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Breakingviews
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

China tiene una ventaja inestable en la batalla de los robots

Las aplicaciones militares ponen las cadenas de suministro del país en riesgo de sufrir la reacción de EE UU

Mobile World Congress

En enero, el presidente chino, Xi Jinping, reunió a los jefes de empresa más poderosos del país, entre ellos el fundador de Huawei, Ren Zhengfei, y Jack Ma, de Alibaba, en una reunión muy publicitada. Entre ellos estaba Wang Xingxing, de 35 años, CEO de la poco conocida empresa emergente de robótica Unitree. Su ascenso a los primeros puestos de la industria del país pone de relieve la creciente importancia del sector en una economía de 19 billones de dólares.

Uno de los principales motivos por los que los países recurren a los robots es el cambio demográfico. En China, el rápido envejecimiento de la población, combinado con el creciente rechazo de los jóvenes a los trabajos en fábricas, ha provocado una crisis laboral: en 2021, las autoridades previeron una escasez de casi 30 millones de trabajadores en el sector manufacturero para 2025. Es probable que la situación empeore. La población activa de China se reducirá a unos 645 millones para 2045. Esto se compara con un máximo de 794 millones en 2013, según estimaciones de la Economist Intelligence Unit, y representaría menos de la mitad de la población total. Para una economía dependiente de las exportaciones, estas tendencias amenazan con descarrilar el objetivo de Xi de duplicar el PIB per cápita para 2035 con respecto a 2020.

No es de extrañar que los paladines nacionales, desde BYD hasta Xiaomi, estén compitiendo para automatizar sus líneas de producción. Pero, aunque la República Popular cuenta con la mayor proporción de instalaciones de robots industriales del mundo, la mayoría de estas máquinas son de tecnología relativamente baja: brazos fijos que se usan normalmente en soldadura, pintura, montaje y otras tareas repetitivas. Es un mercado dominado por un puñado de fabricantes de Japón, Alemania y Suiza.

Esto está a punto de cambiar a medida que estas máquinas se vuelvan más sofisticadas. Gracias a los avances en inteligencia artificial, chips y hardware, Estados Unidos y China compiten ahora por desarrollar robots humanoides que puedan utilizarse en fábricas, restaurantes, hospitales e incluso hogares. El CEO de Nvidia, Jensen Huang, declaró hace poco que, en menos de cinco años, los robots humanoides se utilizarán ampliamente en la industria manufacturera; el jefe de Tesla, Elon Musk, los llamó una vez el “mayor producto de la historia” y ha predicho que pronto superarán en número a todos los humanos, aunque el multimillonario tiene un historial pobre en cuanto a predecir la adopción masiva de tendencias tecnológicas, desde Teslas totalmente autónomos hasta chips que conectan cerebros a ordenadores.

Los analistas de Bank of America prevén que los envíos anuales a nivel mundial alcanzarán en 2030 el millón de unidades, impulsados principalmente por la demanda industrial y aplicaciones tempranas en educación y servicios. Ming Lee, director de investigación automotriz e industrial de China en BofA Global Research, prevé que el precio medio de venta será de unos 20.000 dólares por unidad en ese momento, lo que implica un tamaño de mercado de 20.000 millones. Avanzando otros 30 años, el banco calcula que la población de robots humanoides superará la friolera de 3.000 millones, reemplazando a la mitad de la fuerza laboral en el sector servicios.

Es un escenario optimista que imita una trayectoria histórica similar a la de los teléfonos inteligentes y los vehículos eléctricos, donde las ventas en China crecieron a una tasa anual del 90% en la década hasta 2023. La caída de los costes de los componentes y el generoso apoyo del Gobierno ayudaron a los vehículos eléctricos en China, donde el Ejecutivo está impulsando una gran mejora de su sector manufacturero. Pero se necesitarán avances tecnológicos significativos para los llamados robots de uso general, que pueden adaptarse a diversos entornos para realizar la mayoría de las tareas que pueden hacer los humanos e interactuar en tiempo real con las personas. Los actuales modelos de aprendizaje automático e inteligencia artificial generativa están todavía muy lejos de eso. Los modelos de lenguaje extenso basados en texto, por ejemplo, no podrán entrenar máquinas que también necesiten procesar datos visuales.

Sin embargo, en EE UU Tesla presentó en 2023 su prototipo Optimus de segunda generación, y ahora tiene como objetivo la producción en masa este año. Nvidia también tiene varios proyectos en marcha. Pero empresas chinas menos conocidas, como Unitree y UBTech, respaldadas por Alibaba, ya tienen productos disponibles en el mercado. El año pasado, la primera lanzó un modelo humanoide de bajo coste con un precio inferior a 20.000 dólares; a principios de este año, asombró al país con un ejército de robots bailarines retransmitidos en directo por televisión. Los robots Walker de UBTech ya están desplegados en las fábricas de automóviles de Zeekr y BYD, trabajando junto a los humanos en tareas más avanzadas.

El éxito inicial se debe en gran medida a unas cadenas de suministro sofisticadas y consolidadas. China es líder mundial en vehículos eléctricos, donde existe un gran solapamiento en áreas como los sistemas de visión, los sensores y las baterías. Las marcas de eléctricos que están entre las primeras en adoptar los humanoides también los están fabricando ahora: Xpeng tiene previsto iniciar la producción en masa el año que viene.

Pero el país sigue dependiendo de empresas extranjeras para muchos componentes, en particular los llamados reductores, que son vitales para disminuir la velocidad de un motor y aumentar su par. Pero los proveedores locales, liderados por Leader Harmonious Drive Systems, o Leaderdrive, están recuperando terreno gracias a su escala, precios competitivos y una trayectoria en mejora. El Gobierno también ha puesto todo su empeño en apoyar al sector con generosos subsidios.

Aun así, la robótica china puede chocar pronto con un muro. EE UU sigue siendo el líder mundial en software, inteligencia artificial y chips, todos ellos esenciales para el entrenamiento de humanoides. Unitree, por ejemplo, depende de los semiconductores de Nvidia. Dadas las aplicaciones militares de los perros robot, eso pone a las estrellas en ascenso y a las cadenas de suministro del país en riesgo de sufrir las sanciones y restricciones tecnológicas de Washington. Los legisladores estadounidenses ya han advertido de que los robots chinos son la “próxima amenaza”. La temprana ventaja de China en la carrera de los robots parece, en el mejor de los casos, tenue.

Los autores son columnistas de Reuters Breakingviews. Las opiniones son suyas. La traducción, de Carlos Gómez Abajo, es responsabilidad de CincoDías

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