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Las constructoras cotizadas refuerzan su apuesta por EE UU y limitan el efecto Trump

ACS, OHLA, Ferrovial y Acciona confían en la demanda de infraestructuras tecnológicas y de transportes pese a la guerra comercial o los recelos hacia las renovables

Una de las carreteras de Ferrovial en obras en Estados Unidos.
Javier F. Magariño

La construcción española confía en que el mercado estadounidense de las infraestructuras no se frene tras decisiones a la contra del Gobierno de Donald Trump, como la puesta en revisión de fondos federales para la alta velocidad ferroviaria; la presión sobre la fuerza laboral inmigrante, o la guerra arancelaria declarada por la Casa Blanca, que amenaza con encarecer materiales básicos para la obra civil y la edificación.

Dos de las mayores referencias por peso en Estados Unidos, ACS y OHLA, se han apresurado a trasladar noticias tranquilizadoras al mercado respecto a la estabilidad de este destino estratégico. Incluso coinciden en que ciertas políticas de Trump pueden agilizar proyectos de alto valor añadido en terrenos como la infraestructura tecnológica o las redes de transporte. Sus mensajes optimistas se escuchan después de que otras dos referencias, Ferrovial y Acciona, hayan reconocido turbulencias al otro lado del Atlántico. Con todo, el consejero delegado de Ferrovial, Ignacio Madridejos, deja entrever que el actual oleaje no les hace variar el rumbo: “Tras 20 años construyendo y gestionando activos en EE UU, en los próximos años vemos oportunidades atractivas, tanto en autopistas como en aeropuertos e infraestructuras digitales, y seguiremos apostando por procesos de licitación basados en la colaboración público-privada”. El ejecutivo añade que “la experiencia acumulada, nuestro equipo y capacidades únicas para desarrollar proyectos complejos, nos sitúan en una posición favorable”.

El consejero delegado de ACS, Juan Santamaría, ha señalado en recientes encuentros con analistas de Bolsa que la Administración Trump está incentivando la ejecución de centros de datos, la promoción de infraestructuras de transporte y la edificación relacionada con las industrias de semiconductores, educación, aeroespacial o la biofarmacia, nichos en lo que ACS tiene fuerte implantación. Un informe de JP Morgan apunta a una inversión a la vista en centros de datos que podría contribuir al crecimiento de la economía del país en 10 a 20 puntos básicos, de la mano del tirón de la inteligencia artificial.

En este segmento, ACS destaca entre los líderes en construcción a través de su filial Turner, que ha conseguido elevar un 50% en el primer trimestre el nivel de contratación en EE UU respecto al mismo periodo de 2024. Los gigantes OpenAI, Softbank y Oracle pusieron de largo en enero, en la Casa Blanca, un plan con inversiones por 100.000 millones de dólares (88.600 millones de euros) a corto plazo en almacenes de datos a través de la iniciativa conjunta Stargate. El primero está en ejecución en Texas. Otras firmas como Meta, Alphabet, Amazon o Microsoft están secundando la ofensiva. La propia ACS se ha adjudicado de manos de Meta un campus de centros de datos en Richland Parish (Luisiana) con un presupuesto aparejado de 10.000 millones de dólares (8.860 millones de euros).

Las recientemente integradas Flatiron y Dragados USA, ambas filiales en EE UU del grupo que preside Florentino Pérez, también afloran fuertes expectativas de la mano de una cartera conjunta de obras de 18.500 millones de dólares.

Las deducciones fiscales sobre la inversión en activos industriales o la estrategia para dominar el desarrollo de la Inteligencia Artificial abonan el terreno de juego.

A pesar de la pérdida de buena parte del apoyo que la Administración Biden prestó a las energías renovables, el consejero delegado de ACS se está mostrando optimista respecto a una mayor agilidad en la revisión ambiental de los proyectos gracias a la reforma prevista en la Ley Nacional de Política Ambiental (NEPA, por sus siglas en inglés). ACS tiene en el país norteamericano su primer mercado por contratos por ejecutar, con más de 44.000 millones.

OHLA, con notable implantación a través de filiales locales como Judlau, Community Asphalt, OHLA Building u OHLA USA, ha presupuestado un crecimiento del 80% en sus ingresos en Estados Unidos hasta 2029, coincidiendo con esta segunda legislatura de Donald Trump. El consejero delegado del grupo, Tomás Ruiz, ha impuesto un criterio muy selectivo en Latinoamérica, pero no aprecia impacto alguno por la política estadounidense: “Operamos desde hace muchos años como locales. OHL compró una serie de empresas con personal local y con costumbre en el trato con clientes locales”. Respecto al efecto de un enfriamiento de la economía, el ejecutivo de OHLA piensa que “ese es un factor que puede afectar a todo el sector y no solo a nosotros, pero la realidad termina imponiéndose. Por ejemplo, si no hay suficiente mano de obra para atender los proyectos prioritarios, veremos a las distintas autoridades buscando soluciones”.

