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EL GRÁFICO DE LA SEMANA POR ALBERTO ESPELOSÍN
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

La relación cobre y oro frente a los tipos de interés

EE UU no puede soportar tipos altos mucho tiempo sin una fuerte recesión, con lo que los bonos pueden ser el activo estrella frente a la Bolsa

Jerome Powell, Federal Reserve Board Chairman
El gobernador de la Reserva Federal, Jerome Powell.MICHAEL REYNOLDS (EFE)

El cobre es sin duda el metal más importante para el desarrollo económico, tanto por su multitud de aplicaciones y excelentes propiedades como por el hecho de que la alta demanda que viene en el futuro no podrá ser cubierta por la oferta, que no es para nada flexible por la dificultad de encontrar este metal. El comportamiento relativo del precio del cobre frente al oro (en el gráfico es la línea de color rojo) se suele utilizar como un indicador de crecimiento económico. Por ende, su relación con los tipos a largo plazo en Estados Unidos es muy estrecha, tal y como se ve en el gráfico. Pueden ver que la caída del cobre frente al oro no se corresponde en la actualidad con ese bono estadounidense a 10 años en la zona del 4,3%: si la correlación se mantuviera, el bono debería estar en la zona del 2,5%.

Oro/cobre frente a bono a 10 años Gráfico
Belén Trincado Aznar

La inflación, y la lucha dialéctica de la Reserva Federal por curvarla, es lo que explica esta brecha tan importante entre estas dos variables. Y la verdad es que, por mucho que nos empeñemos, no creo que sea sostenible que la ultra endeudada economía de Estados Unidos pueda vivir mucho tiempo con ese bono por encima del 4%. El viernes Jerome Powell hablará en la mítica reunión de Jackson Hole y será una de las intervenciones clave del año en términos de política monetaria, que debería marcar el rumbo del deprimido mercado de bonos en los próximos 18 meses.

La cuestión es que, aunque sea muy agresivo, los tipos de la Fed en el 5,5% no tienen ningún recorrido al alza sin generar una recesión severa de calado. Y ahora que el IPC se sitúa en la zona del 3,2%, aunque se produzca un ligero repunte del dato por peores bases comparativas de la energía, no tiene sentido forzar la recesión cuando tan bien se ha evitado.

Ahora la inflación es el canario en la mina, pero más adelante lo será la necesidad de mantener a flote una economía endeudada. La disfunción del gráfico se debería corregir y ver el bono de Estados Unidos a 10 años en los próximos 12 meses en la zona del 3%-3,25% sería posible, aunque ahora se vea inverosímil. Esto haría que el mercado de deuda, que se encuentra por tercer año consecutivo con rentabilidades negativas, se convirtiera en el activo estrella frente a una Bolsa que probablemente se enfrenta a un enorme lateral bajista en los próximos años, a medida que vayamos descubriendo que el último rally sustentado en la inteligencia artificial era exagerado en términos de múltiplos de valoración –a pesar de que el relato pudiera ser verdad, aunque habrá que ver la regulación–.

La ortodoxia de la Reserva Federal tiene un límite claro en los 32,6 billones de deuda impagable que sustenta la economía americana, y que no va a mejorar por el “apagón demográfico” que se avecina en los próximos 10 años, con lo que la vuelta a “imprimir dinero” será una realidad que hará que los tipos bajen, quizás no a cero pero sí a la mitad de lo que están ahora. La deuda actual del sistema va mucho más con la deflación a largo plazo que con la inflación.

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