La eficiencia energética, piedra angular en la reducción de la huella de carbono
El Gobierno debe derribar las barreras que retrasan la resolución de las autorizaciones para el despliegue de puntos de carga
En unas semanas marcadas por las temperaturas más calurosas de la historia documentada, resulta inevitable analizar el papel fundamental que juega la eficiencia energética y el uso responsable de la energía para reducir la huella de carbono. El continuo llamamiento para avanzar en el proceso de descarbonización incide en la constante disminución de la dependencia de los combustibles fósiles y la eventual eliminación de su uso, pero, ¿qué medidas están llevando a cabo los principales actores de la industria? ¿Conseguiremos cumplir los plazos del Acuerdo de París? Y, sobre todo, ¿será la transición hacia la movilidad eléctrica en España una realidad tangible a corto plazo?
Está previsto que el consumo de energía medio se duplique en los próximos 20 años y la demanda máxima se triplique. La electrificación de la sociedad impone una presión extrema a la gestión de las redes, por tanto, la eficiencia energética y el uso responsable de la energía juegan un papel fundamental. Aunque los sectores de la industria, la construcción, el transporte y la energía tienen todos un papel que desempeñar, es clave el papel de este último, ya que también se enfrenta a un verdadero reto al abordar una crisis energética mientras trata de cumplir los plazos del Acuerdo de París.
Si ponemos el foco en la descarbonización del transporte cómo pilar fundamental para lograr la neutralidad climática, es necesario que se lleven a cabo diversas acciones. En primer lugar, para motivar la transición hacia la movilidad sostenible entre los ciudadanos, es necesario que se creen las condiciones idóneas tanto para la industria, como para los consumidores, y que estas estén respaldadas por regulaciones concretas e incentivos.
Si pretendemos cumplir el objetivo de alcanzar la cifra de 5 millones de vehículos eléctricos en España para 2030, propuesto por el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (Pniec) 2021-2030, es imprescindible que el Gobierno tome medidas para derribar las barreras que retrasan la resolución de las autorizaciones para el despliegue de puntos de carga.
Lo que necesita el sector de manera urgente para fomentar el despliegue de los vehículos eléctricos en España son, esencialmente, dos cosas. En primer lugar, atacar la raíz de los cuellos que botella que generan un importante retraso en el despliegue de infraestructuras, obligando a los operadores a hacer un sobreesfuerzo: por un lado, invirtiendo en una infraestructura con un retorno a largo plazo y, por otro, manteniendo durante meses la infraestructura construida y esperando lograr la conexión a la red eléctrica.
En segundo lugar, invertir en la difusión del estado actual de la infraestructura que, por un lado, es suficiente para dar cobertura al parque de vehículos actuales y por otro está en fase de expansión, para albergar el parque de vehículos futuros.
Del mismo modo, para alcanzar el objetivo climático de la UE que implica la obligatoriedad de alcanzar la neutralidad climática en 2050, debemos reducir la dependencia de los combustibles fósiles para disfrutar de una red eléctrica en la que el 70% de la capacidad proceda de fuentes como la fotovoltaica y la eólica. Pero ¿es realista alcanzar estas cotas?
En España contamos con un gran potencial solar y eólico, que se ha demostrado durante estos últimos años con la gran cantidad de generación nueva renovable conectada al sistema y los proyectos en cartera que grandes eléctricas y productores independientes de energía tienen ready to build o bajo desarrollo.
Por tanto, España sí que tiene el potencial para alcanzar esta cifra del 70%, sin embargo, para poder lograrlo es indispensable que se lleven a cabo ciertas acciones, entre ellas: avanzar en el almacenamiento, cumpliendo la hoja de ruta del Pniec; mejorar nuestras interconexiones con Europa, para tener la capacidad de exportar excedentes de energía e incentivar el uso de almacenamiento distribuido, proporcionado por el parque de vehículos eléctricos.
Por último, si queremos descarbonizar de verdad, las soluciones digitales deben ser capaces de supervisar la generación y el almacenamiento de energía, el control de microrredes y las soluciones de carga de vehículos eléctricos, y hacer una gestión holística del rendimiento de los activos. Con lo cual, está claro que la digitalización del sector eléctrico es fundamental para avanzar en las políticas de descarbonización.
Si bien durante los últimos años, el sector eléctrico ha avanzado en la digitalización y en la generación de datos e inputs en tiempo real, que nos permitirían actuar sobre la generación, el almacenamiento o la demanda, necesitamos seguir avanzando en este ámbito. En concreto, las acciones más urgentes que se deben tomar son de tipo regulatorio, relacionadas con el mecanismo de fijación de precios de la energía, la participación de los consumidores en el mercado, y los cargos del sistema, mediante fórmulas que se ajusten más al pago por uso.
Esto permitirá el desarrollo de nuevas herramientas, plataformas y aplicaciones que permita a los consumidores tener mayor control e impacto sobre la demanda y la eficiencia energética, al mismo tiempo que obtienen el máximo rendimiento de sus propias fuentes de generación (autoconsumo) y almacenamiento.
Por tanto, esta capacidad para generar nuevos modelos de negocio, con base digital, donde el consumidor sea un actor clave en la generación, almacenamiento y flexibilidad de la demanda, también es un elemento esencial en esta carrera por la descarbonización.
En definitiva, necesitamos ser eficientes e impulsar propuestas que inviten, tanto a consumidores como a empresas, a apostar por la movilidad eléctrica. Solo así conseguiremos impulsar esta industria más allá del punto de inflexión y lograr estar un paso más cerca de la anhelada neutralidad climática.
Alberto Cantero es CEO de Wenea
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