El fiasco de EY provocará un declive a cámara lenta
El riesgo ahora es que las ‘big four’ acaben siendo tres y media, tras el fracaso de la disgregación de una de ellas
A las cuatro grandes, big four, de la contabilidad les suele costar diferenciarse. EY, PwC, KPMG y Deloitte tienen servicios similares, las mismas oficinas de cristal brillante y su buena dosis de escándalos de auditoría. Pero el intento fallido de EY de separar sus servicios de auditoría y consultoría ha acabado por diferenciarla. El riesgo ahora es que al cuarteto se le conozca cada vez más como las tres-grandes-y-media.
La rama estadounidense de EY anunció el día 17 la supresión del 5% de su plantilla, 3.000 personas, menos de una semana después de que el gigante cancelara un plan para dividir sus unidades de auditoría y consultoría. La decisión se tomó después de evaluar el impacto de las actuales condiciones económicas, las fuertes tasas de retención de empleados y el “exceso de capacidad” en algunas partes de la empresa, dijo la filial de EE UU.
A corto plazo, EY está protegida contra el riesgo de que los clientes opten por contables menos problemáticos. Los accionistas y las contrapartes de gigantes corporativos como HSBC y Google prefieren, y a veces exigen, que los audite una de las big four. Goldman Sachs se retiró en enero como asesor principal de la OPV de gas de Abu Dhabi National Oil Company, porque el negocio de Emiratos Árabes Unidos no lo auditaba una de las cuatro, según Bloomberg.
El hecho de que la auditoría represente más del 30% de los ingresos del grupo da cierta seguridad al jefe de EY, Carmine Di Sibio. Incluso podría contar con cierto apoyo normativo. Organismos como el Consejo de Información Financiera británico presionaron para que las cuatro grandes se disgregaran con el fin de reducir los conflictos de intereses entre auditoría y consultoría, y ahora que el proceso ha sido un fiasco de gran repercusión, puede que estén dispuestos a hacer todo lo posible para evitar que un oligopolio de cuatro empresas fuertes se haga aún más pequeño. El declive de la economía y los recortes de empleo en rivales como Deloitte también pueden animar a los directivos a pensárselo dos veces antes de abandonar el barco.
Sin embargo, Di Sibio sigue teniendo un problema. Otro 30% de sus ingresos procede de la rama de consultoría de EY, más rentable. A diferencia de la auditoría, la consultoría está inundada de competidores como McKinsey, Bain, Accenture y Capgemini. Cualquier cliente inquieto por el fiasco de la división puede saltar fácilmente a uno de ellos.
EY estará especialmente preocupada por su negocio fiscal, que representaba un 25% de los ingresos del grupo en 2022. Los jefes de las big four tienden a la cautela a la hora de publicitar este rincón de sus imperios, porque ayuda a las empresas de todo el mundo a minimizar sus facturas fiscales. Laura Empson, profesora de la City University of London y exconsejera de KPMG, considera que esta unidad es uno de los negocios más rentables para EY y sus rivales. Por eso, tanto auditoría como consultoría estaban desesperadas por conservarla en un escenario de escisión.
El callejón sin salida estratégico de EY puede dificultar la permanencia de Di Sibio. Pero incluso si se va, la nueva dirección podría tener dificultades para convencer a los graduados, contratados en masa cada septiembre, de que EY les permitirá trabajar en lucrativos e interesantes trabajos de consultoría, en lugar de en la contabilidad, más prosaica. Con un flujo potencialmente menor tanto de clientes como de jóvenes contratados, los tres rivales de EY pueden hacerse más grandes, y ella puede hacerse más pequeña.
Los autores son columnistas de Reuters Breakingviews. Las opiniones son suyas. La traducción, de Carlos Gómez Abajo, es responsabilidad de CincoDías
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