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Breakingviews
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

La actitud de BP de ‘seguir como hasta ahora’ tiene un límite

El nuevo CEO permanente debe ser más ambicioso, dada la vulnerabilidad de la petrolera ante una absorción

Murray Auchincloss, consejero delegado de BP.
Murray Auchincloss, consejero delegado de BP.AMR ALFIKY (REUTERS)

BP ha resuelto su primer problema. La petrolera, de 98.000 millones de dólares, nombró el miércoles a Murray Auchincloss, CEO interino, para ocupar el cargo de forma permanente, tras un vacío de cuatro meses tras la repentina salida de Bernard Looney. La designación de este canadiense de 53 años, en BP desde hace dos décadas, elimina la persistente sensación de que la empresa va a la deriva. Pero sería mejor que el compromiso de Auchincloss de seguir con la estrategia de Looney –que implica recortar la producción de petróleo y gas y aumentar el gasto en activos de transición energética– solo llegara hasta cierto punto.

La caída del 1% de la acción de BP en los últimos seis meses contrasta con las subidas del 5% y el 16% de Shell y Total. Y lo que es más importante, el grupo cotiza a solo 3 veces el flujo de caja de los próximos 12 meses, frente a las 4 de Shell y las 7 de Exxon y Chevron, según LSEG. Esta desconexión persiste desde hace algún tiempo, lo que sugiere que un enfoque de seguir como hasta ahora podría no solucionarlo.

Auchincloss será consciente de que el descuento de BP la convierte en un objetivo. Por ello, una solución radical podría ser buscar una fusión defensiva con la noruega Equinor, de 92.000 millones. Pero uno de los principales quebraderos de cabeza de BP es que a algunos de sus inversores les gustó que Looney apostara por los llamados motores de transición –activos de carga de vehículos eléctricos, biocombustibles, eólica y solar–, mientras otros preferirían que redujera aún más su salida de los combustibles fósiles.

Una forma de abordar la desconexión entre valoración y estrategia podría ser escindir los motores de transición. El rápido crecimiento de estos significa que la empresa calcula que el ebitda de 1.400 millones de estos activos en 2023 podría ascender a 4.000 millones en 2025. A 7 veces el ebitda de ese año, la valoración implícita en la reciente venta por parte de su homóloga Eni de un paquete similar de activos de transición, BP valdría unos 30.000 millones.

BP cree que puede obtener hasta 45.000 millones de ebitda de su negocio restante, principalmente producción y comercialización de petróleo y gas, en 2025. Si se excluyen los activos de transición de su valor empresarial actual de 120.000 millones, que incluye la deuda neta, el negocio heredado se negociaría con un ebitda 2 veces superior al de 2025. Alternativamente, si la empresa pudiera obtener una valoración de esta rama de 3 veces, BP valdría 165.000 millones, incluida la deuda.

Estos múltiplos no parecen imposibles. La obsesión de los inversores de EE UU por los combustibles fósiles explica en parte por qué Exxon y Chevron cotizan tan alto. Así, BP podría obtener valoraciones más altas por su negocio heredado de petróleo y gas si Auchincloss optara por una cotización en Nueva York de sus operaciones en Texas y Luisiana, Bpx Energy.

Es posible que el nuevo jefe siga considerando todo esto demasiado arriesgado y trabajoso. Después de todo, su principal objetivo a corto plazo es probablemente un periodo de mínima agitación. Pero los grandes inversores obsesionados con las infraestructuras podrían estar interesados en adquirir participaciones en las ramas de transición de las grandes petroleras, según una fuente del sector, y eso podría impulsar la confianza en una entidad disgregada más ecológica. A largo plazo, Auchincloss debería aspirar a algo más ambicioso que otra recompra de acciones.

¿Fusión con Equinor?

Las megafusiones han fortalecido a Exxon y Chevron y han reavivado las conversaciones sobre más fusiones transfronterizas. BP es potencialmente vulnerable. Atreverse a fusionarse con Equinor, aliado de tamaño similar, podría proteger y reforzar al grupo británico.

Trabajar en una estrategia de defensa capitalizando los lazos comerciales existentes tendría sentido. En 2020, BP se convirtió en socio ecológico de Equinor mediante la adquisición por 1.100 millones de un 50% en sus proyectos eólicos marinos en EE UU. El dúo también ha destacado por su intención de gastar más que sus rivales en activos con bajas emisiones de carbono: BP se ha comprometido a invertir 7000-9.000 anuales de aquí a 2030 en actividades verdes. Esto equivaldría a la mitad de su capex anual previsto, frente al 30% de 2022. Con más del 50%, el objetivo de gasto no petrolero de Equinor es similar. Total, en cambio, prevé dedicar solo un tercio de su capital. Por último, el presidente de BP, Helge Lund, que dirigió Statoil –antes de que pasara a llamarse Equinor– durante una década hasta 2014, aporta una fuerte conexión noruega.

Una fusión aportaría beneficios financieros. La compra de BG por Shell supuso un ahorro anual antes de impuestos de 4.500 millones, o el 1,5% de sus ingresos de 2015. Sobre esta base, una unión de BP y Equinor podría generar sinergias por valor de 4.800 millones anuales sobre unos ingresos combinados en 2024 de 317.000 millones, según LSEG. A través de BP, Equinor obtendría una mayor presencia internacional y una mayor exposición al lucrativo segmento del gas natural licuado y a las industrias ecológicas de EE UU y Asia. Esto ayudaría a la noruega a diversificar sus exportaciones de gas por gasoducto a Europa. Equinor también se haría cargo de la rama de comercio de petróleo de BP, mucho más grande.

Y BP estaría en una posición más fuerte para mantener contentos a los inversores. Se ha comprometido a devolverles el 60% de su excedente de tesorería. Las operaciones noruegas de petróleo y gas de Equinor, con grandes márgenes, podrían aumentar los pagos y aportar capital para inversiones verdes.

Hay un obstáculo importante. El Estado noruego, que posee el 70% de Equinor, puede mostrarse reacio a perder el control. Pero una operación en la que el grupo escandinavo ofreciera una prima del 30% en acciones y unos 10.000 millones en efectivo haría que Oslo siguiera siendo el principal accionista con un tercio de la firma ampliada. Noruega tendría así suficiente peso para controlar el consejo y bloquear movimientos estratégicos no deseados. En el resto de Europa, los Estados italiano y finlandés poseen el 32% y el 36%, respectivamente, de Eni y Neste. París redujo su participación en Total a menos del 1% en los años noventa.

Si Lund logra convencer a su país, podría hacerse realidad una gran energética europea de más de 200.000 millones de dólares con una visión climática compartida.

Los autores son columnistas de Reuters Breakingviews. Las opiniones son suyas. La traducción, de Carlos Gómez Abajo, es responsabilidad de CincoDías

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