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El Santander paga más de 1.000 millones para compensar a los accionistas y bonistas del Popular que rechazaron pleitear

El banco asume un coste de 748 millones, contando el efecto de los 680 consignados en las cuentas más otros 68 de los cupones cobrados

Santander
Una oficina del Banco Santander. Pablo Monge Fernandez (CINCODIAS)
Álvaro Bayón

El Santander ha intentado atajar con dinero el conflicto reputacional que desató la liquidación y adquisición por un euro del Banco Popular, en 2017. La entidad cántabra ha anunciado que tratará de poner un punto y aparte con la recompra de los bonos de fidelización con los que decidió compensar a algunos de los accionistas y bonistas del banco quebrado siete años después. Para ello abonará 981 millones en amortizar los títulos, tal y como anunció este miércoles, que se suman a otros 9,8 millones anuales por el pago de cupones, a razón de un 1% anual, durante los últimos siete años, lo que eleva la compensación a los 1.049 millones.

El banco anunció meses después de quedarse con Popular una pequeña compensación para aquellos accionistas y bonistas afectados por la resolución de la entidad, siempre y cuando renunciasen a iniciar acciones legales contra el banco. La acción de fidelización estaba destinada a los inversores que apoyaron la ampliación de capital de Popular de 2016 o dos de sus emisiones de deuda subordinada, que las tuvieran depositadas en Santander o Popular y que, cuando se entregasen los bonos, mantuviesen una relación comercial con el banco.

El esquema diseñado blindaba la inversión inferior a los 100.000 euros; compensaba al 75% la que estaba entre esta cifra y los 500.000 euros, y un 50% la que se iba hasta un millón de euros. A partir de ese punto no sufragaba nada. El bono estaba destinado a 115.000 de los 300.000 accionistas del Popular y lo recibieron finalmente unos 100.000.

La compensación se trataba de la entrega de un llamado bono de fidelización, con vencimiento a perpetuidad, que abona un 1% anual, pagadero trimestralmente. El interés, sin embargo, se elevaba sustancialmente a partir de este año, de modo que el banco debería abonar en torno al 8%. El movimiento de amortizar ahora estos bonos les exime de elevar la factura por este aspecto. Tal y como se planteó en un inicio, el banco amortizará los bonos a su precio nominal, 981 millones. A mayores se suman otros 68 millones abonados a los inversores durante estos siete años.

El Santander, por su parte, matiza en sus cuentas anuales que el coste de una compensación a los accionistas y bonistas del Popular es de 680 millones de euros, de los que 535 millones de euros corresponden a esta acción de fidelización, a los que debe añadir 68 millones anuales por el pago de cupones, lo que eleva el coste para el banco hasta los 748 millones. El banco indica, además, que la sentencia del TJUE de mayo de 2022 “supone una disminución muy importante del riesgo asociado a estas reclamaciones”.

La entidad indica, igualmente, que la diferencia entre el dinero desembolsado a los inversores y el coste para el banco se corresponde con la gestión realizada, que ha cubierto el pago de los intereses con derivados de tipos de interés. En cualquier caso, este coste no repercute ni contra la cuenta de pérdidas y ganancias ni contra el capital, sino que fue asumido con cargo a los gastos consignados para la consolidación del Banco Popular.

Este bono ha sido una inversión rentable para los inversores, toda vez que fue un regalo y se les entregó sin nada a cambio. De hecho, ha sido más rentable invertir en estos títulos que en acciones del banco. Los bonos salieron a cotizar al 70% del nominal, pero solo cotizaron a estos niveles en lo peor del Covid-19, cuando marcaron mínimos, de modo que los minoristas que los recibieron han podido vender los títulos en el mercado secundario con plusvalías. Desde diciembre de 2017, las acciones del banco han caído un 14,5%, si bien ha repartido dividendos, en suma, por 0,89 euros por título, de acuerdo a los registros de Bloomberg.

La entrega del bono fue polémica. Esta deuda es similar a los denominados bonos cocos: bonos contingentemente convertibles que se transforman en acciones si la ratio de capital de máxima de calidad (CET1) del Santander baja del 5,125%. Los cocos son un producto que se vende exclusivamente entre inversores institucionales, pese a que estos bonos de fidelización fueron repartidos entre particulares, lo que provocó que se incluyeran advertencias sobre la complejidad y el riesgo del producto.

La Comisión Nacional de los Mercados de Valores (CNMV) exigió que los inversores escribiesen de su puño y letra al recibir estos títulos una advertencia sobre su elevado riesgo. La frase consignada era la siguiente: “Este producto es complejo. No requiere ningún desembolso por mi parte, pero sí mi renuncia a acciones frente a Grupo Santander, sus administradores y empleados. Lo adquiero sin recomendación o asesoramiento de ninguna entidad del Grupo Santander. He sido advertido de que los Bonos de Fidelización no se consideran convenientes para clientes minoristas”.


Sobre la firma

Álvaro Bayón
Redactor de la sección de empresas especializado en operaciones corporativas, banca de inversión y capital riesgo. Graduado en Estudios Hispánicos por la Universidad Autónoma de Madrid y Máster en Periodismo UAM-El País, ha desarrollado toda su carrera en Cinco Días, donde trabaja desde 2016.
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