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Las sanciones y la caída del 45% de los ingresos de los combustibles agrian el Día de la Victoria de Putin

Pese a haber resistido mejor de lo esperado, la economía rusa eleva el déficit un 80% por encima del objetivo marcado por el Ministerio de Finanzas y se sitúa en 28.000 millones a comienzos de 2023

Soldados rusos marchan por la Plaza Roja de Moscú durante el desfile militar del Día de la Victoria.
Soldados rusos marchan por la Plaza Roja de Moscú durante el desfile militar del Día de la Victoria.DPA vía Europa Press (DPA vía Europa Press)
Pepe García

Tras 4 años de guerra en el frente del Este y, según las estimaciones, más de 10 millones de bajas soviéticas, la Alemania nazi se rindió al Ejército Rojo en la noche del 9 de mayo de 1945. El Día de la Victoria es la gran conmemoración castrense de Rusia y, con el frente estancado en Ucrania y los rumores de una contraofensiva en el disparadero, la fecha gana más connotaciones propagandísticas, si cabe, para el régimen de Vladímir Putin. Sin embargo, si bien Rusia afronta esta fecha con batallas militares todavía por librar, el aspecto económico cada vez parece estar más en contra de Moscú.

Las sanciones occidentales y la pérdida del 45% interanual de los ingresos procedentes del petróleo y el gas -que representan un 40% de los ingresos presupuestarios rusos, según Free Russian Fundation-, han dejado en el primer trimestre de 2023 un déficit de unos 28.000 millones de euros, un 80% por encima del objetivo fijado por el Ministerio de Finanzas ruso, indica el observatorio económico Bruegel.

La economía rusa soportó el golpe en 2022. Las previsiones de abril del Fondo Monetario Internacional (FMI) auguraban, con la guerra en ciernes, que Rusia contraería su economía un 8,5% a lo largo del año pasado. Sin embargo, el impacto terminó siendo muy inferior y la economía rusa tan solo se redujo un 2,1%. Bruegel destaca que, de manera similar a las expectativas económicas europeas, los peores pronósticos no se cumplieron en el caso de Rusia.

Sanciones Rusia Gráfico
Belén Trincado Aznar

El país, destaca el observatorio, tuvo una “hábil respuesta política” a la guerra. Consiguió recomponer “parcialmente” sus cadenas de suministros y amortiguar el impacto sobre su economía gracias al aumento de reservas que llevaba acumuladas desde el 2014, tras la ocupación de Crimea, y a los precios exorbitados de las materias primas, principalmente las energéticas, que aumentaron los beneficios de la economía rusa.

En el aspecto energético es donde es más claro este impacto. Según un informe de Free Russian Fundation, las sanciones coordinadas de EE UU y la Unión Europea sobre Rusia provocaron una contracción del 30% de las importaciones totales rusas. Sin embargo, las exportaciones totales de Moscú aumentaron debido a la dependencia europea de sus combustibles fósiles -sobre todo gas natural, del que Rusia era el principal suministrador europeo con una cuota del 41% del mercado, según datos de Bruegel-. Pese a las sanciones, en 2022 Rusia alcanzó un superávit de cuenta corriente de 227.000 millones de dólares (205.811 millones de euros), el más alto de la historia.

Sin embargo, el maná de divisas y recursos que llevaba la energía a la economía rusa se encuentra a la baja. Por ejemplo, el valor de referencia del gas –el TTF holandés– ha pasado de tener valores que superaban los 300 euros el megavatio hora (MWh) el pasado verano a rondar los 40 euros MWh en los últimos meses. Merced a este descenso de precios, y a que Europa ha bajado sus importaciones energéticas desde Rusia drásticamente, pese al récord histórico de superávit de cuenta corriente de 205.811 millones de euros de Rusia, el año pasado este indicador cayó de casi 70.000 millones de euros en el segundo trimestre de 2022 a 34.000 millones de euros en el cuarto trimestre de 2022, y aún más, a 16.800 millones de euros en el primer trimestre de 2023.

Sanciones

Si bien las sanciones Occidentales a Rusia comenzaron a producirse tras la ocupación de la península de Crimea en 2014, la invasión de Ucrania no ha hecho más que disparar el número y el alcance de las mismas. Estas sanciones abarcan desde la inmovilización de activos por valor de 300.000 millones de euros de las reservas del Banco Central de Rusia, pasando por la limitación del precio del petróleo ruso que ha establecido el G-7, hasta el veto a la compra de productos o de componentes extranjeros si estos utilizan equipos, herramientas o programas informáticos estadounidenses.

Pese a que algunas medidas, como la limitación al precio del crudo ruso por parte del G-7, han obligado al Kremlin aumentar la presión fiscal sobre los productores, lo que, según destacan fuentes de la coalición de países al Financial Times, “minan la capacidad de producción futura” de Rusia; Moscú también ha encontrado formas de eludir esas cortapisas.

La Free Russian Fundation asegura que en un sector clave como es el de los chips, el Kremlin “no solo ha seguido importando semiconductores y circuitos electrónicos integrados, ha aumentado sus compras drásticamente”. Por ejemplo, Reuters recogió en una publicación que Rusia habría recibido, al menos, 414 millones de euros en productos de la compañía estadounidense Intel entre abril y octubre de 2022.

Estas compras son posibles gracias a la intervención de terceros países, como Turquía o China. Es por ello que Bruselas planteó este lunes castigar a las empresas y países que ayuden a Rusia a evadir sanciones que, según la Comisión, “contribuyen a alimentar al Ejército ruso y su invasión de Ucrania”. Estos semiconductores y equipamiento electrónico caen en forma de misiles sobre Ucrania y es posible que este martes, durante el desfile del Día de la Victoria, los soldados rusos marchen con armas que todavía tienen componentes con sello Occidental.

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Pepe García
Redactor de la sección de Economía de Cinco Días. Estudió Ciencias Políticas y Sociología en la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla y cursó el Máster de periodismo UAM - EL PAÍS.

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