De la caída de Silicon Valley a Credit Suisse: las claves de una semana de tormenta bancaria

El colapso de una entidad desconocida en Estados Unidos provoca una fuerte sacudida en el Viejo Continente

DPA vía Europa Press (Europa Press)

En menos de una semana los cimientos del sistema financiero mundial se han tambaleado como no lo hacían desde la crisis de Lehman Brothers y sus réplicas, allá por 2008 y 2009. Los problemas de Silicon Valley Bank, una entidad californiana de mediano tamaño desconocida para el gran público, han degenerado en una crisis bancaria a escala global que ha dado la vuelta a las previsiones económicas de todo el año. El tsunami ha llegado a Europa a través de Credit Suisse, un gigante ya en horas bajas cuyos problemas amenazan con amplificar la crisis y que ha receibido esta madrugada apoyo de las autoridades. Queda por ver si esta actuación de las autoridades consigue frenar el miedo de invesores y ahorradores. Estas son las claves de la tormenta financiera que golpea a Europa.

¿Cuál ha sido el desencadenante de la tormenta?

La madrugada del pasado jueves Silicon Valley hacía públicas unas pérdidas de 1.800 millones de dólares a causa de la venta de una parte (21.000 millones) de su masiva cartera de deuda pública. La empresa, que tenía como clientes a empresas tecnológicas (el 98% de sus depósitos tenía más de 250.000 dólares), debía atender las peticiones de retirada de fondos de sus clientes, castigada por la subida de tipos. Con la deuda de EE UU a un año al 4,75%, el banco no tenía capacidad para competir en interés, por lo que los depositantes se marcharon, obligando al banco a devolverles el dinero.

En el caso de Silicon Valley Bank, la elevada concentración de sus clientes en un único sector donde todas las empresas se conocen aceleró la salida de capitales. Y, aunque ningún banco del mundo tiene dinero para devolverlo a todos sus clientes a la vez, esta entidad invirtió casi dos tercios de todo su activo en el mismo valor: deuda del Tesoro de EE UU. La misma subida de tipos hizo caer el precio de mercado de esta deuda (el interés nominal que paga un bono es fijo, pero si los tipos de referencia suben, el precio de mercado baja para ajustar ese interés nominal al interés relativo, en porcentaje, que se paga en el mercado). El banco, además, no tenía contratadas coberturas de tipos para esta eventualidad, por lo que tuvo que vender la deuda a precio de mercado. La publicación de las pérdidas solo aceleró la huida de dinero y la caída enBolsa. El viernes las autoridades intervinieron la entidad.

¿Por qué se ha extendido tan rápido?

La caída de Silicon Valley llegó después de la quiebra de otra entidad, Silvergate, en este caso por sus exposición a criptodivisas. El mercado teme que haya más entidades con los problemas de Silicon Valley, pues la subida de tipos de interés ha provocado pérdidas latentes en la cartera de deuda de la banca de EE UU por 620.000 millones de dólares. Además, los bancos regionales como Silicon Valley están menos supervisados que los grandes, por lo que el viernes la Bolsa ya castigó a muchas de estas entidades ante el riesgo de que tuvieran los mismos problemas financieros y la misma gestión deficiente que Silicon Valle Bank. Signature Bank o First Republic se vieron señalados desde el primer momento. No así los grandes bancos, con mayores exigencias de supervisión y cuyo tamaño sirve de escudo.

Cuando la confianza en la banca se resquebraja, los depositantes sacan su dinero, los accionistas venden y los inversores piden más dinero por prestar dinero a las propias entidades, decisiones que debilitan la situación de las entidades y, por tanto, aceleran la propia desconfianza. La banca regional en EE UU se desplomó en Bolsa, contagiando a parte del mercado europeo, puesto que las crisis financieras reververan con facilidad a través de los mercados dada la interconexión entre entidades e inversores.

¿Qué medidas se han tomado en EE UU?

El fin de semana la Fed adoptó una agresiva batería de medidas para contener la hemorragia, que estaba provocando ya inquietud entre los clientes a pie de calle. Además de Silicon Valley Bank, intervino Signature Bank, y adoptó medidas para frenar la huida de depósitos de los bancos regionales: un nuevo mecanismo extraordinario de financiación a un año para bancos, asociaciones de ahorro, uniones de crédito y otras instituciones de depósitos en el que podrán pedir dinero aportando como garantía deuda pública sin sufrir el descuento habitual en estas operaciones. Además, se garantizaron los depósitos por encima del límite estándar de 250.000 dólares. Aun así, los grandes bancos han recibido oleadas de dinero de clientes temerosos de verse atrapados en la próxima crisis.

En todo caso, pese a no haber logrado apagar el fuego, la rapidez y la decisión con la que EE UU ha atacado la crisis de Silicon Valley Bank ha evitado que los problemas se enquistaran en el otro lado del Atlántico, gracias en buena parte a la experiencia acumulada durante la crisis de 2008. La caída descontrolada de Lehman provocó un caos financiero que forzó a las autoridades a adoptar medidas mucho más costosas en los meses siguientes.

¿Cómo llegó el contagio a Europa?

