La cabeza de India y el arte de los agentes de futbolistas
El decrecimiento gana la partida al crecimiento, salvo en algunos sitios
El debate entre crecimiento y decrecimiento empieza a ganarlo este último, gracias a que el incremento de la población se va desacelerando en conjunto, y va claramente a la baja en Occidente. Eso no implica necesariamente que la producción y el consumo per cápita sean menores, por lo que la calidad de vida, en términos materiales, no tiene por qué descender, aunque la economía decrezca.
El esfuerzo que exige la transición energética, que obliga a hacer grandes inversiones en tecnología mientras sus frutos se hacen esperar, es otro factor que lastra las oportunidades en empresas occidentales.
Dada la dificultad de ampliar la clientela, las compañías que quieren mejorar su rentabilidad se ven obligadas a ser más eficientes. Esas son las que deben buscar los inversores, aunque aún quedan mercados en expansión, como India, como señala Jim McCormick, estratega macro de Citi. Es el país de moda, después de acoger la cumbre del G20, y ante la caída en desgracia de China, que ha envejecido de forma prematura.
Los neobancos o bancos ‘low cost’ captan a clientes que no necesitan demasiado
Igual que las grandes aerolíneas han ido lanzando compañías de bajo coste para diferenciar sus servicios, los bancos están creando neobancos para atender a clientes que no necesitan todas las utilidades de las entidades tradicionales, y que buscan pagar menos comisiones. También hay neobancos independientes, aunque a menudo asociados a financieras establecidas. Su estructura de costes, más ligera, les permite disparar las ofertas de remuneración por los depósitos. Ya tienen 9 millones de clientes en España, aunque muchos son usuarios de varias firmas a la vez.
Los pisos turísticos cubren una necesidad, pero pueden ser abrasivos
Las grandes ciudades de Europa y EE UU se han convertido en gigantescos parques temáticos que acogen un inmenso flujo de turistas que requieren un techo para dormir. Los alquileres vacacionales intermediados por empresas como Airbnb han venido a completar los alojamientos hoteleros de toda la vida, aunque en condiciones diferentes, que sus competidores consideran competencia desleal. Atraer viajeros, duerman donde duerman, conviene a la restauración y a las economías urbanas, pero despersonalizar las ciudades acaba desbarajustando el ecosistema, y dificultando en exceso la coexistencia con los vecinos que dan carácter al entorno, y lo cuidan. Aunque para algunos de ellos prestar sus habitaciones o sus pisos sea una deseable fuente de ingresos extra.
El arte de los agentes de futbolistas no se ve, pero se intuye
El trabajo de intermediario tiene histórica fama de innecesario, y de gravar indebidamente las transacciones económicas. Algunos agentes de futbolistas, pese a todo, han conseguido convertirse en auténticos emporios que mueven enormes cantidades a base de cambiar cromos entre equipos. Y algo tendrá el agua cuando la bendicen, y cuando los deportistas siguen recurriendo a ellos, sobre todo a unos pocos.
Así lo ve la Audiencia Nacional, que ha dado la razón al Real Madrid, que, como otros clubes, se deduce del impuesto de sociedades el IVA de la comisión que paga a los agentes (en vez de considerarlo parte de los rendimientos del trabajo de las estrellas). En el fútbol, los que ponen el talento son los que tocan el balón, pero a veces el verdadero arte se intuye en los despachos.
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