El camino financiero correcto en una encrucijada climática clave
La inversión basada en factores medioambientales, sociales y de gobernanza es cada vez más difícil en EE UU. Hay que hacer lo contrario y dejar de apostar por los combustibles fósiles
El resultado de la cumbre climática COP28 celebrada en Dubai ha facilitado un impulso nuevo para que el mundo financiero abogue activamente por un tratado de no proliferación y deje de financiar los combustibles fósiles a mayor velocidad. El pasado ha demostrado que ese tipo de tratados de no proliferación entre países es prometedor.
La declaración final de la COP28 deja claro una vez más que el mundo aún tiene que dar grandes pasos para detener el calentamiento global. A pesar de algunos avances positivos, observamos una resistencia obstinada a alcanzar acuerdos globales concretos sobre la eliminación progresiva de los combustibles fósiles, responsables del 86% de las emisiones de CO2 de la última década y, por tanto, la principal causa de la crisis climática.
Sin embargo, es la primera vez que las palabras combustibles fósiles se mencionan en la declaración final de una cumbre de la ONU sobre el clima. Esto significa que el riesgo de los llamados activos varados es ahora realmente visible. A partir de ahora, cualquier institución financiera sensata dejará de financiar los combustibles fósiles aún más rápido, lo que supondrá una aceleración del trasvase de capital de las energías fósiles a las renovables.
El hecho de que continúe esta práctica extremadamente obstinada se observa, por ejemplo, en Estados Unidos. Allí, la inversión basada en factores medioambientales, sociales y de gobernanza (ASG) es cada vez más difícil, tal y como escribió Bloomberg en junio. Según las últimas clasificaciones, hasta 18 Estados han promulgado leyes anti-ESG, y más de una docena considera hacerlo. Además, según el informe Banking on Climate Chaos, desde la firma del Acuerdo de París sobre el clima, los 60 mayores bancos del mundo han financiado con 5.500 billones de dólares el desarrollo y la producción de combustibles fósiles. El sector financiero debe hacer el movimiento contrario y dejar de financiar esa industria.
Que asociaciones internacionales como la Net-Zero Banking Alliance y la Net-Zero Insurance Alliance reciban presiones para establecer requisitos más laxos no ayuda. Tampoco que, como informó recientemente Reuters, varios grandes bancos ya no quieran que sus objetivos climáticos sean validados científicamente por la Science Based Targets Initiative . Todos esos hechos no solo son malas noticias para el clima, sino también en lo relativo a la credibilidad del sector financiero para cumplir el Acuerdo de París.
La intención de abandonar los combustibles fósiles y medidas como la fijación de una tasa al CO2, la regulación y la eliminación progresiva de las subvenciones a los combustibles fósiles pueden acelerar la transición energética, pero son absolutamente insuficientes para cumplir con el Acuerdo de París. Necesitamos otro tratado mundial para la eliminación activa de la búsqueda y el uso de combustibles fósiles.
El tratado de no proliferación de combustibles fósiles es el mecanismo legal que hace falta para cerrar la brecha entre las ambiciones de cero emisiones netas de muchas empresas y países y la consecución de los acuerdos climáticos de París y la promesa de la COP28 de alejarse de las empresas de combustibles fósiles. Un tratado con acuerdos concretos crea igualdad de condiciones para las empresas, las instituciones financieras, los gobiernos y todas las partes interesadas y promueve una transición energética justa y equitativa en todo el mundo.
Supongo que muchos creerán que esto no es factible. Pero es todo lo contrario. Como comunidad global ya hemos demostrado anteriormente que podemos llegar a acuerdos globales vinculantes. Un ejemplo indiscutible es el Protocolo de Montreal. Gracias a ese tratado internacional de 1987 ya no utilizamos sustancias que agotan la capa de ozono y más de 35 años después podemos concluir que se ha recuperado de forma demostrable.
El sector financiero se encuentra en una encrucijada sin precedentes. Tiene la oportunidad de seguir en el callejón sin salida de la financiación de los combustibles fósiles o asumir un papel de liderazgo en la aceleración de la transición energética. Cuando los bancos, las aseguradoras y los fondos de pensiones se toman en serio sus compromisos ecológicos, aceleran el cambio de capital de los combustibles fósiles a las energías renovables e instan a sus gobiernos a comprometerse con un tratado internacional de no proliferación jurídicamente vinculante. El compromiso de la COP28 de abandonar los combustibles fósiles crea un impulso en ese sentido.
Jeroen Rijpkema es CEO de Triodos Bank
Sigue toda la información de Cinco Días en Facebook, X y Linkedin, o en nuestra newsletter Agenda de Cinco Días