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George Soros, el arte de hacer dinero contra los bancos centrales

El inversor, bestia negra de la extrema derecha, levantó un imperio financiero valorado en más de 25.000 millones de dólares

El inversor George Soros, en una entrega de premios en Viena (Austria), en 2019.
El inversor George Soros, en una entrega de premios en Viena (Austria), en 2019.Lisi Niesner (REUTERS)
Miguel Moreno Mendieta

George Soros (Budapest, 1930) es probablemente el inversor más famoso del mundo. El más popular de todos los tiempos. Con permiso de Warren Buffett -quien nació solo dos semanas después que él-, Soros se ha convertido en el símbolo del genio de las finanzas que desde las sombras es capaz de derrocar Gobiernos o torcer el brazo de los todopoderosos bancos centrales. Aunque Buffett ha acumulado una fortuna muy superior, Soros levantó desde la nada un imperio financiero valorado en más de 25.000 millones de dólares (23.000 millones de euros). Eso, después de donar 32.000 millones a causas progresistas. Este perfil filantrópico, unido a su origen judío, le ha convertido en el gran enemigo de la extrema derecha de todo el mundo, y en el centro de todo tipo de teorías de la conspiración. Su capacidad inversora es incuestionable: alguien que hubiera podido poner 1.000 euros en su fondo en 1969 los habría convertido en cuatro millones en el año 2000.

Soros nació en el Reino de Hungría y durante su adolescencia vivió la invasión por parte del ejército nazi y el inicio del Holocausto. Su familia tuvo que renunciar al apellido Schwartz (vinculado al judaísmo alemán) y acabó pagando por unos documentos falsificados para hacerse pasar por cristianos. Con 14 años escapó de su ciudad natal, que ya era frente de guerra entre alemanes y soviéticos, para irse a vivir a Londres, donde empezó a estudiar en la prestigiosa London School of Economics. Allí fue alumno del filósofo Karl Popper, quien le influyó en sus teorías de inversión.

Después de haber trabajado de camarero, taquillero y vendedor de souvenirs, logró que le contrataran como oficinista en el banco londinense Singer and Friedlander, en 1954. Dos años después se trasladó a Nueva York, que ha sido su ciudad de residencia desde entonces. Allí, tras estar empleado durante una década en varias firmas de inversión, logró crear su propio fondo de inversión libre, el Double Eagle Hedge Fund. Esa fue la semilla del Soros Fund, un vehículo que con el que consiguió una alucinante rentabilidad media anual del 32% a lo largo de 31 años (entre 1971 y 2002).

Poder llevar las riendas de un hedge fund le permitió desplegar sin cortapisas su estilo de gestión, basado en detectar y aprovechar ineficiencias macroeconómicas en los mercados financieros. Soros explica en su autobiografía que siempre ha intentado invertir llevando la contraria al rebaño: “la opinión predominante es que los mercados siempre tienen razón. Yo, en cambio, doy por sentado que se equivocan siempre”.

El caso que le catapultó a la fama en 1992 y le generó un rendimiento neto de 1.000 millones de dólares fue su apuesta contra el Banco de Inglaterra. Quien identificó la debilidad de Reino Unido fue uno de los lugartenientes de Soros, Stanley Druckenmiller. Él vio que se podía aprovechar la dubitativa adhesión del país al Mecanismo Europeo de Tipo de Cambio (METC), un acuerdo que limitaba a una determinada horquilla la fluctuación de las monedas de los países que formaban parte de la Unión Europea. La libra esterlina no podía distanciarse más de un 6% respecto al marco alemán.

Druckenmiller, un experto en inversión bajo criterios macroeconómicos, en seguida detectó la fisura del plan. En Alemania los precios se estaban disparando tras la reunificación del país. Para controlar la inflación, Berlín subió con fuerza los tipos de interés. Eso impulsaba al marco alemán frente a la libra. Para contrarrestarlo, Londres tenía también que subir tipos (pese a que su economía estaba en recesión) y comprar su propia divisa en el mercado abierto, para evitar que se saliera de los guardarraíles europeos. Al cabo de unos trimestres, la situación parecía insostenible. Druckenmiller olió la sangre, avisó a Soros y decidieron pedir dinero prestado para apostar contra la libra esterlina. 4.000 millones de dólares. Todo al rojo. El Banco de Inglaterra no pudo aguantar el pulso. Reino Unido salió del Mecanismo Europeo de Tipo de Cambio, la moneda británica se desplomó un 15% y Soros se convirtió en una celebridad.

El Banco de Inglaterra no es el único banco central que ha sido víctima de las agresivas políticas del hedge fund comandado por George Soros. Cinco años después, el magnate hizo una apuesta masiva contra el baht tailandés durante la crisis financiera asiática de 1997. Se calcula que apostó 1.000 millones de dólares de una cartera de 12.000 millones a que la moneda implosionaría, lo que finalmente ocurrió cuando el Banco de Tailandia se quedó sin munición para apoyar su moneda y defenderse de los vendedores en corto.

En 2013, Soros volvió a la carga. Esta vez contra el yen japonés. El inversor húngaro sabía que el primer ministro japonés, Shinzo Abe, estaba promoviendo una política de relajación monetaria y de impulso fiscal para reactivar la estancada economía de Japón. Las denominadas Abenomics tuvieron como efecto una devaluación del 17% de la divisa nipona. Sus posiciones cortas le permitieron ganar nuevamente alrededor de 1.000 millones de dólares. Al mismo tiempo, Soros tenía posiciones largas en el Nikkei, el mercado bursátil japonés, que se revalorizó en torno a un 28%. Estas dos apuestas permitieron a Soros lograr una rentabilidad del 24% en el año.

George Soros ha llegado a acuñar su propia filosofía de inversión, basada en la teoría de la reflexividad de su maestro Karl Popper. Esta tesis sostiene que existe un ciclo de retroalimentación en el que las percepciones de los inversores afectan a los fundamentos económicos, lo que a su vez cambia la percepción de los inversores. Esta tesis está conectada con la mecánica cuántica y la paradoja del gato de Schrödinger. Esto llevó a Soros a bautizar uno de sus vehículos de inversión como Quantum Fund (el fondo cuántico).

Su trayectoria inversora ha ido en paralelo a una militancia política muy cercana al Partido Demócrata de Estados Unidos -llegó a decir que “sacar a George Bush de la Casa Blanca es la misión más importante de mi vida”-, a través de la red de fundaciones Open Society, que respaldan un sinfín de causas liberales en todo el mundo, de la lucha contra el cambio climático a la reforma de la justicia penal. Hace unos meses entregó el control de su imperio a su hijo Alexander, pero para la Historia siempre quedará como el hombre que quebró el brazo del Banco de Inglaterra y sacó de quicio a todos los ultras.

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Sobre la firma

Miguel Moreno Mendieta
(Madrid, 1979) es licenciado en Derecho y Economía por la Universidad Carlos III. También cursó el Máster de Periodismo de El País. Se incorporó al periódico Cinco Días en 2006, tras pasar por la web de El País y Mi cartera de Inversión. Escribe sobre el sector financiero, con un foco especial en fondos de inversión y los seguros.
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