La experiencia de decenas de crisis anteriores demuestra que una crisis bancaria es como una bola de nieve pendiente abajo: aunque no hubiera exposición directa a las entidades con problemas, la mera aversión al riesgo de los inversores sirve para extender el fuego: las entidades más débiles sufren salidas de dinero, problemas en Bolsa y mayores costes de financiación. Y estas entidades más débiles contagian, a su vez, a otras que no lo son tanto. En Europa el mercado ya tenía señalados desde el lunes a varias entidades, más castigadas que el resto. En particular Credit Suisse, inmersa en una espiral destructiva desde hace varios trimestres.

¿Qué pasó a Credit Suisse?

La noticia este miércoles de que el principal inversor de la entidad suiza no va a proporcionar más ayuda financiera, en caso de necesitarla, desencadenó la última réplica del terremoto. Credit Suisse se llegó a desplomar un 30%, aunque luego, moderó la caída hasta el 24,24%. El presidente del banco estatal saudí SNB, Ammar al Khudairy, primer accionista de la firma, rechazaba que su participación en el capital de Credit Suisse “no puede superar el 10%” por cuestiones regulatorias, por lo que en caso de que el grupo suizo necesitara fondos extra, SNB no podría proporcionarlos.

La víspera, Credit Suisse ya generaba suspicacias (y cerraba con caídas notables en Bolsa) tras reconocer fallos en su reciente gestión de riesgos y admitía que los controles habían sido “insuficientes”. Poco después, el CEO del banco pedía paciencia a los inversores para ejecutar el plan restructuración durante este año y tratar de enderezar la marcha de la entidad. El propio banco desveló en sus cuentas que contemplaba la posibilidad de todavía más fugas de depósitos. Según detallan los resultados de Credit Suisse, presentados el martes tras ser aplazados, el banco suizo tenía a cierre del último ejercicio 233.235 millones de francos suizos en depósitos (239.948 millones de euros). La cifra evidencia que la entidad sufrió una enorme fuga de depósitos, pero que efectivamente, todavía había margen para más. Un año antes, en 2021, tenía depósitos por valor de 392.819 millones de francos (404.126 millones de euros).

Esta fuga repercutió en las cuentas de Credit Suisse. Tuvo que vender una gran cantidad de activos para reembolsarlos, debilitando con ello su posición. Así, la partida de “activos líquidos de alta calidad” pasó de 227.193 millones de francos suizos en 2021 (233.732 millones de euros), a 119.954 millones de francos a cierre de 2022 (123.406 millones de euros). Los problemas de 2022 fueron la pólvora. Las quiebras de bancos en Estados Unidos hicieron de mecha.

¿Por qué Credit Suisse tiene problemas?

Las dificultades de la entidad suiza vienen de lejos y los accionistas parecen estar perdiendo la paciencia. El grupo encadena años de pérdidas millonarias y en 2022, tras un cambio de consejero delegado, presentó un plan de transformación para tratar de revertir los números rojos. La acción bajó un 21,77% en 2021 y un 66,84% en 2022. Antes del batacazo de este miércoles, las acciones de la entidad ya caían un 25,87% en el año 2023. Lo que refleja la cotización es que la desconfianza de los inversores ha ido a más. Credit Suisse sufrió el pasado año pérdidas por 7.400 millones de euros, lo que suponía multiplicar por más de cuatro las del año anterior de 1.650 millones de francos (1.670 millones de euros) y su peor resultado desde la crisis de 2008. Además, la entidad anunció la retirada de fondos por valor de 123.200 millones de francos suizos (135.794 millones de euros).

El banco no da por finalizada su crisis y espera de nuevo un resultado negativo antes de impuestos en 2023. Entre las causas que explican el agujero de años anteriores están los 5.500 millones de dólares de pérdidas tras el colapso del fondo Archegos o su exposición a la firma de servicios financieros Greensill. Pérdidas amplificadas por varios frentes judiciales millonarios abiertos y la mala marcha de su bróker. A todo ello se han sumado problemas de imagen que han cercenado aún más la confianza en el grupo. En febrero, la entidad retrasó unos días la presentación de sus cuentas, tras una petición de nuevos datos por parte de la SEC, el regulador del mercado de EE UU. La noticia se produjo poco después de que Reuters publicara que el regulador suizo investiga las declaraciones del presidente, Axel Lehmann, en las que aseguraba que las fuertes salidas de fondos de octubre ya “se habían aplanado completamente” cuando esto no había sucedido, si bien días después la investigación se dio por concluida. A principios de 2022 el banco fue objeto de una investigación publicada por un grupo de medio centenar de medios globales que lo acusaban de haber hecho negocios durante décadas con fortunas de personas ligadas a la corrupción.

¿Por qué la entidad no ha encarrilado la crisis?

