El éxito europeo en el ahorro de gas oculta una realidad más oscura
Parte de la caída de su uso en Europa se debe al descenso de la producción industrial, que puede hacerse permanente
Europa ha domado sus ansias de energía. El año pasado, la guerra de Ucrania redujo drásticamente los flujos de gas ruso al bloque de 27 países, lo que disparó el precio del combustible fósil y obligó a hogares y empresas a buscar rápidamente formas de utilizar la energía con más moderación. Pero el éxito en el ahorro de gas oculta una realidad más oscura para la industria europea.
En 2021, la Unión Europea quemó 412.000 millones de metros cúbicos, 412 bcm, de gas, según datos de la Comisión Europea. El año pasado esa cifra se redujo en unos 50 bcm, según estimaciones de la Agencia Internacional de la Energía (AIE), lo que equivale a un descenso del 12%. Parte de la reducción se debió a los esfuerzos de familias y empresas por limitar el aumento de las facturas de gas.
A partir de datos de contadores inteligentes, el fabricante alemán de termostatos Tado descubrió que el 76% de los hogares europeos bajaron la temperatura interior, que descendió casi un grado centígrado de media en noviembre y diciembre. En Alemania, la fiebre por encontrar formas más eficientes de calentar los edificios provocó un asombroso aumento del 53% en las ventas de bombas de calor con respecto al año anterior. También ha ayudado un invierno más suave.
Pero no todo el ahorro se debió a un comportamiento más ecológico. Aproximadamente la mitad del descenso de la demanda de gas industrial, que la AIE estima en 25 bcm (un 20%), se debió a que las empresas se pasaron a fuentes de energía más contaminantes, como el fuelóleo o el gas licuado del petróleo. Ambos son más baratos que el gas desde el verano de 2021, según datos de Independent Commodity Intelligence Services.
Otros 10 bcm de ahorro, equivalentes a una quinta parte de la reducción global, procedieron de empresas que cerraron o rebajaron la producción en plantas dependientes del gas. Esto fue especialmente exacto en el caso de fabricantes de productos químicos como BASF. Más del 50% de la producción europea de productos químicos como el metacrilato de metilo, la acetona y el fenol se ha reducido o funciona a capacidad reducida.
Lo mismo ocurre con productores de fertilizantes como Yara International. Según la Asociación Internacional de Fertilizantes, casi tres cuartas partes de la producción europea de amoníaco estaban desconectadas en agosto del año pasado, y alrededor del 40% seguían paradas en octubre. La producción europea de acero y aluminio, que también consume mucha energía, cayó un 10% en los 10 primeros meses de 2022, respecto al mismo periodo del año anterior.
Estos ahorros son peligrosos, ya que pueden provocar una pérdida permanente de rendimiento económico. Y las perspectivas de reanudación de la producción no parecen halagüeñas. Si las temperaturas invernales vuelven a los promedios más fríos del pasado, Europa necesitaría 11 bcm más de gas para calentar adecuadamente los edificios. También es posible que el continente tenga que exportar 12 bcm más a Ucrania y Moldavia para ayudar a estos países a reabastecer sus instalaciones de almacenamiento de gas, que podrían estar agotadas en marzo. A medida que se alargue la guerra, los sectores hambrientos de gas se enfrentarán a una lucha dilatada.
Los autores son columnistas de Reuters Breakingviews. Las opiniones son suyas. La traducción, de Carlos Gómez Abajo, es responsabilidad de CincoDías
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