G. Es decir, ocho de cada diez edificios presentan una ineficiencia constructiva alarmante, según el Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (IDAE). Este escenario no solo amenaza nuestro parque inmobiliario con la obsolescencia, sino que, además, entorpece nuestros objetivos climáticos y limita el bienestar de los ciudadanos, quienes enfrentan facturas energéticas más elevadas y viviendas menos confortables.

¿Por qué esta situación debería importarnos? La construcción y el mantenimiento de edificios son responsables del 37% de las emisiones globales de carbono. Y porque, como recuerda la nueva Directiva Europea de Eficiencia Energética de Edificios (EPBD), “las emisiones no debidas al uso del edificio” podrían representar hasta un 41% de las emisiones del sector en Europa de aquí a 2050. Esto significa que la forma en que construimos y rehabilitamos hoy definirá la huella ambiental de las próximas generaciones.

Ante esta realidad, España se enfrenta a un gran desafío: necesitamos multiplicar por cinco el volumen de rehabilitaciones energéticas hasta alcanzar las 120.000 viviendas anuales, según los objetivos del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia.

Una de las palancas para para cambiar esta realidad se dio en 2020 con la aprobación de la Estrategia a largo plazo para la rehabilitación energética en el sector de la edificación en España (ERESSE), que buscaba fomentar la rehabilitación de los edificios en España a un ritmo mucho mayor del actual. Posteriormente, la llegada del programa de ayudas para rehabilitación integral de edificios residenciales y viviendas, de los fondos Next Generation de la Unión Europea, supuso una gran oportunidad, con una importante dotación económica destinada a la rehabilitación de edificios residenciales y viviendas.

Aunque la burocracia, la falta de información y el desconocimiento de los propietarios sobre los beneficios de la rehabilitación han ralentizado los avances, por fin el año pasado el sector de la edificación en España tuvo sus mejores datos desde 2019. La superficie visada para obra nueva y rehabilitación aumentó un 7% respecto a 2023 y un 5% en relación con 2019, situándose en 35.317.479 m², según informa el Consejo Superior de los Colegios de Arquitectos de España (CSCAE). Pero no debemos conformarnos con esta cifra, el objetivo es mucho más elevado.

Desde mi punto de vista, el problema no es solo técnico o financiero, sino cultural. En España es necesario impulsar una verdadera cultura de la rehabilitación energética. A menudo vemos la reforma de un edificio como un gasto y no como una inversión en ahorro energético, confort y revalorización del inmueble. Y lo que es más grave: ignoramos que rehabilitar es también una de las estrategias más efectivas para descarbonizar nuestra economía y cuidar del planeta.

La descarbonización del parque edificado es el principal desafío al que nos enfrentamos. Para lograrlo, se han propuesto normativas que buscan asegurar el cumplimiento de objetivos ambiciosos. Además de la Directiva Relativa a la Eficiencia Energética de los Edificios (EPBD), que promueve la renovación energética de los edificios existentes con una tasa mínima anual del 3%, se encuentra la Directiva de Alegaciones Ecológicas, cuyo objetivo es regular los mensajes en materia de sostenibilidad para evitar el greenwashing y fomentar una comunicación transparente y fiable.

El pasado día 30 de enero, participé en la presentación, por parte del Ministerio de Vivienda, del proyecto ARCE 2050 (Arquitectura Cero Emisiones). Una iniciativa muy ambiciosa que busca liderar la descarbonización del parque inmobiliario español y sus ciudades, promoviendo una transición energética sostenible. En dicha presentación se destacó la importancia del evento como un proceso participativo clave para avanzar en la hoja de ruta hacia ciudades más sostenibles y descarbonizadas. En numerosas ocasiones se aludió a que esta, es una labor de todos.

Medidas

Las empresas del sector de la construcción tenemos, por tanto, un papel fundamental en este cambio de paradigma, no solo reduciendo las emisiones de nuestras operaciones, sino también liderando la transformación de toda la cadena de valor. Desde el suministro de materias primas y la fabricación de productos hasta el transporte y las propias obras, cada paso cuenta. Pero también los ciudadanos, las comunidades de propietarios y los administradores de fincas deben ser conscientes de su papel en este proceso.

Es cierto que se están haciendo avances. La revisión de la EPBD, por ejemplo, introduce el concepto de Edificios de Cero Emisiones y pone el foco en el impacto del ciclo de vida completo de los edificios. También existen herramientas como los agentes de rehabilitación energética que ayudan a solventar la falta de información. Pero la verdad es que aún estamos a medio camino de crear una demanda efectiva y una verdadera conciencia colectiva sobre la importancia de rehabilitar.

En este contexto, debemos ser más ambiciosos. La colaboración público-privada es necesaria: las empresas debemos seguir apostando por la innovación, la sostenibilidad y la reducción de emisiones, para acompañar a las administraciones públicas que están poniendo en marcha diversos instrumentos para conseguir avanzar en materia de rehabilitación energética: Medición del potencial calentamiento global, el Plan Nacional de Renovación o la Guía de Recomendaciones para mejorar la rehabilitación y descarbonización, entre otros.

La meta está clara: proteger y cuidar el planeta, porque la batalla por la sostenibilidad global se ganará o perderá en las ciudades. Para conseguirlo, es fundamental crear una cultura sólida que valore la rehabilitación energética no como un lujo, sino como una necesidad inaplazable. Porque rehabilitar no es solo construir el presente, sino también impulsar el futuro.

Celia Pérez es managing director de Molins Construction Solutions.

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