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El faro del inversor
Tribuna
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¿Hablamos de renta fija? Reflexiones para no ahuyentar al inversor conservador

La recuperación de la renta fija como activo base para los inversores patrimonialistas conlleva la necesidad de formación e información a los clientes sobre los diferentes riesgos

Operador de la Bolsa de Nueva York.
Operador de la Bolsa de Nueva York.JUSTIN LANE (EFE)

Llevamos muchos meses en los que el debate entre los participantes en los mercados financieros está centrado en el control de la inflación y en las actuaciones de los bancos centrales. La importante subida de la inflación que comenzó en el año 2021, tuvo en el encarecimiento del petróleo y del gas los primeros desencadenantes y alcanzó niveles que no se veían desde principios de los años ochenta. Tras las intensas y rápidas subidas de tipos de interés por parte de los bancos centrales iniciadas por la Reserva Federal de Estados Unidos en marzo de 2022 y seguidas por el BCE en el mes de julio del mismo año, podemos decir que solo desde hace unos pocos meses que se ha controlado la inflación. Ahora bien, todavía no hemos alcanzado los objetivos de inflación que se han marcado los bancos centrales y recorrer la última milla está siendo más difícil de lo que muchos participantes del mercado esperaban. El dato de enero de 2024 de inflación subyacente en Estados Unidos se sitúa en el 3,9% y no se mueve prácticamente desde el mes de octubre de 2023 que alcanzó el 4%.

Los bancos centrales han sido capaces de dominar una situación que a muchos les pareció descontrolada en algunos momentos, pero esto no significa que haya sido un camino de rosas. El hecho más positivo es que no hemos entrado en una recesión económica tras el endurecimiento de la política monetaria, tal y como la mayor parte de los analistas pronosticaban. El mantenimiento del empleo es, en nuestra opinión, el factor que ha mantenido la actividad económica dentro de rangos razonables y muy por encima de la última gran crisis que se inició en 2008 y que durante cinco años destruyó empleo y riqueza de forma masiva.

Las Bolsas occidentales se han visto soportadas por caídas de actividad menos intensas de las esperadas y sobre todo por el comportamiento de los resultados empresariales. Las empresas han mantenido razonablemente sus márgenes por su capacidad de fijación de precios y las reducciones de costes de los sectores más dinámicos.

En el año 2023 vimos en los bonos gubernamentales fluctuaciones que debemos considerar excepcionales para activos con estos volúmenes de emisión y contratación. Durante el último trimestre del año pasado se produjo una relevante subida de los tipos de interés a largo plazo en Estados Unidos. Así el bono del tesoro a 10 años superó el nivel del 5%, y rápidamente vivió un descenso hasta el 3,8% basado en las expectativas de bajadas de los tipos de intervención. Ha habido momentos en que el mercado ha descontado hasta más de seis bajadas de tipos de interés en 2024, pero los bancos centrales han rebajado estas expectativas con sus actuaciones y mensajes. La resistencia de la inflación, especialmente la subyacente, para volver a los objetivos marcados, ha revertido parcialmente el rally (bajada de los tipos de interés a largo plazo) de los bonos del tesoro, tanto en Estados Unidos, como en el área euro.

Movimientos direccionales tan rápidos e intensos como los vividos en el último trimestre de 2023 y los días transcurridos del año 2024 dificultan que los inversores conservadores puedan incorporar estos activos en sus carteras. Tras más de una década en la que los activos libres de riesgo y con riesgo de duración no han aportado retribución, y como consecuencia de la subida de tipos, observamos que la renta fija está adquiriendo un peso muy importante en las carteras de los clientes.

La recuperación de la renta fija como activo base para los inversores patrimonialistas conlleva la necesidad de formación e información a los clientes sobre los diferentes riesgos de un tipo de activo con un mayor grado de complejidad.

El riesgo de tipo de interés, medido de forma habitual a través de la duración/sensibilidad, está provocando no pocos quebraderos de cabeza durante la reciente subida de los tipos de intervención comentada. El peligro de realizar estrategias de risk on risk off (comprar y vender los activos en las carteras según las perspectivas a corto plazo) desvirtúa una de las principales características de la renta fija: la existencia de un horizonte temporal cierto que es la amortización del activo por parte del propio emisor al vencimiento. Este tipo de actuaciones convierten a los clientes en inversores a la búsqueda del retorno fundamentado en el acierto del momento de entrada, en vez de compradores de un activo con rendimiento implícito a vencimiento, una estrategia mejor para los inversores patrimonialistas y conservadores.

El mundo de la renta fija es amplio y variado. A modo de ejemplo, vemos que los emisores han emitido instrumentos que se ven beneficiados por los movimientos de la curva de tipos de interés en los distintos plazos, o que su retorno depende del comportamiento de la inflación, aunque estos últimos pueden verse afectados también por la duración/sensibilidad que es función directa del plazo.

El riesgo de crédito que asumen los tenedores de bonos, y que refleja la prima que pagan los emisores en función de su solvencia, puede acompañar al riesgo de tipo de interés, pero no en todos los casos, como por ejemplo los bonos a tipos flotantes.

Las diferentes divisas en las que puede emitir bonos un emisor, y por tanto puede comprar un inversor, incorporan el riesgo de divisa en el resultado final. En este caso nos atrevemos a dar un consejo: si ustedes cubren este riesgo con un seguro de cambio, volverán a tener el tipo de interés de un bono de renta fija en su propia divisa y probablemente habrá pagado costes importantes. Los inversores de bonos en otras divisas suelen aprender esta lección del mismo modo que lo hicieron los que utilizaron hipotecas en otras divisas hace unos años.

Si además de los puntos considerados hasta aquí, los riesgos los diversificamos con otros activos que compongan nuestra cartera, como acciones, materias primas, etc., debemos prestar atención a cómo se correlacionan los mismos para que la diversificación cumpla su objetivo: reducir el riesgo agregado de la cartera para el mismo objetivo de rentabilidad.

Espero y deseo que tras esta tribuna no haya ahuyentado a los inversores patrimonialistas y conservadores de la renta fija; mi objetivo es divulgativo y lo es, porque considero que la renta fija como activo financiero cubre de manera muy eficiente las necesidades de la mayoría de los ahorradores e inversores particulares, pero requiere un esfuerzo de formación que les aseguro les será ampliamente recompensado.

Rafael Peña es fundador y gestor en Olea Gestión de Activos

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