Lo que se debe saber sobre la inflación y cómo impacta en la gestión del patrimonio
Un sector que probablemente se verá resentido es el del automóvil, al encarecerse el crédito por el alza de tipos
La inflación puede ser buena para nuestros ahorros, pero debemos tener en cuenta el tipo de interés real. En épocas de inflación elevada, ahorrar y no invertir nos llevaría a perder poder adquisitivo. Esto significa que nuestro poder adquisitivo, con el dinero que tenemos en la cuenta corriente, no podrá comprar la misma cantidad de productos como antes, ya que se van encareciendo.
Sin embargo, hay que considerar que la subida de tipos en el contexto de una inflación tan alta en los últimos 12 meses no significa necesariamente que los intereses que los bancos comerciales están pagando por sus ahorros estén ajustados a la inflación, así que es posible que el tipo real no siempre sea positivo. A continuación, comparto todo lo que se debe saber para hacer frente a la inflación, que sigue siendo un dolor de cabeza a nivel macro y microeconómico.
Primero, hay que establecer los escenarios por los que la inflación puede surgir y persistir: una forma sería a raíz de un incremento de la masa monetaria, lo que significa una mayor oferta del dinero disponible y mayor poder adquisitivo. Este incremento deriva de políticas monetarias ejecutadas por los bancos centrales, que imprimen moneda nueva que luego entregan en subastas de liquidez a intermediarios financieros a un tipo de interés interbancario.
Esta liquidez recibida por estos intermediarios tiende a derivar en préstamos a particulares y empresas, lo que activa la economía y genera teóricamente más riqueza y prosperidad para el país. Al activar el consumo derivado de un mayor poder adquisitivo de los ciudadanos, nos encontraríamos un incremento de los precios de los bienes y servicios (inflación).
La otra forma derivaría de una reducción de la producción de bienes y servicios, lo cual generaría escasez si la demanda agregada se mantuviera estable y, por tanto, elevaría los precios de esos productos y servicios (inflación).
En el caso de Europa y España, la inflación que se ha sufrido en los últimos tres años ha derivado de ambos puntos en tanto en cuanto el Banco Central Europeo incrementó la masa monetaria para ayudar a los Estados miembros a salir de la crisis originada por la reducción de la actividad económica derivada de los confinamientos para combatir la pandemia; por la dependencia de importaciones por parte de Europa, y sobre todo de España, desde China, país que priorizó la distribución a nivel local, generando escasez sobre productos necesarios durante la pandemia; y por otro lado, la guerra de Rusia contra Ucrania, que ha derivado en un quebradero de cabeza para el continente y nuestro país para adquirir gas natural y petróleo, llegándose a pagar hasta un 30% más a países como Túnez y EE UU.
Para controlar esta inflación, el Banco Central Europeo ha tenido que incrementar los tipos del 0% al 4% en los últimos 12 meses, por lo que el coste de la deuda que un español aún debe a su entidad financiera o de aquella que alguno tuviera pensado pedir es mucho mayor, por lo que potencialmente esto deriva en segundos pensamientos antes de endeudarse y se prioriza el pago de la deuda remanente lo antes posible, lo cual deriva en menos liquidez en manos de los españoles y menos consumo (reducción de la inflación al haber menor demanda).
El impacto en los préstamos existentes también puede variar dependiendo de si tiene un préstamo a tipo fijo o variable. También hay que considerar que los ahorros en cuentas de depósito (al ser un préstamo que hace el depositante a la entidad financiera) se han incrementado. De aquí deriva el uso de la famosa reserva fraccionaria, utilizada por las entidades financieras para generar beneficios arbitrando el tipo de interés entre sus depositantes (acreedores) y sus prestatarios (deudores).
Un detalle importante para tomar en cuenta a la hora de elegir una cuenta corriente remunerada es que el tipo de interés de esta supere el ratio de inflación, tanto general como subyacente.
Nuevos préstamos
Tomando en consideración que la inflación aún es alta en la UE (y hasta que no haya un fin para la guerra en Ucrania seguirá siéndolo), los tipos seguirán subiendo, por lo que se estima que los nuevos préstamos serán más caros y menos accesibles durante los próximos 24 meses.
El español promedio tendrá más cuidado con su dinero y evitará solicitar préstamos cuyas cuotas supondrían una parte elevada de su base de ingresos. Lo más aconsejable es siempre asegurarnos de disponer siempre de dinero suficiente para pagar las cuotas del préstamo, antes de solicitarlo (y no por expectativas de generación de flujos de caja futuras que podrían no cumplirse). Por ejemplo, un sector que probablemente se verá resentido es el del automóvil. Considerando que la inflación ya ha elevado el precio de los automóviles considerablemente, la mayoría de los españoles suelen financiar su compra. Solicitar un préstamo tan elevado y pagando intereses más elevados generará mayores dudas en el español comprador, salvo que tenga claro que obtendrá un rendimiento económico. Esta puede ser una de las razones por las que este tipo de empresas están pivotando a empresas de movilidad y están reduciendo la producción de nuevos coches.
Los préstamos a tipo variable serán cada vez más caros si la inflación es alta y los tipos siguen subiendo. El impacto de la alta inflación y de las subidas de los tipos en las hipotecas, los préstamos para comprar un coche o los préstamos personales puede variar en función de si el tipo es fijo o variable.
El español medio está tendiendo a solicitar préstamos a tipo fijo, acordando con su banco un tipo estable durante el periodo de tiempo determinado para repagar su deuda. En caso de que se sigan incrementando los tipos del mercado, algo muy probable, el tipo aplicado a los préstamos seguirá siendo el mismo y las cuotas no aumentarán.
Aquellos que tenían contratados préstamos a tipo variable en la última década, a un tipo de interés cercano al 0%, están viendo cómo sus cuotas se están incrementando de acuerdo con el incremento de los tipos del mercado.
La inflación supone un reto para los inversores y gestores profesionales, ya que establecen un benchmarking comparativo que deben superar si quieren generar valor del patrimonio que están arriesgando. Pongamos que compramos bonos de deuda de EE UU a 10 años con una rentabilidad nominal del 3% sin descontar la inflación. Siendo la inflación del 1,8%, la rentabilidad real es del 1,2%.
Otro punto significativo para tomar en cuenta generalmente suele estar relacionado con el riesgo divisa, ya que si estamos invertidos, por ejemplo, en acciones americanas denominadas en dólares, la depreciación del dólar ante el euro ha generado una devaluación considerable de los ahorros invertidos por los españoles.
Félix Fuertes es CIO de Rand
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