Ocho tendencias a seguir en los mercados si hay un alto el fuego en Ucrania
La reacción a las conversaciones de paz ha sido todavía contenida, pero de tener éxito, los expertos pronostican grandes cambios


Anticiparse a lo que está por venir es una pretensión complicada para los inversores. Cuando algo sucede, ya suele ser tarde para tomar posiciones, o al menos, para capturar toda la rentabilidad. Por eso, pese a que la negociación se encuentra en una etapa muy incipiente, el inicio de las conversaciones de paz sobre Ucrania entre EE UU y Rusia ya ha puesto a pleno rendimiento la maquinaria de análisis de muchas entidades. Estas son algunas de las tendencias que prevén si finalmente las armas callan.
Energía más barata. Es, sobre el papel, la derivada más clara de un eventual fin del conflicto. Pero los expertos de Deutsche Bank advierten de que no será tan sencillo como parece. “Hay numerosas condiciones que necesitarían ser satisfechas de antemano. En primer lugar, un factor importante es la receptividad de la administración de EE UU a un reinicio de los flujos de gas de Rusia a Europa, y su interés en que Europa compre más de su gas natural en lugar del ruso. Además, no sabemos si hay un apetito entre las naciones europeas para reanudar la compra de gas ruso”, señala.
Aun así, contemplan una caída del precio desde los alrededor de 50 euros por megavatio hora (MWh) que marca actualmente en el índice TTF. La cuantía del recorte depende de hasta qué punto se retome la relación con Rusia: para un escenario en que se vuelva a diciembre de 2024, cuando alrededor de 40 millones de metros cúbicos de gas ruso atravesaban cada día Ucrania rumbo a Eslovaquia, República Checa y Austria, la rebaja en el precio del gas sería de unos 10 euros por megavatio hora. Mientras que si se regresara a los niveles anteriores a la guerra, de 120 millones de metros cúbicos diarios a través de Ucrania, el precio se hundiría a menos de la mitad, en 30 euros por megavatio hora.
Esto tiene, para Deutsche, un reverso negativo para las empresas con alta exposición al gas natural, que verán potencialmente una merma en sus ingresos. “Esto no solo puede afectar a los mercados de valores, sino también a los mercados de divisas, ya que las monedas de los principales productores de gas natural, como la corona noruega y el dólar canadiense, también están bajo presión debido a la perspectiva de una menor demanda de su producción”. La cara la representan aquellas empresas del sector que podrían reanudar o desinvertir en los proyectos que abandonaron o congelaron en Rusia, proporcionándoles una fuente adicional de ingresos.
En el caso del petróleo, la incidencia, según Deutsche Bank, será menor, porque Rusia sustituyó sus clientes occidentales por China e India. “Es poco probable que el levantamiento de las sanciones dé lugar a un nivel de producción significativamente diferente, lo que reduciría al mínimo el impacto esperado en los precios del petróleo”, augura la entidad alemana.

Un dólar más débil... alivio para los emergentes. Los economistas del banco suizo Julius Baer señalan que un acuerdo de paz tendría impacto en el mercado de divisas. “Favorecería a las divisas de riesgo y provocaría un debilitamiento de las monedas refugio, un estrechamiento de los diferenciales en los mercados de renta fija y un repunte de las acciones europeas”, señalan. Las implicaciones de esta tendencia serían globales, señalan desde Generali AM. “A escala mundial, el alto el fuego es favorable para los mercados emergentes. Un dólar más débil o un euro más fuerte ayudarán a la deuda local”, recuerdan.
Menos inflación... a corto plazo. La tesis de los analistas de Citi es que el debate sobre el alto el fuego es desinflacionario. El euro fuerte permite pagar menos por el petróleo y el gas, y la caída de las tarifas energéticas ayudaría a reducir la inflación, lo cual, a su vez podría permitir recortes adicionales de los tipos de interés por parte del Banco Central Europeo. Si se amplía el foco, la cosa cambia. “En el largo plazo, el gasto fiscal adicional en la región [por la reconstrucción] y potencialmente también en otros países de la UE podría hacer que los bancos centrales sean más cautelosos ante los riesgos de inflación. Si bien creemos que la reacción positiva de los mercados a corto plazo parece comprensible, somos escépticos sobre la sostenibilidad de esa tendencia”.
