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Qué esperar de los bancos centrales en septiembre

La inflación seguirá marcando la hoja de ruta para la recta final del año

La cita anual veraniega de los banqueros centrales terminó la semana pasada sin sorpresas, sin grandes titulares a los que poder aferrarse en esta vuelta al cole y con un mensaje claro: la inflación continúa siendo alta y tiene que bajar al objetivo del 2%.

Que los bancos centrales tengan entre sus principales prioridades controlar los precios no es una novedad, pero los mensajes de los dirigentes de la Reserva Federal de Estados Unidos y del Banco Central Europeo en Jackson Hole han servido para, por el momento, acallar las especulaciones de los últimos meses sobre un posible incremento en ese objetivo de la inflación.

¿Tiene sentido seguir persiguiendo una inflación del 2% o debemos aprender a convivir con inflaciones más altas? “El 2% es -y seguirá siendo- nuestro objetivo de inflación. Estamos comprometidos en lograr y mantener una postura de política monetaria que sea lo suficientemente restrictiva como para reducir la inflación a ese nivel con el tiempo”, dijo Jerome Powell, presidente de la Fed, en su discurso de Jackson Hole. Unas palabras que su homóloga europea, Christine Lagarde, compartió horas después al dejar claro que no se iba a cambiar ese objetivo del 2%, que la inflación sigue elevada, y que los tipos seguirán en niveles lo suficientemente restrictivos para llegar a ese nivel.

Aunque ambos banqueros reconocieron que la inflación está descendiendo y que está lejos de los máximos que vimos hace unos meses, los niveles actuales siguen sin ser aceptables. “Cuando el Comité Federal de Mercado Abierto elevó la tasa de política en marzo de 2022, estaba claro que reducir la inflación dependería tanto de la corrección de las distorsiones de oferta y demanda sin precedentes relacionadas con la pandemia, como de nuestro endurecimiento de la política monetaria, lo que desaceleraría el crecimiento de la demanda agregada, permitiendo que la oferta se recupere. Si bien estas dos fuerzas ahora están trabajando juntas para reducir la inflación, el proceso todavía tiene un largo camino por recorrer, incluso con las lecturas recientes más favorables”, dijo Powell.

Este jueves se ha conocido el dato de inflación PCE de Estados Unidos, que es el indicador que sigue la Fed por ser más fiable, que se ha situado en agosto en el 3,3%, en línea con las previsiones y tres décimas más que en el mes anterior. En julio la inflación bajó y, aunque Powell dejó claro que “es una muy buena noticia”, también señaló que “los precios de los alimentos y la energía están influenciados por factores globales que siguen siendo volátiles y pueden proporcionar una señal engañosa de hacia dónde se dirige la inflación”.

Así, se refirió a la inflación subyacente, la que más preocupa, que sigue en niveles más elevados -en agosto ha subido una décima, al 4,12%-, y destacó que algunos componentes, como los bienes duraderos se están desacelerando como se esperaba. Este es el caso, por ejemplo, del sector de los automóviles que, tras la escasez de oferta que vimos con la pandemia y el incremento tan fuerte de la demanda, ha conseguido estabilizarse. En cambio, el sector servicios, que es todo lo relacionado con el gasto del consumidor americano, ha descendido ligeramente, pero sigue bastante fuerte y lejos de lo que espera la Fed.

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Respecto a las perspectivas económicas, Powell señaló que sí hay ciertas señales de desaceleración del crecimiento de la actividad económica que se están viendo, por ejemplo, en el crecimiento de la producción industrial, que se ha desacelerado, y en el gasto en inversión residencial, que ha disminuido en los últimos cinco semestres. Sin embargo, el dirigente también resalto que “es posible que la economía no se esté enfriando como se esperaba”, ya que el PIB estaba creciendo más de lo esperado por la fortaleza del consumo. Con todo, el último dato que ha publicado la Oficina de Análisis Económico del Departamento de Comercio ha estado por debajo de las previsiones, aunque en línea con el crecimiento de los trimestres anteriores: el PIB ha crecido a una tasa anual del 2,1% en el segundo trimestre.

“Parece que la recesión en Estados Unidos no es evidente, y esa sensación no ayuda a contener la inflación. Los banqueros centrales se mueven ahora buscando el equilibrio de subir los tipos lo suficiente como para contener la inflación, pero sin estropear demasiado la economía”, explica Joaquín Casasús, socio y director general de la gestora de Abante.

La Fed comenzó a subir los tipos de interés en marzo de 2022, mientras que el BCE hizo lo propio en julio. En Estados Unidos el precio del dinero ronda la horquilla del 5,25% y el 5,5%, el nivel más alto desde 2001, mientras que en Europa se encuentra en el 3,75% y el 4,25%, el más alto de la historia en la zona euro. Antes de las vacaciones la gran pregunta era si ya habíamos tocado techo con los tipos. Tras Jackson Hole el mercado ve más probable que tanto la Fed como el BCE se den una pausa en la próxima reunión de septiembre, pero no se descartan más subidas y se espera que estemos con estos tipos durante más tiempo.

¿Cuánto? De momento, el que sea necesario para contener y bajar la inflación. Powell quiso recordar que la política monetaria lleva su tiempo, y lo cierto es que la teoría lo que nos dice es que desde que se produce la primera subida de tipos se tardan 12 meses en ver su efecto en la economía. En la zona euro ya se empieza a ver cierto retroceso en la economía -el PMI cayó más de lo previsto en julio, hasta los 48,9 puntos-, con Alemania dejando atrás la recesión técnica, pero con una economía estancada, al registra un crecimiento cero entre abril y julio. La inflación en la zona euro se ha mantenido estable en agosto, en el 5,3%.

Ante este escenario, los banqueros centrales han repetido su discurso de “analizar los datos e ir reunión por reunión”. Nos toca entonces esperar unos días para las reuniones de septiembre. Primero, el BCE el 14 de septiembre y, después, la Fed, el día 20.

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