Un turismo de récord que, sin embargo, va a menos
El crecimiento positivo ha continuado, en particular la entrada de turistas extranjeros, pero su impulso inicial se ha debilitado en los meses estivales
No cabe duda de que el turismo es uno de los sectores que marcó diferencias entre España y Europa durante lo peor de la pandemia y la recuperación. Al principio, el turismo actuó como lastre, explicando parte de la brecha abierta en el crecimiento comparado con Europa. No obstante, con la paulatina vuelta a la normalidad, tanto los europeos como los españoles comenzamos a volver a disfrutar de los viajes y del asueto estival. En ese momento, España volvió a situarse a la vanguardia del crecimiento europeo.
Este año vamos camino de batir todos los récords, o al menos eso muestran los datos del primer semestre. Sin embargo, el impulso que el turismo ha brindado a la economía española desde hace no pocos trimestres parece estar a punto de agotarse. Poco a poco, los aumentos con respecto a meses y años anteriores comienzan a diluirse, como advertencia probable de que este sector, pronto, dejará de aportar al crecimiento económico.
Dicho esto, ¿qué podemos decir de lo que ha pasado este verano? Con indicadores como los de Frontur, Egatur, ocupación y precios turísticos podemos evaluar lo sucedido hasta, al menos, el mes de julio. Sin embargo, no contamos aún con datos oficiales para el mes de agosto, lo que limita el análisis completo de la temporada turística.
Lo que sabemos hasta julio es que la temporada primavera-verano comenzó mejor de lo que parece haber terminado en términos de crecimiento. A unas navidades excepcionales, posiblemente al ser las primeras verdaderamente normales, le siguió unos meses realmente alentadores. Aquí se han gestado las cifras que podrían convertir a 2023 en un año de récord. Todo ello si el segundo semestre no decepciona.
No obstante, la llegada del verano planteaba algunas dudas. Aunque el crecimiento positivo ha continuado, en particular la entrada de turistas extranjeros, su impulso inicial se ha debilitado a medida que hemos avanzado a través de los meses estivales. Sin duda, haber recuperado el potencial perdido en 2020 podría explicar mucho. Una parte de la caída en el crecimiento podría ser consecuencia de un cierre en la brecha abierta por el virus. Así, una vez cerrada, el crecimiento del sector empieza a depender exclusivamente de los factores coyunturales habituales. Pero parece que dichos factores, y que habrían contribuido con fuerza hasta hace unos meses, ahora lo podrían estar haciéndolo con menos intensidad.
Para muestra, varias cifras. En julio, la tasa de crecimiento interanual de las pernoctaciones fue del 2,5%, mientras que en marzo fue superior al 17%. El número de visitantes creció un 3 % en julio, en comparación con el 21,9 % de marzo, aunque con fuertes diferencias por origen, ya que el número de viajeros residentes (españoles) cayó en julio por tercer mes consecutivo (un -0,7%), siendo de momento compensado por turistas no residentes (que aumentaron un 6,7% según esta encuesta o superiores según Frontur). Pero incluso en los datos de no residentes se observa una tendencia a la caída en las tasas interanuales. Además, el gasto por día y turista, cayó en términos reales hasta el mes de junio, así como el número de días medios de viaje. No son datos negativos en general, siguen mostrando un aún general buen comportamiento del sector, pero sí señalan un posible cambio de coyuntura hacia una menos alentadora.
Como he adelantado, desgraciadamente aún no existen registros oficiales para el mes de agosto con los que poder saber qué ha pasado hasta casi el final del verano. Sin embargo, el portal de reservas Siteminder ofrece datos de reservas en tiempo real, lo que permite tener una cierta idea sobre cómo ha acabado la temporada de vacaciones. Así, en las últimas semanas del pasado mes, las reservas en los hoteles españoles fueron menores a las realizadas para justo los mismos días de 2022. Si los indicadores oficiales marcan un debilitamiento del crecimiento en el sector hasta julio, los no oficiales indican que es posible que en pocas semanas podamos entrar en terreno contractivo en el sector.
¿Qué factores podrían estar explicando el agotamiento del potencial crecimiento que nos brinda el turismo? No lo podemos saber aún con certeza, pero sin duda algunas de las siguientes explicaciones son plausibles.
En primer lugar, como ya he mencionado, parece que hemos agotado el impulso que nuestra convergencia a nuestro potencial del sector ha generado una vez se ha cerrado la brecha causada por el COVID. En cuanto las restricciones a la movilidad propias y ajenas lo han permitido, el sector ha logrado recuperarse satisfactoriamente, lo que es de celebrar. Sin embargo, todo indica que este factor de crecimiento ya se ha amortizado y volvemos a depender de los factores coyunturales habituales.
En segundo lugar, y aunque parece que el efecto es aún nimio, ya que la afluencia de turistas extranjeros sigue creciendo, esta va a menos, concretamente para aquellos provenientes de países emisores con contextos económicos complicados, como son alemanes y británicos. No cabe duda de que la llegada de no residentes nos llevará a niveles récords, pero no es menos cierto que su impuso parece tener cada vez menos ímpetu en particular por aquellos turistas cuyas economías están en terreno contractivo.
Finalmente, la presión de los precios sobre la economía de las familias españolas podría haber desalentado planes de vacaciones de muchas de estas, reduciendo el número de turistas nacionales. Son los turistas residentes los que han viajado menos en el verano de 2023.
En definitiva, el año va a ser magnífico para el turismo en España. Sin embargo, el brío con el que empezaba el año el sector parece que no llegará mucho más allá del verano. Como para otros sectores, la coyuntura internacional y nacional marcan nuevas fases que no serán tan positivas como las pasadas. En todo caso toca congratularse por un sector que parece haber dejado atrás lo peor de la pandemia.
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