Los fondos de pensiones que han puesto en jaque a Reino Unido
Sus seguros para cubrirse de la devaluación de la deuda pública han disparado su precio
Los designios de los mercados son inescrutables. Más que los de Dios, si cabe. Que se lo digan a los jubilados ingleses. ¿Cómo se puede explicar si no que la llegada de una nueva primera ministra a Downing Street haya provocado en cinco semanas un terremoto financiero de tal magnitud que ha llegado a poner en jaque la viabilidad del dinero que tenían ahorrado para su retiro? Más aún teniendo en cuenta que Liz Truss no es una bolchevique, sino una preeminente miembro del partido conservador británico.
La clave está en las coberturas. Muchos fondos de pensiones de Reino Unido tenían contratados una especie de seguros para hacer frente a la posible depreciación de los bonos en los que invertían. La medida parecía sensata. Dado que la mayor parte de patrimonio de esos fondos está en deuda pública británica, ¿por qué no contar con una cobertura por si estos se devaluaban? Así se pretendía garantizar que los jubilados no perderían parte de sus ahorros si la economía se torcía mucho.
Lo que ha pasado es que se ha torcido no mucho, sino muchísimo. El anuncio del Ejecutivo de Truss el pasado 23 de septiembre de que iba a poner en marcha una fuerte bajada de impuestos a los ricos alarmó tanto a los mercados (temían que la medida descabalgase las cuentas públicas británicas), que se inició una venta masiva de bonos soberanos. Los llamados gilts les quemaban en las manos a todos los agentes del mercado, y su precio empezó a caer en picado.
La corrección ha sido tan brusca y severa que las compañías que habían vendido esas coberturas empezaron a subir los precios a los fondos de pensiones. A exigirles un mayor colateral para mantener los seguros. Es un procedimiento conocido como margin calls: “si quieres mantener esa protección, tienes que darme más dinero”.
Los gestores de fondos de pensiones se apresuraron a vender deuda soberana inglesa para poder hacer frente a los margin calls aportando garantías adicionales. ¿Lo malo? Que esas ventas agudizaban aún más la depreciación de los bonos ingleses, generando un círculo vicioso.
La situación se volvió tan peligrosa que el Banco de Inglaterra ha tenido que intervenir para tratar de frenar las ventas masivas de deuda pública. Según los analistas de JP Morgan, las pérdidas provocadas por estas fuertes oscilaciones del mercado rondarían ya los 150.000 millones de libras esterlinas (170.000 millones de euros).
Los gestores de planes de pensiones han empezado a ampliar el radio de activos que venden para aportar garantías adicionales. Están deshaciéndose de bonos corporativos de Estados Unidos (dañando su valoración), de titulizaciones hipotecarias en Australia, de crédito empresarial en Asia... en una semana de infarto para los inversores de renta fija.
Alberto Gallo, gestor de fondos de cobertura en Londres, ha advertido de que “lo que está ocurriendo en el Reino Unido podría provocar una mayor volatilidad también en el mercado de la eurozona. Hay muchos activos que no deberían tener el precio que tienen ahora. Solo estamos al principio”.
Para frenar la debacle, Reino Unido puso fin el viernes a su plan de bajada de impuestos y Liz Tuss ha destituido al ministro de Economía.