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Análisis
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

De la banca tradicional a tecnológicas con licencia bancaria

Las finanzas integradas permiten a cualquier empresa ofrecer estos servicios sin que sea su negocio principal

inteligencia artificial
smshoot (Getty Images/iStockphoto)

Ya lo advirtió Bill Gates en los años noventa: “La banca es necesaria, los bancos no lo son”. Y es que esta nueva ola de innovación que está remodelando el sector financiero deja más patente que nunca que ya no son los usuarios los que nos adaptamos al sistema bancario, sino que son las entidades quienes deben amoldarse a las nuevas necesidades de la sociedad, si no quieren quedar en un segundo plano.

Todavía existe el pensamiento generalizado de que el cliente comprará lo que el banco oferta: un abanico de productos y servicios encorsetados con unas condiciones difícilmente negociables. Pero no, desde hace unos años el escenario ha mutado y la balanza del poder en la toma de decisiones se inclina hacia el cliente. Este es quien ahora compra lo que realmente quiere, no lo que le imponen, y lo hace cómo y cuándo desea, con la inmediatez por bandera.

El sistema bancario tradicional no solo debe tener en cuenta las nuevas exigencias de un consumidor cada vez más digital e impaciente, sino que, además, la aparición de nuevos actores –como las fintech– en el terreno de juego acrecienta una competencia desmesurada que también viene marcada por la lógica evolución de las finanzas, como ha pasado con la irrupción de conceptos como el open banking o las finanzas integradas, también conocidas como embedded finance.

Si empezamos por el principio, debemos echar la vista 20 años atrás. En los 2000, la única manera de adquirir un producto era a través de la tienda física. Pero repentinamente aparecieron las plataformas de ecommerce, un novedoso escaparate en el que se ofrecía no solo el producto de tu tienda de referencia, sino que se podía adquirir en cualquier momento –también de madrugada y en días festivos– y, además, en muchos casos, a un precio más asequible. Ese fue el gran punto de inflexión del principio del siglo XXI: la capacidad de adquirir productos 24/7 en tiempo real, con lo que la presencia online y la automatización de procesos pasó a cobrar un papel protagonista.

Unos años más tarde, fuimos testigos del nacimiento y auge del pago de servicios vía aplicaciones. Pedir la cena a domicilio y pagarla directamente desde una app era un hecho inimaginable hasta la fecha. También entonces se implementaron otras modalidades de pago más flexibles para el consumidor, que le permitían comprar un producto y abonarlo a plazos sin necesidad de financiación. Y todo era posible con un solo clic en la página web o aplicación. Un proceso ágil y un cómodo avance que ha sido posible gracias a la llegada de nuevos actores en el ámbito de la tecnología financiera.

Transición

Que el sistema bancario tradicional está en un momento de transición y adaptación es una evidencia. El cierre de oficinas y la ola de fusiones son síntomas inequívocos de la evolución del sector ante la puesta en escena de otros competidores mucho más ágiles y conscientes de los nuevos tiempos.

La verdadera disrupción actual es que ya no es necesaria la intervención de la banca para ofrecer servicios bancarios, gracias a los nuevos players que usan las finanzas integradas. Esta tipología de finanzas permite a cualquier empresa ofrecer servicios financieros sin que sea el core business de su negocio. Es decir, los servicios financieros ya no son exclusivos de la banca.

Además de poner al cliente en el centro, esta nueva tendencia en la industria de los servicios financieros supone una gran oportunidad para empresas que no forman parte del sector bancario. Valor añadido para los clientes; mayor control sobre el proceso de pago; mayores ingresos al crear fuentes adicionales; y optimización de la operativa interna son algunos de los beneficios que las empresas pueden obtener al incorporar soluciones bancarias a sus productos y servicios.

Esta redefinición de la industria financiera es aún más interesante si se tiene en cuenta que, según datos de Openpayd Research de 2021, el 92% de los comercios considera implementar este tipo de servicios en los próximos cinco años; y que un 61% de los usuarios estarían dispuestos a utilizar las posibilidades que ofrece las finanzas integradas dentro de sus aplicaciones.

Así pues, la industria de los servicios financieros estaría dejando de actuar por cuenta propia, para convertir las finanzas en un sector generalizado. Una tendencia que puede significar un cambio de 180º si el sistema tradicional no es capaz de redirigir su estrategia a lo que realmente demanda el mercado. ¿Estamos, pues, más cerca del fin de una era? ¿Le acabaremos dando la razón a Bill Gates? En los países nórdicos, algunos bancos ya se han empezado a postular como compañías tecnológicas con licencia bancaria, una opción aún incipiente, pero que poco a poco se irá abriendo camino.

Julián Díaz-Santos es cofundador y co-CEO de Unnax

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