La inflación y el temor al ‘tapering’ se comen cuatro billones de deuda en negativo
El volumen de deuda por debajo de cero alcanza los 11,2 billones. Los expertos ven al bono alemán en el 0,2% en los próximos meses
Los inversores empiezan a moverse en un terreno cada día más pantanoso. Aunque los bancos centrales han intentado en las últimas semanas aliviar las tensiones, sus esfuerzos han caído en saco roto. Las palabras pronunciadas el martes por Christine Lagarde en las que aseguraba que el BCE no iba a sobrerreaccionar al alza de los precios tuvieron ayer un efecto nulo. Como viene siendo una tendencia desde la vuelta de las vacaciones las rentabilidades de la deuda prolongaron la tendencia alcista.
Pero más allá de que referencias como la alemana y estadounidense a 10 años se mantuvieran por encima de barreras psicológicas como el -0,2% y el 1,5%, el aumento de los rendimientos está reduciendo el volumen de deuda que cotiza a tasas negativas. Según datos de Bloomberg, en los últimos 10 meses el importe de bonos que cotizan por debajo de cero se ha reducido en cuatro billones de euros, al pasar de los 15,17 billones en diciembre de 2020 a los 11,2 actuales.
Desde Dunas Capital AM reconocen que, si bien los tipos negativos han sido necesarios, esa necesidad está quedando atrás. La intervención de los bancos centrales ha ayudado a evitar una crisis económica y de deuda de enormes dimensiones pero, según reconocen en la gestora, a día de hoy el mercado se encuentra en “un momento de transición hacia tipos algo más altos”. Si hasta ahora el alza de las rentabilidades ha devuelto a terreno positivo referencias como la deuda española a 10 años (en diciembre cayó al -0,017%, su mínimo histórico), en Dunas no descartan que la tendencia se extienda a otras. “En los próximos tres o seis meses el bono alemán a 10 años podría moverse entre el 0,20% y el 0,40%, mientras la deuda de EE UU al mismo plazo escalaría alrededor del 2%”, defienden.
Aunque los bancos centrales se afanan en convencer a los inversores de que los niveles de precios actuales son transitorios y obedecen en gran medida al efecto base de haber tenido una economía cerrada en 2020, David Ardura, director de inversiones de Finaccess Value, señala que existen factores que tendrán su permanencia. El ahorro embalsado durante los meses más duros de la crisis sanitaria se está traduciendo ahora en demanda acumulada que la oferta no está pudiendo atender.
Como respuesta a este problema, los productores están elevando los precios y a la vez contribuyendo a alimentar el fantasma de la inflación, un temor que en las últimas semanas ha llevado al mercado a especular con la estanflación. “Aunque los bancos centrales se empeñen en controlar el alza de los rendimientos de la deuda, la política monetaria solo puede incidir sobre los plazos cortos mientras los largos reflejan las expectativas de inflación”, explica Ardura. La fórmula para evitar que las rentabilidades a largo plazo se disparen es con el control de la curva de tipos, una fórmula que ya ha aplicado en Japón, pero que en Europa y EE UU parece lejana.
Día a día crecen las voces que apuntan a la posibilidad de que los bancos centrales se vean obligados a dejar atrás las políticas no convencionales de los últimos 13 años. Aunque las presiones son fuertes, Ardura descarta una subida de tipos. El volumen de deuda fruto de las necesidades de financiación ha crecido mucho y “tiene mala convivencia con tipos altos”, remarca.
Después de años de experimentos en política monetaria, Ignacio Fuertes, director de inversiones de Rentamarkets, señala que los activos se han revalorizado mucho. Aquellos como la deuda que tradicionalmente se consideraban seguros se enfrentan a episodios de volatilidad. “Las estrategias conservadoras han pasado a ser arriesgadas”, explica. Los expertos aconsejan prudencia y ven en los bonos indexados a la inflación una buena alternativa.
EE UU se asuma a la recesión
Techo de deuda. A las tensiones inflacionistas agravadas por los precios de la energía y la retirada gradual de los bancos centrales se ha sumado en las últimas sesiones la incapacidad de republicanos y demócratas para llegar a pactar el aumento del techo de deuda. El 18 de octubre el Tesoro de EE UU se queda sin recursos para hacer frente a sus compromisos de pago. Si finalmente no se llega a un acuerdo la primera economía del mundo se adentraría en impago, un escenario que, aunque el consenso de los analistas lo descarta está generando inquietud a los inversores. La secretaria del Tesoro Janet Yellen advirtió que esto provocaría una profunda recesión.
Rentabilidades. Los repuntes se prolongaron ayer en el mercado, aunque de forma desigual. El bono español a 10 años escaló al 0,47%, máximos de junio, mientras el alemán y estadounidense al mismo plazo se mantuvieron estables en el -0,18% y 1,52% respectivamente. En los plazos más cortos la deuda de EE UU a dos años se aproxima al 0,3%, nivel que rebasó a finales de septiembre.