La Asociación de Constructoras ABC llama la atención sobre la necesidad de casi medio millón de nuevos trabajadores cada año en la construcción, y reclama visados de trabajo temporal adaptados a los requerimientos del sector.

OHLA, que llegó a ver en la vuelta de Trump un factor de incertidumbre, tiene en ejecución, junto a ACS, la línea morada del tren ligero de Maryland, con 26 kilómetros de trazado y un presupuesto superior a los 2.300 millones de dólares. También amplía, de nuevo con ACS, la autopista I-95 de Florida en el condado de Broward (Florida), con un contrato de 930 millones de dólares. Y afronta en solitario la remodelación del puerto de Miami (Florida), con una primera fase para la realineación del espigón norte estimada en 430 millones de dólares. La cartera del grupo español en Estados Unidos ha tocado el récord de 4.000 millones.

Sacyr también redobla su apuesta por Estados Unidos como destino absolutamente prioritario, con intención de elevar la docena de proyectos conseguidos desde 2018 y los más de 1.200 millones en cartera de construcción. Su giro total hacia el negocio concesional le hace aplicar una estrategia a largo plazo en un país fuertemente necesitado de infraestructuras.

Contratiempos

El debilitamiento del dólar frente al euro, que ya ha golpeado los resultados del primer trimestre, es otra de las marejadas bajo la mirada de este tipo de compañías. El presidente de Ferrovial, Rafael del Pino, reconoció en la junta de accionistas del pasado 24 de abril que la acción del grupo estaba estancada por “las recientes turbulencias en el mercado”, haciendo alusión a la guerra arancelaria.

Con alta exposición a la construcción y gestión de infraestructuras de transporte en EE UU, Ferrovial aprovechó para refrendar su apuesta por ese país, en el que cotiza desde hace un año. Su consejero delegado, Ignacio Madridejos, destacó entonces el crecimiento en Estados Unidos como uno de los pilares estratégicos para este 2025. La empresa actúa allí a través de la concesionaria Cintra y de la constructora local Webber.

Antes del regreso de Trump, Ferrovial obtuvo un dividendo récord de sus activos concesionales, la mayor parte en Nortamérica, con 947 millones de euros en 2024 (741 millones de 2023). Cobró 205 millones de la autopista I-77, hasta 89 millones como primer pago de la I-66, y un total de 244 millones de las autopistas con peaje dinámico de Texas. El grupo tiene en Nueva York, con la construcción de la nueva Terminal 1 del aeropuerto JFK, su proyecto estrella por volumen de inversión, con la necesidad de 9.500 millones de dólares.

Días atrás sonó a portazo el anuncio de Acciona sobre la paralización de dos inversiones, en plantas de baterías en Texas, por parte de su filial de renovables “en respuesta al actual entorno económico y geopolítico”, se pudo leer en su informe sobre tendencias de negocio en el primer trimestre. Acciona Energía dice estar adoptando una “gestión prudente” de sus compromisos de inversión para este y el próximo ejercicio, lo que le ha hecho levantar el pie ante “la incertidumbre y volatilidad generada por las políticas arancelarias implementadas por la administración Trump”.

Sin embargo, no todo es repliegue. Desde la dirección de Acciona Infraestructuras se califica de “muy estratégico” el negocio de las concesiones de infraestructuras: “Nuestra apuesta por grandes concesiones no se ha visto afectada; de hecho va a más en Estados Unidos”, explica un alto directivo del grupo. Acciona trabaja en el cierre de la financiación de la concesión de la autopista SR-400 de Atlanta (Georgia), valorada en 4.600 millones y adjudicada el año pasado a partes iguales con ACS y Meridiam. El avance con los financiadores es todo un termómetro sobre el grado de confianza en el país. De forma paralela, Acciona trabaja en nuevos concursos promovidos por departamentos estatales de transportes.

El grupo, que entró en el mercado concesional estadounidense en 2008 con la desaladora de Tampa Bay (Florida) tiene en ejecución proyectos como el canal de desvío de Fargo (Dakota del Norte)-Moorhead (Minnesota) para paliar el efecto de las inundaciones del río Rojo. También está ejecutando, junto a Sacyr, el puente sobre el río Calcasieu en la autopista I-10, en Luisiana, proyecto valorado en 3.100 millones de dólares para el reemplazo del puente actual.

Sobre la firma

Javier F. Magariño
Es redactor de infraestructuras, construcción y transportes en Cinco Días, donde escribe desde junio de 2000. Ha pasado por las secciones de Especiales, Cinco Sentidos, 5D y Compañías siguiendo la información de diversos sectores empresariales. Antes fue locutor de informativos en la Cadena Cope, además de colaborar en distintos medios de Madrid.
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