Los tipos a largo plazo de EE UU giran al alza: las promesas fiscales y la resistencia de la economía encienden las alertas
La rentabilidad de la deuda a 10 años sube 56 puntos básicos desde el 18 de septiembre mientras se enfrían las previsiones sobre próximas bajadas de tipos
A dos semanas para las elecciones presidenciales, las encuestas no dan un favorito. En cinco de los estados clave ninguno de los candidatos tiene una ventaja clara, pero el mercado ya está haciendo sus propios apuestas, y el comportamiento de la renta fija es el que mejor lo está recogiendo. Los rendimientos ya han anulado el impacto de la sorpresiva rebaja de tipos de septiembre: la deuda de EE UU a 10 años ha pasado del 3,78% que registraba a cierre de septiembre al 4,2% actual, niveles de julio. Desde que Powell comunicara la reducción de las tasas la rentabilidad de la deuda con vencimiento en 2034 ha subido 56 puntos básicos. En las dos últimas semanas, el índice de deuda soberana que elabora Bloomberg está a punto de borrar las ganancias en el año.
El consenso del mercado considera que el aumento de las rentabilidades obedece, por un lado, a la incertidumbre sobre la política monetaria, y por otro, a las expectativas de expansión fiscal. Esto último resulta más evidente en el caso de una eventual victoria del candidato republicano Donald Trump. Aunque los dos aspirantes han mostrado en sus propuestas bastante indisciplina fiscal, Caspar Rock, director de inversiones de Schroders, considera que la apuesta por los recortes fiscales y la desregulación que defiende el magnate podría impulsar aún más el crecimiento, pero agravaría los desequilibrios que arrastran las finanzas públicas.
Giles Moëc y Chris Iggo, economista jefe y director de inversiones en AXA IM, recuerdan que EE UU tiene problemas fiscales a largo plazo bien documentados. Según las previsiones de la Oficina Presupuestaria del Congreso (CBO), el déficit federal se mantendrá por encima del 6% del PIB en los próximos años y la ratio deuda/PIB superará el 120%. “En la actual campaña electoral, apenas se ha hablado de cómo frenar el gasto federal y mejorar el perfil fiscal a largo plazo. Muchas de las políticas propugnadas por los dos candidatos probablemente conduzcan a un mayor endeudamiento, en lugar de a una reducción. Esto es aún más probable bajo una presidencia de Donald Trump. Su tendencia es hacia impuestos más bajos y menos regulación”, remarcan. Desde la gestora advierten que en algún momento la generosidad fiscal podría convertirse en un problema para los mercados. Por su parte, Libby Cantrill, responsable de riesgo político en Pimco, señaló a Cinco Días que con una economía tan fuerte, el déficit de EE UU no está justificado y considera que las rentabilidades de lo bonos a largo plazo deberían ser mayores. En este contexto en la firma ven más oportunidades en la renta fija europea que la estadounidense.
Los primeros efectos empiezan a notarse. La prima por plazo, que representa la remuneración exigida por compensar el riesgo de mantener un bono durante un largo periodo, ha regresado a terreno positivo por primera vez en 12 meses. “Se espera que las perspectivas fiscales de EE UU empeoren bajo la presidencia de Trump. Los inversores van a exigir una mayor compensación por mantener la deuda en cartera”, señala a Bloomberg Elías Haddad, estratega de BBH. Aunque de momento los inversores continúan fascinados por la resistencia de la economía estadunidense, desde AXA IM creen que con el tiempo una prima de riesgo fiscal más alta tendrá algunas implicaciones para la solvencia soberana.
Como ya se pudo comprobar en el anterior mandado de Trump, la rebaja de impuestos y desregulación servirá para impulsar el crecimiento y reavivar las tensiones inflacionistas. El alza de los precios podría acelerarse con el recrudecimiento de guerra arancelaria. Este cóctel pondrá a prueba la independencia de la Reserva Federal. Después de acometer el mayor endurecimiento monetario en 40 años (las tasas pasaron del 0-0,25% al 5,25-5,5% en apenas 18 meses), Jerome Powell está cada vez más cerca de lograr un aterrizaje suave. Es decir, bajar la inflación sin provocar una recesión.
Con una variación de los precios del 2,5% y una tasa de paro por encima del 4%, el banco central de EE UU acordó la primera rebaja de tipos el pasado 18 de septiembre. Los inversores se lanzaron a poner en precio una rebaja de las tasas en más de 130 puntos básicos hasta marzo. Un optimismo que se ha ido diluyendo conforme avanzan las jornadas. La resistencia que muestra el mercado laboral y la economía, combinado con la generosidad fiscal de ambos partidos, han acelerado el ajuste de las expectativas. El mercado ya no espera una reducción de 50 puntos básicos en la próxima cita y reduce a menos de 100 puntos básicos los recortes para los próximos cinco meses. En este contexto, los analistas de Jupiter AM piden cautela a la hora de aumentar la exposición a vencimientos más altos. “Hemos rebajado la recomendación de incrementar duraciones de sobreponderar a neutral ante la reciente alza de los rendimientos”, destacan.