La situación de las empresas españolas en Rusia tras las sanciones
Las compañías que siguen vendiendo en el país a través de socios que trabajan en terceros mercados se exponen a riesgos
La invasión de Ucrania por parte de Rusia ha traído la guerra al corazón de Europa y se han visto escenas bélicas desconocidas desde la II Guerra Mundial. La respuesta de la Unión Europea ha sido un apoyo militar sin precedentes, al tiempo que ha impuesto una serie de sanciones económicas también desconocidas hasta el momento.
La Comisión Europea afirma que, ante una invasión sin que mediara provocación, ha establecido sanciones con el objetivo de “desarticular la capacidad del Kremlin para financiar la guerra; imponer claros costes económicos y políticos a la élite política rusa responsable de la invasión y reducir su base económica”. Estos ataques económicos se suman a las medidas ya impuestas a Rusia desde 2014 a raíz de la anexión de Crimea, que tuvieron escaso impacto económico.
Según la Comisión Europea, desde febrero de 2022, la UE ha prohibido que se venda a Rusia mercancías por un valor de más de 43.900 millones de euros y que se importen bienes por 91.200 millones. “Esto significa que, en comparación con 2021, están sujetos a sanciones el 49% de las exportaciones y el 58% de las importaciones”, indica Bruselas.
Los productos sancionados son: tecnología (ordenadores cuánticos y semiconductores avanzados, componentes electrónicos y software); maquinaria y equipos de transporte; bienes y tecnología para el refinado de petróleo; equipos y servicios de la industria energética; productos del sector aeronáutico y espacial, navegación marítima, drones y artículos de lujo (coches, relojes y joyas).
Por otra parte, no se puede comprar a Rusia petróleo (desde diciembre de 2022) y productos refinados (desde febrero de 2023), carbón, acero, hierro, oro, cemento, asfalto, madera, papel, plásticos, pescados y alimentos marinos y licores, cigarrillos y cosméticos y, por supuesto, armas de fuego civiles y demás material militar.
En el sector financiero, los dirigentes de la UE expulsaron del sistema de información interbancaria para transferencias (Swift) al principal grupo de bancos rusos con el objetivo de aislar al Kremlin de la economía mundial.
En cuanto a los servicios, la UE ha prohibido los de contabilidad, auditoría, asesoría empresarial, relaciones públicas, consultoría informática, asesoramiento jurídico, arquitectura e ingeniería, publicidad y encuestas de opinión pública desde Europa.
Las empresas que realizan estas actividades están sujetas a las sanciones de la UE si ofrecen estos servicios, pero otras muchas han quedado fuera de esta vigilancia y castigo. Son firmas textiles, de alimentación, higiene y limpieza, bebidas, fabricación de coches, tecnología básica y entretenimiento, entre otras. La razón es que la UE no quiere perjudicar a los ciudadanos rusos en su vida diaria.
Sin embargo, tras la invasión, la práctica totalidad de las empresas occidentales anunciaron su compromiso de abandono de la Federación Rusa para no seguir colaborando con un país invasor y exponerse a estas sanciones. Fueron declaraciones voluntarias ante la opinión pública, dirigidas a mantener la reputación.
Sin embargo, durante las siguientes semanas, buena parte de ellas explicaron que no se podían marchar de un día para otro, porque tenían compromisos con los proveedores y con sus plantillas.
Inicialmente, más de 20.000 trabajadores contratados por estas empresas quedaron expuestos a la potencial pérdida de sus fuentes de trabajo, aunque con el tiempo, parece que la mayoría han logrado mantenerlos con el traspaso de los negocios.
Es ahí donde podríamos encontrar parte de los posibles problemas: la trasmisión de negocios a socios rusos, así como otras estrategias que han llevado a no abandonar Rusia de forma clara. Algunas firmas han mantenido la empresa, pero bajo denominación cirílica; otras han llegado a acuerdos temporales de venta a empresarios locales con el pacto tasado de regresar en un plazo y precio marcado. En otros casos, las empresas siguen vendiendo en Rusia, pero a través de socios que trabajan en terceros países, que compran el material español y los transportan hasta Moscú.
Aunque no exista riesgo legal por seguir vendiendo mercancías, sí se podría pensar que, si hubo una declaración en febrero de 2022 sobre el abandono de Rusia y después no se ha realizado, o no ha sido de una forma total, la reputación de la compañía se podría ver afectada.
Del total de empresas que anunciaron su retiro, más de 200 cumplieron (vendiendo su negocio/activos). Casi medio millar de ellas interrumpieron sus compromisos rusos o salieron del país y más de 160 pausaron inversiones, según los datos recogidos por el Instituto KSE o el portal Rubusiness.
¿Corren riesgos reputacionales o de posibles sanciones las firmas que siguen vendiendo en Rusia, pero a través de socios que trabajan en terceros países? El primer punto para considerar es que los productos que no están en la lista de prohibiciones se pueden importar y exportar. Desde la UE son conscientes de los acuerdos comerciales que permiten continuar de formas indirectas, pero no existe obligación de cesar la actividad en los campos que no están señalados. No obstante, los problemas legales podrían llegar si se utilizaran proveedores, socios o bancos afectados por las sanciones.
Con la recopilación y análisis de información, es posible ayudar a dar a conocer a estas empresas la naturaleza de sus socios, para identificar posibles problemas de reputación, legales o regulatorios. Actualmente, es factible conocer la exposición política (incluida su proximidad al Kremlin y su postura hacia Ucrania) de empresarios, proveedores u otros que podrían estar afectados a sanciones europeas. Las empresas deberían estar preparadas para ello.
Fernando Mirgone es managing director en FTI Consulting
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