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Grumadisa, cuatro décadas de energía fiable en tiempos críticos

Sus 2.000 grupos electrógenos instalados han facilitado la labor del Ejército, Telefónica, Cruz Roja y Ahorramás. La empresa sigue a la vanguardia en generadores para emergencias

Los todoterrenos del Ejército equipan grupos electrógenos para asegurar las comunicaciones.
Los todoterrenos del Ejército equipan grupos electrógenos para asegurar las comunicaciones.Fotos cedidas por la empres

Puede que la fabricación, mantenimiento y reparación de grupos electrógenos no sea una actividad con glamour. Sin embargo, ha permitido a dos hermanos, Javier y Fernando Morales Sierra, mantener no solo a sus familias, sino a las de una veintena de empleados durante las casi cuatro décadas de vida que tiene Grumadisa. Una pyme que desarrolla su labor para organizaciones públicas y privadas como Telefónica, Cruz Roja, Mediapro, supermercados Ahorramás, el Ejército de Tierra o la Unidad Militar de Emergencias (UME).

“Recién salido de la mili, en abril de 1986, me uní a mi hermano, maestro industrial, que estaba harto de trabajar para otros y quería hacer algo nuevo”, capitalizando de una sola vez el dinero del paro, “25.000 pesetas para poner en marcha el negocio”, recuerda Javier Morales Sierra. Para él, la ambición inicial de ambos, en un negocio de tradición familiar, se vio pronto recompensada con la confianza de los clientes. “De pedirnos reparaciones comenzaron a animarnos a fabricarlos”, dice. Circunstancia que coincidió con el boom de la telefonía móvil, a comienzos de los noventa. Era preciso instalar numerosos repetidores, para lograr cada vez mayor cobertura: “Por lo que necesitaban grupos electrógenos para emergencias: aunque hubiese cortes de luz, los teléfonos debían poder seguir funcionando, era fundamental”.

El  ‘boom’ de la telefonía móvil supuso numerosos repetidores, a los que no podía faltar energía.
El ‘boom’ de la telefonía móvil supuso numerosos repetidores, a los que no podía faltar energía.

Su fama de hacer bien las cosas hizo que el boca a boca les fuese granjeando nuevos clientes: “Empresas de comunicación audiovisual nos demandaban grupos para el rodaje de películas y series en las grandes ciudades, y para la retransmisión de eventos deportivos, conciertos y corridas de toros”, señala Javier Morales.

Equipos móviles

Comenzaron a solicitarles grupos electrógenos móviles, y no tanto el clásico contenedor metálico de 12 metros de largo para las azoteas de edificios. De hecho, con Mediapro, que lleva el sistema de viodearbitraje (VAR), “nos ocupamos de que los camiones remolque, que están dotados de diferentes pantallas y un sistema de comunicación para revisar jugadas en el momento, eviten cortes de suministro eléctrico indeseados”.

Gracias al diseño de modelos más pequeños y adaptables, la firma comenzó también a fabricar numerosas unidades para el Ejército de Tierra, para hospitales de campaña y centros de comunicación. “Nos vimos obligados a cambiar de instalaciones en Pinto, a una nave de 4.400 m2 en la que ya éramos capaces de manejar con cierta holgura contenedores de hasta 40 pies”. Habían salido airosos de la crisis del 93, “con problemas de impagos, pero no de falta de trabajo”. También superaron la desaparición de Sintel, un buen cliente, “y la otra gran crisis, la de 2008, que nos obligó a apretarnos el cinturón para salir adelante”.

La Cruz Roja lo utiliza para mantener la temperatura de la sangre extraída.
La Cruz Roja lo utiliza para mantener la temperatura de la sangre extraída.

Siempre con los clientes de la mano. Pues la cadena de supermercados Ahorramás lleva trabajando con esta empresa de Pinto sus 38 años de vida, “para buena parte de los locales de cierto tamaño que tienen entre los más de 400 establecimientos abiertos a fecha de hoy”.

En este tiempo, su cofundador asegura que la empresa habrá fabricado en total algo más de 2.000 grupos electrógenos. “Alguien puede pensar que vaya birria de cifra, pero la clave es que nuestros equipos son siempre especiales y muy a la medida del cliente”.

Del hielo polar al desierto, pasando por Canarias

A medida. Viendo la modularidad de sus diseños, el Ejército se interesó enseguida por las andanzas de Grumadisa, y les encargó equipar sus Vamtac (vehículo de alta movilidad táctica). “Lo necesitan, por ejemplo, para comunicarse con avionetas y retenes antiincendios: despliegan una antena de gran tamaño que precisa de mucha energía”, detalla Javier Morales Sierra, cofundador.

Extremos. Solo para la UME, “habremos entregado ya un centenar de equipos, que han prestado su servicio en la guerra de Bosnia, en la erupción del volcán de La Palma, para medir la calidad del aire, o en la invasión rusa de Ucrania”. Las duras condiciones en las que desarrollan su actividad estos vehículos, los -30°C grados de la Antártida o los 50°C de Afganistán, “hacen que la preparación de los equipos deba ser minuciosa”.

Entre otras cosas son móviles, para poder cubrir las necesidades de, por ejemplo, los autobuses de donantes de la Cruz Roja, que requieren mantener a una cierta temperatura la sangre extraída. “Y también muy silenciosos, como sucede con los camiones de rodaje, que lo mismo están tomando imágenes en pleno barrio residencial a las tres de la madrugada”.

El último desafío de esta empresa, cuya facturación ronda los dos millones de euros, es la falta de relevo generacional. No tanto entre sus fundadores, que cuentan con una hija-sobrina que ya se ocupa de algunas labores de dirección, como las licitaciones o la prevención de riesgos laborales, “pero sí a la hora de encontrar electricistas, soldadores...oficios que antes eran cubiertos por aprendices, alguno de los cuales ha llegado a jubilarse con nosotros, y que ahora escasean”.

Fernando y Javier Morales Sierra, fundadores.
Fernando y Javier Morales Sierra, fundadores.

Dos grandes crisis económicas, una pandemia y un incendio

En 2018, los hermanos Morales Sierra vivieron un incendio “que acabó con la nave entera. Fue horroroso, pues, aunque la teníamos muy bien asegurada, siempre te queda el miedo a que te encuentren alguna pega y te nieguen su reembolso. Por fortuna, la policía científica reconoció enseguida que había sido un cortocircuito”.  

Aún así, Javier Morales reconoce que aquella fue una tesitura: echar el cierre, “pues teníamos suficientes argumentos para hacerlo, y patrimonio para salir adelante”, o volver de nuevo a la carga. “Y así lo hicimos, alquilamos tres naves en el mismo polígono y, mientras, rehabilitamos la nuestra, con la comprensión y el apoyo de nuestros clientes”.

Y llegó la pandemia. “Se nos encargó la electrificación de los tres hospitales de campaña en las tres provincias de la Comunidad Valenciana. “De modo que, una vez más, mientras hubo quien las pasó canutas, y no me refiero ya a los dramas relacionados con la salud, sino a la parte económica, a nosotros no nos faltó trabajo”, rememora el copropietario de Grumadisa, quien reconoce también que por entonces se le puso el pelo blanco. “Ambos envejecimos años, en un par de meses, para sacar de nuevo adelante el negocio; con mucho más trabajo que podíamos acometer”.


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