China hace un pequeño favor a Intel
Bloquea la compra de la israelí Tower, cuya lógica era dudosa, en un contexto cada vez más duro para estas operaciones
Intel puede dar luego las gracias a China. El miércoles, el fabricante de chips puso fin a la adquisición de la israelí Tower Semiconductor, por valor de 5.400 millones de dólares, tras no obtener la aprobación de la Administración Estatal de Regulación del Mercado china. Los guardianes de la competencia de Pekín están proporcionando una vía de escape útil a la intensificación de la guerra comercial tecnológica.
Cuando se acordó la operación, en febrero de 2022, existía preocupación por su destino. Una comisión de ruptura equivalente al 6,5% del valor de la operación, unos 350 millones de dólares, da fe de la incertidumbre. Los reguladores chinos han frenado, a veces fatalmente, fusiones internacionales, la más famosa la oferta de 44.000 millones de la estadounidense Qualcomm por la holandesa NXP Semiconductors. Las acciones de Tower nunca cotizaron cerca del precio de la oferta de Intel.
La incorporación de Tower habría ayudado al jefe de Intel, Pat Gelsinger, en su giro estratégico hacia la fabricación de semiconductores diseñados por terceros. La anterior incursión de la empresa –valorada en 140.000 millones– en este negocio fracasó, y los directivos de Tower son expertos en la materia. Sin embargo, Tower utiliza tecnología antigua, mientras que los nuevos clientes de Intel, entre ellos el Departamento de Defensa de EE UU y Qualcomm, quieren fabricación de vanguardia. El reto de Intel, por encima de todo, es recuperar el estado del arte.
También es preocupante que el margen bruto de Tower sea inferior al de Intel, y las caídas en la rentabilidad tienden a perjudicar el precio de las acciones del comprador. Se espera que los ingresos de Tower caigan un 15% este año, según las estimaciones recogidas por Refinitiv. La lógica de la operación parecía cuestionable, y una prolongada revisión proporcionó una salida útil.
Los bloqueos en China podrían no hacer sino empeorar. Washington está restringiendo el acceso del país a la tecnología avanzada de semiconductores, así como a la inversión exterior; el regulador antimonopolio está respondiendo tratando de arrancar concesiones a las empresas multinacionales, según el Wall Street Journal.
Estas tácticas aumentan los peligros para los vendedores. El retraso de 15 meses en la compra de 4.000 millones de dólares por parte de la estadounidense MaxLinear de su homóloga taiwanesa Silicon Motion Technology dio tiempo a que se produjeran graves descensos en ambos fabricantes de chips; a pesar de obtener finalmente la aprobación, MaxLinear procedió a abortar de todos modos, alegando un cambio sustancial adverso en el negocio de su objetivo.
El efecto también puede funcionar en sentido contrario. La estadounidense Cisco Systems se vio obligada a elevar su oferta de 2.600 millones de dólares por Acacia Communications –también de EE UU–, a 4.500 millones cuando expiró su acuerdo de fusión, tras esperar casi dos años al regulador chino.
Sin embargo, con algunos fabricantes de chips tambaleándose en medio de las sanciones comerciales y de la inestabilidad económica, un Pekín más duro implica que los vendedores tendrán que buscar protecciones aún más fuertes para las operaciones, mientras que los compradores estarán más inclinados a replantearse sus estrategias de fusiones y adquisiciones.
Los autores son columnistas de Reuters Breakingviews. Las opiniones son suyas. La traducción, de Carlos Gómez Abajo, es responsabilidad de CincoDías
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