2022, el año de la inflación, los bancos centrales y las criptos
El que viene será interesante: deberán monitorizarse los mercados de deuda pública y los interbancarios
El año 2022 ha sido muy movido: altas tasas de inflación, que han motivado el cambio del tono de la política monetaria, con ramificaciones en los mercados de deuda pública, divisas e interbancario. Sin olvidar las dificultades para los mercados de criptoactivos, las Bolsas y la economía china.
Hacía décadas que las economías desarrolladas no experimentaban tasas de inflación de esta magnitud. En EE UU, llegó a superar el 9% en junio, frente al doble dígito de la zona euro y Reino Unido (10,6% y 11,1% en octubre, respectivamente). Economías asiáticas como la china y la japonesa siguen manteniendo tasas de inflación que no superan el 4%. En el extremo opuesto están Argentina y Turquía, con niveles de inflación superiores al 80%.
El origen de la inflación es diferente según el área económica: mientras que en EE UU es un fenómeno de demanda, derivado de un mercado de trabajo sobrecalentado, en Europa dominan los factores de oferta, en particular los elevados precios de la energía por la guerra contra Ucrania. Europa se ha visto especialmente afectada por el incremento de los precios del gas natural, cuya referencia principal, el TTF holandés, alcanzó los 340 euros/MWh el 26 de agosto. Esta situación ha llevado a la UE a adoptar medidas de emergencia, como la reducción de las demandas de gas y electricidad, las compras conjuntas de gas, el llenado de las reservas o el mecanismo de tope al precio.
Las elevadas tasas de inflación han conducido a los bancos centrales a iniciar una senda de fuertes subidas de tipos de interés. A la cabeza de las subidas está la Fed (+425 puntos básicos), seguida del Banco de Inglaterra (+325 puntos básicos) y el BCE (+250 puntos básicos). El Banco de Japón ha continuado con una política monetaria acomodaticia, dejando los tipos en el -0,1%.
La política monetaria contractiva no solo ha consistido en subidas de tipos. También ha comenzado el temido quantitative tightening. El Banco de Inglaterra ha sido el más agresivo, al llevar a cabo operaciones de venta de sus tenencias de activos de deuda pública. La Fed ha optado por no reinvertir los principales de los bonos que van venciendo, provocando tensiones en la liquidez del mercado de deuda pública estadounidense. El tamaño del balance del BCE también ha comenzado a reducirse, con el repago por las entidades de crédito de los préstamos bajo la facilidad TLTRO-III. Asimismo, el BCE anunció ya en la última reunión de consejo de gobierno sus planes en relación con las tenencias de deuda pública bajo los programas APP y PEPP.
Los bancos centrales se han visto obligados además a llevar a cabo importantes cambios en su forma de anunciar y tomar las decisiones: la política de forward guidance, es decir, de dar visibilidad a los mercados sobre el futuro de la política monetaria, se ha visto sustituida por un enfoque de reunión a reunión, ante los continuos cambios en las previsiones de inflación de los bancos centrales (hasta el momento, siempre al alza).
Estas decisiones de política monetaria han tenido un impacto directo en los mercados de deuda pública, divisas e interbancario. En los de deuda pública, se han registrado subidas generalizadas de las rentabilidades. En el caso de los bonos a 10 años, las subidas han sido superiores a los 250 puntos básicos en la zona euro, EE UU y Reino Unido. Las primas de riesgo en la zona euro se han mantenido relativamente bajo control, destacando el incremento de más de 70 puntos básicos en el caso de Italia. En España, la prima de riesgo ha aumentado en torno a 30 puntos básicos. Conviene destacar a este respecto el Transmission Protection Instrument lanzado por el BCE. Por otro lado, se ha producido la inversión de la curva de tipos en algunas jurisdicciones importantes, como EE UU y Alemania. En el caso de EE UU, en los últimos 50 años, toda recesión ha ido precedida de una inversión de la curva de tipos.
El 2022 ha sido sin lugar a dudas el año del dólar. La política monetaria de la Fed ha llevado al dólar a tocar máximos de 20 años frente al resto de grandes divisas globales. Ello ha generado importantes salidas de capitales de economías emergentes.
Los mercados interbancarios también se han visto afectados. En el caso de la zona euro, el euríbor a 12 meses ha pasado de estar en el -0,5% en enero al entorno del 3% de media en diciembre. Si bien el euríbor a 12 meses sigue muy lejos de máximos históricos (superior al 5% en 2008), la senda de incremento experimentada en estos últimos meses no tiene precedentes.
El año 2022 no ha sido bueno para los criptoactivos. Si en 2021 el valor de mercado de las criptomonedas alcanzó un máximo de 3 billones de dólares, 2022 ha estado marcado por las quiebras de FTX, casa de cambio de criptomonedas, y Core Scientific, importante empresa de minería de bitcóin. También se han sucedido diversos ataques a puentes, que permiten mover las criptomonedas entre redes blockchain. Todo ello ha ido aderezado por fuertes advertencias de las autoridades públicas en relación con este tipo de activos. En concreto, el blog del BCE publicó un duro artículo, descalificando el bitcóin como medio de pago y activo de inversión. Así, el bitcóin cotiza por debajo de los 15.000 dólares, cuando hace apenas unos meses estaba por encima de los 45.000.
También ha sido un año negro para las Bolsas. Los principales índices bursátiles han acabado, sin excepción, por debajo del nivel en que comenzaron el año 2022.
Y la situación bursátil ha sido especialmente compleja para las llamadas FAANG (las cinco grandes empresas tecnológicas cotizadas en el mercado Nasdaq de EE UU). Así como el Covid fue una época dorada para estas compañías, la caída de ingresos procedentes de publicidad ha dado lugar a fuertes caídas bursátiles.
2023 va a ser un año interesante. Se espera que las subidas de tipos de interés por los bancos centrales continúen, aunque a un ritmo más moderado. Las políticas de quantitative tightining se agudizarán. En este contexto, habrá que monitorizar los mercados de deuda pública e interbancarios. También habrá que vigilar de cerca el impacto de las políticas proteccionistas de EE UU (con la Inflation Reduction Act, la Ley de Reducción de la Inflación, a la cabeza) y la evolución de la economía china, muy afectada por el Covid y el sector inmobiliario.
Judith Arnal es doctora en Economía y técnico comercial y economista del Estado. Colaboradora de Agenda Pública