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Análisis
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

¿Qué va a pasar en el mercado de deuda este año?

Es de esperar que muchos emisores intenten adelantar sus planes de financiación a principios de año y capturar al mercado positivo

Negocios 17/12/23 Wall Street Stock Exchange
Richard Drew ( AP / LAPRESSE )

Dejamos atrás un ejercicio 2023 que se nos ha revelado como impredecible en los mercados para encarar un 2024 marcado por la amenaza de la recesión económica. Al menos en sus primeros compases, porque, aunque todos los indicadores anticipan este escenario de recesión, probablemente esta no será ni larga ni profunda. Es posible que, en 2023, de hecho, acabemos en recesión técnica en Europa. Los argumentos van desde un mercado de trabajo que experimentará una ligera destrucción de empleo a un consumo menos disparado y una inversión en retroceso, en gran medida por la transmisión de la política monetaria, por fin, a la economía real. Además, después de tres años de ayuda fiscal descontrolada, parece que la retórica en Europa es la vuelta a un mayor control del gasto público.

Por otro lado, la inflación está cayendo con rapidez y podríamos esperar que alcance el nivel objetivo del BCE a mediados del año. El desequilibrio de la oferta que vimos desde el Covid está bajo control, y ahora estamos empezando a ver los efectos de una demanda contraída. Con un escenario de crecimiento bajo o negativo, los costes de la energía deberían mantenerse a raya y la inflación va a depender mucho (todo) de la evolución del mercado de trabajo y los salarios.

Otro de los temas en torno a los que veremos mucha literatura en 2024 es la productividad en el sector productivo. La Europa poscovid, con el coste de la energía duplicado vs. 2019, y una estructura laboral mucho más rígida, ha sufrido una pérdida de competitividad muy preocupante frente a Estados Unidos y China, especialmente para los países de alta dependencia de producción industrial como Alemania. Además del debate político que esto debe generar, creo que, a medio plazo, la inteligencia artificial debería suponer una revolución empresarial no vista en generaciones, con un aumento medio en salarios reales y un cambio en la tipología de empleos a futuro. La pregunta es si esto puede beneficiar a Europa o, por el contrario, abrir más una brecha existente con Estados Unidos y Asia.

Con una inflación controlada y una economía en el límite, el Banco Central Europeo debería tener todos los incentivos para ir bajando tipos hasta el nivel de equilibrio que permita volver al crecimiento. Nosotros prevemos bajadas de tipos de 150 puntos básicos en 2024, empezando en abril, y en total 200 puntos básicos hasta 2025. Nuestra tesis también es que, si tardan mucho los tipos en bajar, el daño a la economía será mayor y al final tendrán que bajar más para reactivar el crecimiento. Es decir, deberíamos ver bajadas de tipos, pero es probable que estos se mantengan más cerca del 3% que del 2%.

En Estados Unidos la foto es similar, pero con una mayor beta. Es decir, una recesión más potente, aunque empezando más tarde, en el segundo o tercer trimestre del año, y un escenario de bajadas de tipos también más abrupto para contrarrestar. De hecho, nuestra previsión para Estados Unidos sigue siendo de hard landing, ya que la transmisión de política financiera va a impactar mucho más en una economía más apalancada, en el tejido de pymes y en el mercado inmobiliario. En este sentido, seguimos previendo un aumento gradual de las quiebras en financiaciones apalancadas durante 2024, pero sobre todo en 2025, cuando empiezan la mayoría de los vencimientos.

Para completar el escenario en el que nos moveremos en 2024, cabe destacar que más del 50% de la población mundial vive en territorios (incluyendo UE) que van a tener elecciones el año próximo. Esto significa que nunca había habido tanta concentración de riesgo político, con el epicentro de la volatilidad en los comicios de EEUU en noviembre. Pero no solo las de Estados Unidos serán relevantes en 2024, y merecen especial atención también otras citas electorales, como las de Taiwan, cuyo resultado podría motivar una escalada de tensiones entre China y EEUU; o la Unión Europea en junio, a partir de las cuales podríamos empezar a ver políticas fiscales restrictivas, energéticas a medio plazo, y sobre todo de recuperación de la productividad e India en abril y mayo, un gigante emergente con 1.400 millones de personas.

Con todo este contexto, deberíamos tener una primera parte del año bastante positiva para los mercados. Después del final de año vivido, es de esperar que muchos emisores van a intentar adelantar sus planes de financiación a principios de año y capturar este mercado positivo.

Es difícil, sin embargo, prever la segunda parte del año, pero parece previsible una descompresión de los diferenciales de crédito entre emisores con grado de inversión y leverage finance, y dentro de esta última categoría, en emisores con rating entre BB y B / CCC. También es probable que Europa se comporte mejor que Estados Unidos, porque el mercado está más invertido en crédito en Estados Unidos que en Europa. Pero como siempre pasa, si el mercado norteamericano llega a deteriorarse, Europa no será capaz de librarse de esos vientos de cara.

Juan de la Brena es managing director de Debt Capital Markets de Deutsche Bank España

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