Los países cercanos a Ucrania, beneficiados. Guillaume Tresca, estratega senior de mercados emergentes de Generali AM, cree que los mercados emergentes, especialmente los de Europa central y oriental, estén entre los ganadores. “Sus activos se beneficiarán de la esperanza de un abaratamiento de la energía. Por ejemplo, Hungría y su moneda, el florín, podrían beneficiarse significativamente de la mejora de las condiciones energéticas. El primer ministro Viktor Orbán ha sido un firme defensor del gas ruso durante años, dada su dependencia energética. Rumanía, por su proximidad geográfica, podría beneficiarse de un mayor apetito inversor y puede desempeñar un papel en la reconstrucción. Kazajistán y su divisa, el tenge, repuntarán por la proximidad de su economía a la de Rusia”, enumera.
Empresas a la caza de los dividendos de la reconstrucción. Desde Deutsche Bank ven probable que las compañías europeas activas en la construcción y el desarrollo de infraestructuras se beneficien de la paz. Entre ellas incluye a proveedores de materiales como el cemento, la pintura o el acero. “Dados los daños que sufren las empresas ucranianas de infraestructura de energía y comunicaciones que operan en áreas como los cables de alta tensión y los equipos de comunicación, pueden asegurarse un papel en el servicio de las necesidades de Ucrania”, prevé. En lugar privilegiado sitúa a los proveedores polacos, por las facilidades de transporte y por tener mucho personal ucraniano.
Citi rebaja la euforia. Reconoce que empresas de Polonia y la República Checa podrían obtener contratos en la reconstrucción, pero su efecto sería limitado. “A partir de nuestras conversaciones con clientes, percibimos que los inversores pueden estar siendo demasiado optimistas sobre el tamaño y el impacto macroeconómico de esos contratos. Incluso en un escenario optimista (en el que todos los contratos se otorgaran a empresas extranjeras), esto sería menos del 0,5% del PIB anual en el caso de Polonia y aún menos en la República Checa. Creemos que una parte significativa de los contratos serían realizados por empresas ucranianas y, por lo tanto, el impacto real en las economías de Europa central y oriental sería solo una fracción de estas cantidades. No esperamos un impacto positivo directo en Hungría”, señalan.
Positivo para las firmas de pequeña capitalización. Bank of America parte de la hipótesis de que el fin de la guerra reducirá la incertidumbre en Europa, y animará el crecimiento gracias a los precios más bajos de la energía, lo que favorecería un desempeño superior de las empresas de pequeña capitalización, beneficiadas también por el efecto divisa. “Esperamos que el lastre de la debilidad del euro se desvanezca, ya que la mayor exposición doméstica de las empresas de pequeña capitalización se ha visto afectada por el tipo de cambio recientemente, en comparación con lo sucedido a las empresas de gran capitalización, más expuestas globalmente”.
Auge de la industria armamentística. Es una paradoja, pero unas conversaciones de paz están empujando ya al alza las acciones de empresas armamentísticas como la alemana Rheinmetall, la sueca Saab, o la británica BAE Systems, que teóricamente ganan más cuantos más conflictos abiertos haya. Esto es así porque las conversaciones entre EE UU y Rusia sobre Ucrania no han incluido a Kiev ni a la UE, por las llamadas de Donald Trump a que Europa eleve su gasto militar, y sobre todo, por la sensación creciente en el club comunitario de que EE UU ha dejado de ser un socio fiable en el ámbito de la Defensa, lo cual previsiblemente forzará un aumento de los presupuestos dedicados a la compra de armamento.
Repercusiones sobre los metales. En los mercados de materias primas, el impacto de unas mayores exportaciones marítimas de mineral de hierro de Ucrania y Rusia no es decisivo: representa solo el 4% del suministro global. Pero según Citi, un alto el fuego, con su consiguiente descenso de los precios de la energía, tendría consecuencias más claras en otros metales. “Esto debería generar menores costos de producción para los metales de alto consumo energético, especialmente el aluminio, donde las fundiciones se beneficiarían de una energía más asequible. Sin embargo, se espera que la reanudación de las fundiciones de aluminio sea gradual, ya que la débil demanda puede limitar el alcance de la recuperación. Además, el posible levantamiento de la prohibición de la LME [London Metal Exchange] sobre los metales rusos y la eliminación de las sanciones podrían reconfigurar los flujos comerciales, en particular para el aluminio, donde Rusia ha aumentado sus exportaciones a China en los últimos años. Una resolución podría eventualmente hacer que Rusia redirija gradualmente parte del suministro de regreso a Europa”.
En el caso de los metales preciosos, Julius Baer ve factible la hipótesis de una corrección en el precio del oro. “Podría ser objeto de una repentina recogida de beneficios si un eventual acuerdo incluyera una cláusula para descongelar los activos rusos retenidos en EE UU”, afirma.
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