Credit Suisse presentó a finales del año pasado su plan de reestructuración con el que pretendía hacer frente a su delicada situación financiera. Incluía la reestructuración “radical” de su banca de inversión y dos ampliaciones de capital con las que quería captar 4.000 millones de francos suizos (unos 4.027 millones de euros), además de una reducción de la plantilla de 2.700 trabajadores. Su objetivo era centrarse en las áreas de gestión de patrimonios, el negocio bancario suizo, mercados de capitales y asset management. La ampliación de capital implicó que el Banco Nacional Saudí se convirtiera en el accionista mayoritario, con el 10% del capital, con una inversión de 1.500 millones de francos (1.530 millones de euros). En todo caso, el mercado no ha dado tiempo a que los planes del banco se lleven a cabo. El estallido de Silicon Valley ha agudizado los riesgos de la entidad, y el mercado de coberturas de crédito (seguros financieros que cubren a un inversor del impago de una deuda) refleja que los inversores barajan una alta probabilidad de un impago total o parcial de la deuda del banco, probabilidad similar a la que tenían los bancos griegos en lo peor de la crisis. Los bonos se pueden comprar por la mitad de su valor facial.

¿Qué medidas han tomado las autoridades suizas?

El SNB, banco central suizo, ha ofrecido una línea de liquidez de 50.000 millones para Credit Suisse. Al igual que la Reserva Federal y el Tesoro de EE UU, las autoridades de Zúrich quieren parar la sangría antes de que sea demasiado tarde. El banco, por su parte, ha indicado que no prevé necesidades de capital y que recomprará 3.000 millones en deuda (a precio de derribo) para intentar recuperar la confianza del mercado. Tiene un ratio de capital del 14,4% y tiene cubiertas en un 150% sus necesidades de liquidez. La entidad ha respondido con una subida del 30%.

¿Qué tamaño tiene Credit Suisse?

El valor total de mercado de Credit Suisse asciende a 6.791 millones de euros tras el desplome de hoy. La entidad tiene una capitalización algo superior a la de Sabadell (5.736 millones), mientras que Caixabank vale 27.262 millones y Banco Santander, 53.876 millones. Los activos de Credit Suisse eran de 545.806 millones de euros a cierre de 2022. Sabadell contaba en esa misma fecha con unos activos de 251.379 millones de euros, CaixaBank, con 592.324 millones, y el Santander, con 1,73 billones de euros. En activos bajo gestión, el tamaño del banco suizo es muy considerable. A 31 de diciembre, gestionaba 1,32 billones de euros.

¿Puede contagiar a otras entidades?

Es el principal riesgo ahora mismo, dado que la intrerconexión de Credit Suisse con la banca europea es muy superior a la de Silicon Valley Bank. Credit Suisse es un banco clave en gestión de activos para grandes fortunas, operaciones de fusión y adquisición y financiación en el mercado. El Banco Central Europeo ha comenzado este miércoles una ronda de contacto con las entidades bajo su vigilancia para interrogarles sobre su exposición a Credit Suisse. En todo caso, el propio mercado ya se ha ocupado de señalar a otras entidades que tenía en el foco, como Deutsche Bank o, en general, la banca italiana. La banca española, por su parte, no se ha visto particularmente castigada, si bien Sabadell ha sufrido en Bolsa un poco más. El Ibex 35 ha perdido más que otros índices porque el sector financiero tiene mucho peso.

¿Cómo afecta la crisis a los tipos de interés?

La situación de inestabilidad financiera obliga a Reserva Federal y BCE a repensar sus planes de seguir subiendo tipos para contener la inflación desbocada. El alza de los intereses añade más estrés al mundo bancario en la medida en que encarece el dinero precisamente cuando la aversión al riesgo en el mercado provoca que los inversores sean reticentes a prestarlo, o simplemente exijan mucho más interés. En otras palabras, la crisis bancaria por sí misma ya activa una subida de los tipos de interés de mercado, que los bancos centrales refuerzan.

Así, el mercado ha pasado de esperar varias subidas de tipos de interés en EE UU a cotizar descensos. Y el BCE se reúne hoy, en principio con la perspectiva de una subida de medio punto a la que seguirían, según la senda prevista dos o tres de 0,25. La situación bancaria puede hacer reconsiderar a Christine Lagarde no solo futuras decisiones, sino quizá la de hoy mismo.

¿Cómo han reaccionado los mercados a esta sacudida?

Los mercados de ambos lados del Atlántico no han logrado alcanzar la calma desde el miércoles 8, con la caída del Silvergate Bank. Desde entonces, cada nueva señal de problemas no ha hecho más que elevar la desconfianza de los inversores, preocupados de un contagio sistémico. Los principales perjudicados han sido los índices sectoriales de los bancos que cotizan en Bolsa. En Wall Street, el Nasdaq KBW, compuesto por las 24 entidades bancarias más grandes que cotizan en la Bolsa, ha cedido un 22% de su valor en la última semana. Su homólogo europeo, el Eurostoxx sectorial de banca, también lleva perdido un 12% desde el inicio del terremoto, gracias a las fuertes pérdidas el miércoles de entidades europeas, lideradas por Société Générale y Sabadell. En conjunto, los bancos europeos evaporaron en solo una jornada más de 64.100 millones de euros de sus cotizaciones.

Más allá de los grandes nombres, la peor parte se la llevaron las pequeñas entidades regionales estadounidenses como First Republic. El banco con sede en San Francisco llegó a perder hasta el 70% de su valor en Bolsa durante su sesión del lunes.

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