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El milagro de dar nueva vida a los pueblos gracias a internet

Asteo ha acabado con la brecha tecnológica de 350 poblaciones de menos de 1.000 habitantes. Cuenta con una red de más de 1.700 kilómetros que conecta 150.000 viviendas

Castilla y León
Un momento del despliegue de la red troncal soterrada en un pueblo de Castilla y León. FOTO CEDIDA POR LA EMPRESA

Sanchotello, Valdehornillos, Gajate, Olombrada son algunas de las pequeñas localidades castellanoleonesas y extremeñas que han dejado de estar desconectadas del mundo digital para disponer de lo último en fibra óptica. Esto ha sido posible gracias a Asteo, una pyme madrileña cuyo consejero delegado, Pedro Abad, describe como “un proyecto con alma, porque impacta positivamente en la vida de muchas personas de zonas que no han sido favorecidas por las grandes estrategias tecnológicas, lo que ha originado una brecha social en el mundo rural”.

La compañía no es una operadora de telecomunicaciones más de las cerca de 3.700 registradas en la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC). Tiene dos peculiaridades: es una firma neutra, que diseña, ejecuta y opera las redes, pero no las comercializa al público final, sino que las pone al servicio de cualquier otra teleco. Y se declara ultrarrural: “Somos los únicos que llevamos la tecnología al campo”.

Su primera ventaja es que, al no estar sujetos al precio que paga el cliente, hablamos de lo último en tecnología: despliegues que soportan servicios de hasta 10 gigabyte de capacidad, frente a los mayoritarios en las grandes ciudades, de apenas 1 giga. “Se da la paradoja de que en un pueblecito tienes mejores prestaciones que en el centro de Madrid o Barcelona”, afirma. Además, al ofrecer la red a las comercializadoras, los vecinos pueden elegir el proveedor. “Nuestro modelo facilita que cada persona decida lo que mejor le encaje”, continúa.

En cuanto a la segunda, y aunque España lidera Europa en implantación de fibra óptica (con el 90% de cobertura en los hogares), “al comenzar el proyecto vimos que cuatro de cada diez habitantes del campo no tienen conexión de última generación. Una parte del territorio estaba siendo discriminado tecnológicamente, con lo que ello conlleva a nivel educativo, profesional, de ocio, de la Administración…”, asegura.

Pedro Abad, consejero delegado de Asteo. FOTO CEDIDA POR LA EMPRESA
Pedro Abad, consejero delegado de Asteo. FOTO CEDIDA POR LA EMPRESA

Así, el 90% de los municipios donde Asteo está desplegando su red tiene menos de mil habitantes. “Cada día hablamos con alcaldes que se sienten muy felices por nuestro trabajo. Y nos piden que, si es posible, nos desviemos a una granja, a las afueras, porque trabajan 20 personas del pueblo, y resulta que el dueño está pensando en marcharse si no consigue conectarla”, cuenta el consejero delegado.

“O nos dicen que gracias a la fibra han podido reabrir el bar y ver el fútbol los domingos”. Cuando nació el proyecto, a finales de 2021, el objetivo era cubrir 500 municipios de estas características. A día de hoy, la empresa tiene ya 350. “Una red de más de 1.700 kilómetros que enlaza unas 150.000 viviendas y 200.000 habitantes. Es como una ciudad; lo único es que están conectados entre sí a través de fibra óptica”, detalla el directivo.

¿Quién sufraga el despliegue?

Como socio de viaje acudieron al fondo europeo CEBF (Connecting Europe Broadband Fund), una entidad privada que tiene como misión potenciar y desarrollar proyectos greenfield (desde cero), “muy similares al de Asteo, por lo que entienden muy bien nuestra casuística”, asevera Abad.

En la primera fase se aprobó una inversión de 40 millones de euros enteramente privados, “que fuimos presentando a las Administraciones, porque creemos en la colaboración público-privada”, recuerda, “y necesitábamos su cooperación para todos los trámites”. Durante este contacto surgió el plan de subvenciones Unico, basado en fondos europeos Next Generation EU, que lleva años funcionando y del que la compañía resultó adjudicataria por valor de nueve millones de euros.

Ahora, desde un punto de vista técnico, la segunda etapa consiste en evaluar otros territorios con las mismas carencias. La dificultad es enorme: no tanto por el número de municipios, sino por cómo conectarlos entre sí a una red neural. “Corre prisa hacerlo, porque se estima que el PIB de las zonas conectadas se incrementa casi 2,7 veces”.

Con una plantilla de apenas 40 personas, la facturación de Asteo “todavía no es relevante, pues estamos en el segundo año de actividad, centrados de lleno en el despliegue de la red, es decir, con un nivel de capex [gasto en bienes y equipos] altísimo. Somos ya sostenibles y eficientes económicamente hablando, pero en una fase de invertir todo el dinero recibido en un plazo de tres años”, apunta.

Otra ventaja para las zonas donde llega la red, y gran parte de su labor, es la creación de empresas locales. “Hemos puesto en marcha la iniciativa Siembra Futuro Digital, que consiste en impulsar la aparición de operadores de proximidad que ofrezcan servicios de telefonía y conexión a internet. Otra contribución a la sociedad rural que esperamos que se recuerde cuando nos vayamos”, manifiesta Abad.

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