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Editorial
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Un poco de cintura en la política monetaria

En un contexto de incertidumbre y con una inflación lo suficientemente moderada como para aflojar el paso, Fráncfort acierta al poner fin a las alzas tipos

CINCO DÍAS
Christine Lagarde, presidenta del BCE.
Christine Lagarde, presidenta del BCE.ARIS OIKONOMOU (AFP)

La reunión del Consejo de Gobierno del BCE, celebrada en Atenas, ha seguido al pie de la letra un guion ya descontado desde la última cita de la institución, cuando Fráncfort subió por décima vez consecutiva los tipos de interés, pero abrió la puerta ya a la posibilidad de frenar el rally del precio del dinero. La pausa, que se materializó ayer, no implica el preludio de un descenso progresivo de los tipos, pero sí supone la inauguración de una etapa a priori larga y sostenida de tipos de interés altos.

En una comparecencia en la que faltó notablemente la autocrítica, la presidenta de la institución, Christine Lagarde, llegó a señalar que no lamenta nada de lo realizado hasta ahora al frente del BCE, pese a que su mandato incluye el serio error de haber negado larga y reiteradamente la amenaza de la inflación. Más allá de ese extremo, Lagarde justifica ahora la decisión de frenar las alzas de tipos por los efectos que estas han tenido sobre el precio del dinero, que se ha moderado notablemente en la zona euro, aunque no se acerque todavía al anhelado 2%, un objetivo que podría alcanzarse en el año 2025.

Con la decisión de dejar los tipos tal como están, en un 4,5% que marca su nivel máximo desde el año 2001, se neutraliza la presión del ala dura del BCE, que se impuso en la reunión de septiembre, y se apuesta por la estabilidad y la prudencia, con el fin de no agravar la fragilidad de una economía europea cuyas perspectivas no son boyantes e incluyen en algunos países escenarios de recesión. A ese factor se une la irrupción de un serio riesgo geopolítico, la guerra en Oriente Medio, que puede generar una nueva crisis energética focalizada en el petróleo, cuyo precio no termina de ceder y que puede dispararse en cualquier momento, pero que tampoco parece de momento una amenaza inmediata.

En un contexto de incertidumbre como el actual y con una inflación lo suficientemente moderada como para aflojar un poco el paso, Fráncfort acierta al frenar la carrera de los tipos, dado que su efecto se está haciendo notar ya en los costes de financiación de la economía, en la restricción de los créditos y en el consumo de las familias, que en los últimos años se ha nutrido del ahorro acumulado durante la pandemia, pero que de ahora en adelante tiene un panorama considerablemente más incierto. La batalla contra la inflación ha exigido mano dura y rigidez, pero ahora toca también tener un poco de cintura.

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