¿Puede cambiarlo todo la IA? Al menos, puede reanimar a las tecnológicas
Gracias a la nueva revolución ‘tech’, los resultados y el valor en Bolsa de las compañías han mejorado en la primera mitad del año
La Inteligencia Artificial (AI) tiene poder para acabar con el hambre en el mundo y, también, para erradicar la humanidad”, según Sam Altman, fundador de OpenAI, creador de ChatGPT. Son dos extremos opuestos y radicales. Cierto o no, la afirmación ha inspirado titulares por doquier.
La grandiosidad de la declaración de Altman es una nueva manifestación de la exagerada importancia que, en ocasiones, el sector tecnológico se otorga a sí mismo. En los últimos 50 años hemos escuchado con demasiada frecuencia la expresión “este nuevo producto significa un nuevo paradigma para la humanidad…”. Muchos abusan de esa expresión, porque ignoran su significado: “una nueva teoría para explicar el mundo, aplicable en educación, sociedad, política, economía, ciencias naturales y filosofía” (Oxford University).
¿Verdaderamente un nuevo ordenador constituye “un cambio de paradigma?”. Computación, internet, smartphones, y digitalización (cloud, big data, ciberseguridad, internet de las cosas, conectividad e inteligencia artificial) sí son saltos fuertes en las tecnologías de la información, que han caracterizado cada década, desde los años noventa del siglo pasado hasta 2023. Puede identificarse cada década con un avance tecnológico simplemente viendo los premios Nobel de economía en los últimos 50 años: habitualmente, la motivación del premio fue la medición empírica del impacto de cada tecnología en las personas, empresas y la economía.
Luego, existen metodologías para medir. McKinsey, afirma que “el impacto de la IA generativa en la productividad podría agregar billones de euros en valor a la economía global. Y estima que la IA generativa sumaría de 2,6 a 4,4 billones de euros, cada año, en la próxima década; en comparación, el PIB de Reino Unido en 2021 alcanzó 3,1 billones de euros y el de España, 1,2 billones”. Es una de muchas estimaciones. Es prematuro predecir si la IA generativa “transformará el mundo”: tenemos el precedente decepcionante del metaverso.
La IA generativa sí ha espoleado el sector tecnológico. El índice S&P-500 ha subido un 13,8% en el primer semestre, empujado por ese 26% que pesan las firmas tecnológicas en el índice. Nvidia, fabricante de procesadores para videojuegos (GPU), ha multiplicado por tres su valor en Bolsa este semestre, porque su fundador, Jensen Huang, lanzó chips con IA generativa. En 2016, Huang presentó a los fundadores de OpenAI, Sam Altman e Elon Musk, un microprocesador preparado para la IA generativa. Musk es dueño de Twitter, fundador de Tesla, Neura Link y segunda fortuna del mundo. AMD, fabricante de chips, ha doblado este año su valor en Bolsa.
Cientos de empresas tecnológicas se han lanzado a presentar productos y servicios relacionados con la IA generativa. Ejemplos: Salesforce presentó su capa de confianza GPT Einstein integrada en su CRM-Cloud. Oracle lanzó su AI generativa con la startup Cohere; Microsoft ha embebido su AI generativa Copilot en Azure, mientras mantiene tiene una relación estrecha con OpenAI.
La bibliografía sobre la IA recuerda la victoria de Deep Blue (IBM) sobre Kaspárov, jugando al ajedrez (1997). IBM Watson, IA de IBM, famosa por ganar el concurso de televisión Jeopardy! en 2011. Ahora, IBM ha lanzado su plataforma de IA generativa watsonx. Es memorable la victoria de DeepMind, Google, sobre el campeón mundial de AlphaGo, en 2016. Google lleva dos décadas desarrollando IA y, tras Microsoft, lanzó Google Bard. Según Bloomberg Intelligence. “el lanzamiento de herramientas de IA, como ChatGPT Open AI & Microsoft y Google Bard, impulsará una década de crecimiento de ingresos de la IA generativa de 1,3 billones de euros”.
Apple, Amazon y Meta no han estado quietas. Apple anunció en junio Apple Vision Pro, “una nueva era de la computación y una nueva plataforma de inteligencia artificial”, según su CEO, Tim Cook. Con ello, la compañía alcanzó, de nuevo, un valor en Bolsa de tres billones de dólares y, además, recrudeció su guerra con Meta por dominar la realidad virtual y la realidad aumentada, con el concepto de realidad inmersiva y unas gafas extraordinariamente caras. Mark Zuckerberg, fundador de Meta, respondió lanzando gafas más asequibles económicamente que las de Apple y, de paso, lanzo su propia IA generativa en código abierto, para que, quienquiera, desarrolle aplicaciones. La IA de Apple, Google y Microsoft no funciona en código abierto, obviamente. Meta lo hizo para ampliar su mercado, con la misma filosofía de vender gafas más baratas: necesita aumentar ingresos toda vez que, en publicidad online, TikTok crece en cuota, como Amazon.
Amazon podría revolucionar de nuevo el e-comerce con el lanzamiento de su IA, integrada en AWS, su negocio de cloud, y la inversión de 100 millones de dólares en formación a proveedores y vendedores, posiblemente una de las decisiones más sabias de todo el sector: proveer formación en IA. Cisco incorpora IA generativa a sus soluciones de networking y software, al igual que Cellnex Telecom a la gestión de infraestructuras de telecomunicaciones. Las consultoras, de nuevo, quieren ser canal e intermediario: Accenture invertirá 3.000 millones de dólares en IA generativa (y despedirá, por cierto, a 19.000 personas); PWC invierte 1.000 millones. La lista de empresas y proyectos es interminable. Algunos, como Palatir, son osados: “nuestra estrategia en IA generativa consiste en coger todo el mercado”. Pues buena suerte.
El significado existencial de la IA generativa hoy, no lo sabemos. Quizá un futuro premio Nobel de economía nos lo diga…; mientras tanto, sí sabemos que, gracias a ella, los resultados (y valor en Bolsa) de las empresas tecnológicas, en la primera mitad de 2023, han sido buenos, frente a las noticias de despidos y reestructuraciones con que acabó 2022.
Jorge Díaz Cardiel es socio de Advice Strategic Consultants y autor de ‘El New Deal de Biden’
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