_
_
_
_

Un fondo soberano para Trump: “Quiere uno porque lo tienen China y los países del Golfo”

Los expertos creen que se trata de un instrumento pensado para apuntalar la estrategia del republicano, y advierten sobre su falta de independencia

El presidente de EE UU, Donald Trump, durante la firma de órdenes ejecutivas en el Despacho Oval, el pasado 4 de febrero.
El presidente de EE UU, Donald Trump, durante la firma de órdenes ejecutivas en el Despacho Oval, el pasado 4 de febrero.SHAWN THEW / POOL (EFE)
Álvaro Sánchez

La idea sobrevoló la campaña presidencial allá por el mes de septiembre, y ha tardado apenas dos semanas en empezar a despegar. Donald Trump quiere su propio fondo soberano para Estados Unidos, y ha dado tres meses a los secretarios del Tesoro y de Comercio para que le presenten un plan con recomendaciones sobre su financiación, estrategias de inversión y gobernanza.

En el mundo existen unos 100 fondos soberanos con alrededor de 13,6 billones de dólares bajo gestión —casi nueve veces el PIB de España—. El mayor es el noruego (1,7 billones), con unos estrictos estándares medioambientales y éticos: no invierte en compañías tabaqueras, de armas o ligadas al carbón. Le siguen los de China, Abu Dabi y Kuwait. El día del anuncio, Trump eligió citar solo a uno, el de Arabia Saudí, el sexto en tamaño, y muy ligado a los intentos de la monarquía local de lavar su imagen. Para Ruth Aguilera, experta en fondos soberanos y profesora en la Northeastern University de Boston y en la escuela de negocios Esade, esa mención es significativa por lo que cuenta sobre su futura independencia. “Trump no tiene ni idea de lo que es un fondo soberano. Solo sabe que los países ricos lo tienen. Y puso de ejemplo al Public Investment Fund (PIF) de Arabia Saudí, no a Noruega, Australia, Nueva Zelanda o Irlanda, cuyo funcionamiento no depende de quién esté en el poder”.

El economista Adam Dixon es coautor del libro Sovereign Wealth Funds: Between the State and Markets (Finance Matters), junto a Patrick J. Schena y el español Javier Capapé. Opina que la decisión de Trump responde más a una dinámica de poder que a una necesidad real. “Mira a su alrededor y ve grandes fondos en el Golfo y en China, y también quiere uno. Pero Estados Unidos es muy diferente de esos países. No necesita un fondo soberano. Tiene los mercados de capitales más desarrollados del mundo. No está claro cómo esto haría a Estados Unidos más competitivo o contribuiría a la innovación. Significa una mayor participación del gobierno en los mercados, lo cual contradice el esfuerzo por reducir el tamaño de la Administración”, dice por correo electrónico.

En sus comienzos, este tipo de fondos se servían solo de dos vías para financiarse. Por un lado, algunos como el SAFE de China y el GIC de Singapur emplean las enormes reservas de dólares que les brindan sus exportaciones. Y por otro, los petroestados del Golfo se valen de los superávits obtenidos a cambio de sus recursos energéticos. Sin embargo, en los últimos 15 años han aparecido otros, como el de Nueva Zelanda, que no usan excedentes de divisas o los jugosos ingresos de sus materias primas, y están financiados directamente por el Gobierno.

Estados Unidos es el primer exportador de crudo y gas del planeta, pero pese a ello convive con importantes déficits, como se encarga de recordar Trump siempre que puede. Los expertos consideran, sin embargo, que conseguir recursos no tiene por qué ser un problema, máxime cuando se ha encargado a Elon Musk la misión de efectuar recortes gigantescos en otras partidas presupuestarias, como la ayuda al desarrollo. Y como mucho puede encontrar obstáculos en su aprobación por parte del Congreso.

El hecho de que Trump haya sugerido que el fondo soberano podría adquirir TikTok es una mala señal para Dixon. “Algunos argumentan que el gobierno no debería administrar fondos de inversión, por temor a la interferencia política o a proyectos derrochadores. Y es una preocupación justa, especialmente cuando la primera idea es adquirir una aplicación de redes sociales. Lo que Washington parece estar proponiendo no es un fondo pasivo al estilo de Noruega, sino un vehículo de inversión estratégico: elegir ganadores y respaldar a los campeones nacionales. ¿Ha llegado el capitalismo estadounidense a un punto tan bajo que esto es necesario y que las principales figuras de Wall Street piensan que es una buena idea?”, se pregunta.

