El hedonismo turístico y lo que no les gusta a los mercados
Los viajes sobreviven a la inflación y se vuelven una prioridad
Antes de la pandemia, los viajes y en particular los aéreos crecían sin freno, gracias a la aerolíneas de bajo coste y a las pujantes plataformas de apartamentos turísticos, como Airbnb. El turismo se había democratizado completamente, y a lo mejor a la gente, en particular los jóvenes, no le llegaba para un alquiler en la gran ciudad, pero sí para pasar cada fin de semana en un punto de Europa, por ejemplo.
La pandemia dio un frenazo a ese intenso movimiento, y con el final de las restricciones, las ganas y el ahorro acumulado dispararon las reservas. A medida que la inflación va haciendo mella en los bolsillos, y los propios vuelos se ponen más caros, cabría esperar una ralentización del turismo; pero no se prevé que sea así en los próximos meses. Los consumidores han colocado los viajes entre sus prioridades, quizás en perjuicio de los coches o, de nuevo, la vivienda, que sigue estando muy cara. Ya que cualquier día nos encierran en casa, o que llega el fin del mundo en forma de ataque nuclear, dirán, entreguémonos al hedonismo.
Es mejor, en general, que entre dinero, que lo contrario
Ante la duda, que venga dinero; ya veremos a cambio de qué. Rodrigo Utrera, responsable de inversión en Bolsa de la gestora de Santander, no pronuncia ningún nombre cuando valora positivo en general que entre capital a una empresa, ya sea de un fondo soberano. Matiza, claro, que depende de la intención concreta del inversor.
La gestora del banco español cree que las empresas del sector bancario –valga la redundancia– están infravaloradas, y ve también buenas oportunidades en los sectores defensivos, como las farmacéuticas, las energéticas, o las de consumo.
A los mercados no les gustan los cambios de ritmo en política monetaria
Christine Lagarde ha tenido tiempo en las vacaciones para reflexionar sobre qué hacer con los tipos de interés: si las alzas aplicadas hasta ahora serán suficientes para frenar los precios, puesto que aún queda tiempo para que se noten sus efectos, o si hace falta más medicina para bajar la hinchazón.
Esta vez no tendrá la referencia de la Reserva Federal, y de todos modos tampoco le serviría de mucho, porque Estados Unidos ya ve la salida del túnel. Que Alemania, el motor de la economía europea, está al borde de la recesión con un IPC muy elevado, del 6,1% ejemplifica las dificultades para tomar una decisión. El BCE siempre podría hacer una pausa y volver a subirlos más adelante, pero a los mercados no les suelen gustar los cambios de ritmo.
Las hipotecas a tipo variable ya arden en las manos
Los españoles están tirando de ahorros para cancelar su hipoteca, si pueden, o, si no, están buscando ofertas alternativas para pasarse de tipo variable a fijo o mixto (en esto hay más competitividad entre los bancos que en los depósitos): las cancelaciones subieron en el primer semestre un 26% respecto al segundo del año pasado. La subida del precio del dinero está reduciendo rápidamente el saldo vivo hipotecario.
A la vez, está cayendo el número de hipotecas que se firman: los que pueden, compran al contado, porque comprometerse con uno de los tipos fijos que se ofrecen ahora no es asequible, y la alternativa, los variables, tiene mucho riesgo dada la incertidumbre sobre lo que harán los bancos centrales.
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