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El gráfico de la semana
Tribuna
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El estancamiento de Alemania y la reflexión europea

El elevado déficit público sumado a la pérdida de población trabajadora debería centrar el debate de qué economía y sociedad queremos dejar a las generaciones futuras

Vista del Bundestag de Berlín.
Vista del Bundestag de Berlín.ANNEGRET HILSE (Reuters)

Alemania, como toda Europa, se enfrenta a un enorme reto de qué tipo de economía y sociedad queremos dejar a las generaciones futuras. Deuda y demografía son los dos grandes techos que limitan el crecimiento europeo, aunque en el caso alemán la deuda no es problema, ya que hablamos del país más solvente de la zona euro con una deuda sobre PIB del 64%, frente a niveles por encima del 100% de sus colegas italianos, españoles y franceses. La demografía si que afecta y mucho, ya que se espera de aquí al año 2100 una pérdida de población neta (sumando unos nacimientos de 58 millones y unas muertes de 78,5 millones) de 20,5 millones de personas. Ello va a suponer una pérdida de población trabajadora relevante que debe ser cubierta con personas o robots/digitalización para seguir manteniendo unos niveles de PIB razonables.

Alemania PIB Producción industrial Gráfico
Belén Trincado Aznar

El exceso de tasa de ahorro del sector privado, que supone un 20% de la renta disponible, no se traslada a inversión, ya que las expectativas de los alemanes son de austeridad máxima. El grafico de esta semana es de aquellos que valen más que mil palabras y explica un poco la situación geopolítica del país más solvente de la eurozona y preocupa en la medida en que la radicalización de Alemania es una realidad que puede tener consecuencias severas en la eurozona. Una China con menores tasas de crecimiento, una política energética dominada de forma errónea por los verdes -que son la llave de la gobernabilidad- amén de la política única del gas ruso -que fue un error-, una demografía que juega en contra, un claro debate sobre la inmigración, un costoso Estado de Bienestar para las empresas que quizás ya no puedan pagarlo y un languidecimiento de la industria alemana, son razones para entender este estancamiento de la economía alemana que se traduce en un descontento que se ve en las urnas.

A ello se suma que la industria del automóvil y la química sufren de lleno todos los legacies de un sistema costoso en globalización donde ahora los competidores les comen cierta cuota de mercado y que hace tambalear los cimientos de la excesiva regulación europea.

La verdad es que esta situación se produce en un país donde no hay problema de deuda y donde el déficit público se sitúa por debajo del 3%, siendo el único cercano a aquellos criterios económicos del Tratado de Maastricht, que creo que todo el mundo ha olvidado. Imaginen lo que puede ser para otros países de la UE, con una con deuda por encima del 100% y un déficit público en la zona del 5%, lo que puede suponer poder levantar cabeza o no en el futuro. Esto es realidad para mayores y no hay que asustarse, solo entender que estamos ante el mayor debate de la historia económica de Europa y sin una solución fácil, ya que la cirugía se impone incluso aquellos que no están afectos por la grave enfermedad de la deuda.


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