Su compañero de publicación Patrick J. Schena, profesor en la Tufts University de Massachussets, se dice sorprendido de la velocidad con la que Trump ha actuado para empezar a crear un fondo soberano, y es más comedido en su diagnóstico. Ve en su implantación potenciales amenazas, pero también beneficios. “Si se establece con un objetivo de inversión estratégico, un fondo podría movilizar y concentrar la inversión en sectores como la inteligencia artificial y las tecnología limpias, y diversificar y hacer crecer aún más la economía estadounidense. No sorprende que los riesgos más críticos sean la mala gobernanza, la mala gestión y la interferencia personal o política en las decisiones de inversión”, apunta.

El plan incluye implicar en el vehículo de inversión a pesos pesados de Wall Street. “Hay que gente que dice que puede ser una buena idea porque es una manera de ahorrar, de que estos grandes inversores asuman parte del coste del desarrollo económico de EE UU y hacer América grande de nuevo, como dice Trump”, comenta Ruth Aguilera.

En su opinión, lo más importante para que un fondo soberano cumpla su mandato con garantías es que sea a largo plazo, resiliente a los ciclos políticos, y tenga un mandato muy claro de cuál es su propósito, condiciones que por ahora no se cumplen. Y recuerda que entre los casos de éxito hay ejemplos también en EE UU, como el del estado de Alaska, que se nutre del dinero del petróleo. “Es un gran modelo. Recoge que tiene que ir todo a educación, así que mientras las universidades de Estados Unidos son carísimas, los habitantes de Alaska van gratis”, compara. Sus más de 700.000 habitantes reciben además del fondo soberano un cheque cada año. El correspondiente a 2024, pagado este 16 de enero, fue de 1.702 dólares.

Otro estado con fondo soberano que se alimenta del petróleo, Dakota del Norte, se plantea eliminar los impuestos a la propiedad, lo cual redundaría en beneficio de sus habitantes. Pero también hay historias fallidas. Los fondos soberanos de Venezuela, Libia, Turquía o Malasia se han visto envueltos en corruptelas o financiación de conflictos bélicos.

Omnipresentes

Entre los fondos de países del Golfo, el ángulo geopolítico de lavado de cara también aparece entre los objetivos, como cuando el fondo soberano de Qatar pagó por patrocinar la camiseta del F.C. Barcelona. Sus tentáculos van mucho más allá: poseen importantes paquetes accionariales en empresas del Ibex, como en Telefónica, son dueños de grandes infraestructuras, como el aeropuerto londinense de Heathrow, donde el PIF de Arabia Saudí tiene el 37%, tras comprar el pasado diciembre una participación a Ferrovial, y de símbolos nacionales como los grandes almacenes británicos Harrods (Qatar). En España, sin embargo, pesa especialmente la presencia del fondo noruego, que en 2024 elevó sus inversiones hasta los 19.931 millones de euros, sobre todo en empresas cotizadas, pero también en deuda y bonos.

Aún no hay mucha claridad sobre dónde invertiría el nuevo fondo soberano estadounidense. Junto a TikTok, se puso como ejemplo de posible operación a los fabricantes de medicamentos. “Si vamos a comprar 2.000 millones de vacunas contra la covid, tal vez deberíamos tener algunas garantías y algo de capital en estas firmas”, señaló el secretario de Comercio. Dixon ve falta de coherencia en los planes del Ejecutivo. “No es buena idea que el gobierno estadounidense sea propietario, aunque sea parcialmente, de una empresa de redes sociales. ¿Significa esto que Trump quiere que los medios de comunicación sean respaldados por el Estado? Los republicanos quieren eliminar las subvenciones a la radiodifusión pública”.

Globalmente, Dixon es escéptico sobre el éxito de la iniciativa. “No veo cómo podría ser una entidad independiente y libre de política. ¿Qué pasará con la próxima administración? Son grandes preguntas y, antes de que los promotores digan que es una buena idea, deben pensar en quién dirigirá el fondo. Si la idea es darle dinero a Wall Street para que lo administre, esto tampoco será bien recibido por la opinión pública estadounidense”.


Sobre la firma

Álvaro Sánchez
Redactor de Economía. Ha sido corresponsal de EL PAÍS en Bruselas y colaborador de la Cadena SER en la capital comunitaria. Antes pasó por el diario mexicano El Mundo y medios locales como el Diario de Cádiz. Es licenciado en Periodismo por la Universidad de Sevilla y Máster de periodismo de EL PAÍS.
Rellena tu nombre y apellido para comentarcompletar datos

Más información

Archivado En

_
_