Lo que hay que hacer con el parque de casas y en qué gastan los gobiernos de coalición
Sale más a cuenta hacer viviendas que escudriñar si las que hay están vacías
No es fácil convencer a alguien de que alquile o venda su casa. Aunque no la necesite en este momento, una vivienda es algo que siempre puede acabar siendo útil, sea para uno mismo o para un familiar; y la regulación de los últimos años, explicada por la pandemia y por la crisis energética, no ha hecho sino generar desconfianza hacia los arrendamientos, que se acaban convirtiendo en obligaciones sine die. El final de las prórrogas automáticas generalizadas a los contratos, establecido por el Gobierno el 27 de junio, es un pequeño respiro para los propietarios, que, sin embargo, seguirán optando en muchos casos por ahorrarse problemas y vender, o esperar a que un hijo necesite la casa.
Las medidas coercitivas, como elevar los impuestos o la expropiación, no han funcionado en Cataluña, y los expertos discuten que los 3,8 millones de casas vacías que calcula el INE a partir del gasto de luz sean realmente habitables. La vivienda siempre va a ser conflictiva en España, que tiene puntos muy poblados y grandes zonas deshabitadas. Y sale más a cuenta apostar por aumentar el parque residencial a un ritmo realista.
Los gobiernos de coalición gastan más... al menos en sí mismos
Dice el economista sueco Torsten Persson, Premio Fronteras del Conocimiento de la Fundación BBVA, que los gobiernos de coalición gastan más, porque tienen que contentar a un electorado más diverso. Por lo pronto, tienen que pagar a más altos cargos: se crean consejerías o ministerios a menudo innecesarios para satisfacer las exigencias de poder de los socios.
Los nuevos partidos prometen cuando dan sus primeros pasos que rebajarán los sueldos de los políticos, pero cuando experimentan las contrapartidas del puesto, ya no les parece que el sueldo sea excesivo, sino todo lo contrario.
Crecen los problemas de Bruselas con la deuda común
Mientras la UE vigila con una flexibilidad creciente el endeudamiento de los Estados que la componen, le empieza a crecer su propio problema de apalancamiento con las emisiones de los últimos años, lanzadas para paliar el efecto de la pandemia y financiar grandes reformas estructurales en cada uno de los países miembros. Su prima de riesgo, es decir, el diferencial con la que sigue siendo la referencia, la deuda alemana, es de 50 puntos básicos, en vez de 30, que es lo que correspondería según la composición de los activos. El mercado sigue desconfiando de una cartera que tiene poca liquidez y de la que se piensa que no tiene vocación de perdurar. Y mientras, los intereses que debe pagar Bruselas se multiplican.
Italia sale de la incertidumbre propia, aunque no de la general en Europa
Aunque el Gobierno italiano y el que será gobernador del Banco de Italia en noviembre, Fabio Panetta, critican la alta velocidad de las subidas de tipos del BCE, lo cierto es que la normalización monetaria está beneficiando a los bancos italianos (y a los demás), y eso está aupando a su selectivo, el Mib, a un 17% de subida en el año.
Es verdad que los valores trasalpinos vienen de un castigo más elevado ante los temores a que se reprodujera la crisis de 2008 y a que un Gobierno euroescéptico dificultara la llegada de los fondos europeos; pero el Ejecutivo de Giorgia Melonia camina solícito por la vía de la ortodoxia. Con todo, será difícil que Italia permanezca ajena al enfriamiento económico que se va a intensificar en Europa en los próximos meses.
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