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La avidez de la reapertura china tensa la inflación, el gas y el petróleo

A lo largo de 2023 volverán a subir los energéticos por la mayor demanda mundial y posibles cuellos de botellas

Trabajadoras en una fábrica textil en la ciudad de Lianyungang, provincia de Jiangsu, en el este de China.
Trabajadoras en una fábrica textil en la ciudad de Lianyungang, provincia de Jiangsu, en el este de China. Getty
Denisse López

La reapertura de la economía china después de tres años de estrictas medidas de Covid cero han reavivado la sensación entre los economistas de que el panorama global de crecimiento puede ser menos sombrío de lo que imaginaban para este año. Pero el despertar del gigante asiático también trae riesgos; en concreto, la posibilidad de tensionar el mercado del gas y el petróleo, y dar un nuevo empujón a la inflación que torpedearía los esfuerzos hechos por los bancos centrales.

De acuerdo con María Jesús Fernández, economista senior de Funcas, es un hecho que la vuelta a la normalidad ejercerá una presión sobre los mercados internacionales, pero no hay previsiones exactas del coste que alcanzarán los energéticos. Después de un año de grandes vaivenes, ahora el precio del gas se ha moderado tanto en Estados Unidos como en Europa. El mercado holandés ronda los 55 euros/MWh, una caída de más del 82% desde que alcanzó su máximo histórico de 311 euros. Pero estas cifras aún no reflejan la mayor demanda de cargamentos de GNL.

Samantha Dart, jefa de investigación del hidrocarburo en Goldman Sachs, explica que “hasta ahora la recuperación sigue siendo lenta, pero para verano los niveles repuntarán y dejarán menos cargamentos disponibles”; será entonces cuando suban los precios. Ambas analistas asumen que a lo largo del año volverá a haber problemas en el mercado del gas, no solo porque China se incorpora a la demanda mundial, sino también porque Europa no cuenta con el suministro ruso para satisfacer sus necesidades y porque podría haber cuellos de botella al no contar con un número suficiente de barcos metaneros.

Mientras el Vejo Continente intenta mantener sus reservas para el próximo invierno a costa de pagar más por el transporte en barco, China ha aumentado sus compras a Moscú. Entre febrero y noviembre de 2022, el Gobierno de Xi Jinping gastó 68.000 millones de dólares en gas ruso, casi 30.000 millones más que el año previo, según el Departamento de Aduanas. Las previsiones son que esta cifra se multiplique.

Lo mismo ocurre con la demanda de petróleo, que según las proyecciones de los analistas, alcanzará un récord este año. Las estimaciones de Bloomberg auguran que la demanda diaria proveniente de Pekín aumentará en 800.000 barriles por día a partir del segundo trimestre, cuando se habrá recuperado el tráfico y los vuelos internacionales. La Agencia Internacional de Energía también cree que la demanda mundial crecerá 1,9 millones de barriles por día, impulsada principalmente por la expansión del gigante asiático y de India.

El aumento de la demanda por parte de estos dos países compensaría la bajada de precio que ha tenido el hidrocarburo en este invierno. Hasta ahora, el Brent se mantiene en los 80 dólares, muy por debajo del máximo de 140 dólares que alcanzó tras la invasión rusa. No obstante, Goldman Sachs, UBS y otras entidades consideran que el barril superará los 110 dólares a lo largo del año. En paralelo, las decisiones de suministro de la OPEP y el inventario de bienes del sector minorista podrían compensar o exacerbar el impacto de la reapertura de China en los precios globales.

El resurgimiento de la actividad reprimida y la demanda también podrían apuntalar las presiones en otros sectores de la economía. Fernández detalla que esto dependerá del crecimiento que tenga China este año, lo que según las proyecciones del FMI será un 5,2%. Por lo pronto, el precio de los metales usados por el sector inmobiliario han subido desde que Pekín puso fin a su política de Covid cero. El caso más llamativo es el cobre, que este mes superó los 9.000 dólares la tonelada por primera vez desde junio del año pasado, cuando registró una caída del 14% en el conjunto del año. Su repunte puede parecer una buena señal para el sector, pero distintos ejecutivos mineros han advertido que el mercado del metal está muy ajustado y corre el riesgo de ser incapaz de cubrir la futura demanda, lo que dispararía el precio de estos materiales.

Con estas condiciones, las presiones inflacionarias tardarían más en disminuir y los bancos centrales podrían verse obligados a endurecer aún más la política monetaria. El resultado sería un golpe al poder adquisitivo de las familias y al crecimiento. En ese sentido, el Fondo Monetario Internacional ha instado esta semana a los bancos centrales a no dejarse llevar por el optimismo del mercado y seguir con la subida de tipos hasta que haya evidencia de que el IPC, incluidos los salarios y los precios de los servicios, han vuelto a la normalidad.

Sobre la firma

Denisse López
Es redactora de la sección de Economía de EL PAÍS y CINCO DÍAS. Escribe habitualmente de macroeconomía y coyuntura. Se incorporó a esta casa en 2022, después de haber trabajado en distintos medios digitales en México. Estudió Relaciones Internacionales en la Universidad Nacional Autónoma de México, y el Máster de Periodismo UAM-El País.

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